¿Hací­a dónde camina el gigante asiático?

Los verdaderos desafí­os de China

A pesar de los efectos de la crisis sobre su crecimiento económico o las crecientes rivalidades y disputas territoriales con su vecinos, los grandes desafí­os a los que se enfrenta China no son inminentes, sino que se presentarán a lo largo de los próximos 5 o 10 años. Y tampoco son principalmente externos, sino que vendrán de los cambios en el sistema interno y en la situación social.

A finales de pasado mes de julio, el director del Instituto Estadounidense del Centro de Investigaciones de Relaciones Internacionales Contemporáneas de China, Yuan Peng, publicaba en el Diario del Pueblo un breve pero sustancioso artículo acerca de cuáles son, más allá de los presentados por la algarabía mediática occidental, los auténticos desafíos estratégicos a los que se enfrenta la emergencia de China en la próxima década.


Según Yuan Cheng, “la verdadera amenaza” que enfrentará China en el futuro próximo “no es un conflicto armado, sino otro tipo de problemas que no son militares, como las finanzas, la sociedad, internet y la diplomacia”.


¿Por qué de aquí a 10 años?  Porque es en ese espacio de tiempo cuando “el equilibrio de fuerzas entre China y los Estados Unidos pasará de ser cuantitativo a cualitativo”. Como ya predicen los principales organismos internacionalmente reconocidos, la economía china superará a la norteamericana alrededor del año 2020. En esas fechas, además, la fuerza militar y tecnológica de China también habrá experimentado saltos cualitativos. Lo cual planteará tres retos fundamentales a los estrategas estadounidenses.


En primer lugar “cómo enfrentar los desafíos económicos, energéticos y de recursos que traerá el ascenso de un país de entre 1.300 y 1.500 millones de habitantes”. En segundo lugar, “cómo enfrentar los retos a nivel del sistema político, el modelo de desarrollo y valores que traerá el ascenso de un país socialista”. Y, por ultimo, qué tratamiento dar a “los desafíos de seguridad militar” que podría traer aparejados el ascenso de una potencia “que no ha resuelto completamente sus disputas de soberanía territorial”.


Esto significa, para Yuan Cheng, que el juego actual en el tablero entre China y EEUU está sólo en sus prolegómenos, “mientras el verdadero reto está todavía por venir”.


Se desprende del artículo que para los estrategas chinos los próximo tres a cinco años serán un período clave en el que las principales potencias van a “cicatrizar” las “heridas” provocadas por la crisis y la reconfiguración del tablero mundial. “Todos los países están haciendo lo mismo: profundizando las reformas de su sistema en el interior, mientras tratan de obtener un espacio estratégico en el exterior”.


En la actualidad, EEUU está promoviendo un importante reajuste de la cadena imperialista, que entre otras cosas implica ubicar en una nueva posición a los países dependientes y sometidos a su órbita de dominio.

Reajuste dirigido por el imperativo estratégico norteamericano de que ahora menos países deben cargar con la factura cada vez más alta de mantener el aparato político-militar que les asegura su hegemonía. Y ello exige que los Estados de los países más controlados e intervenidos (como España) vean degradada su posición a fin de someterlos más fácilmente a nuevos y onerosos tributos. « Todos los países tratan de obtener un espacio estratégico en el exterior«


En Europa, los movimientos de Alemania por obtener su propio espacio estratégico se aceleran y se vuelven más agresivos. Rusia, con la reelección de Putin se reacomoda nuevamente a una posición de firmeza en el plano internacional. Mientras otras potencias emergentes como Brasil, conscientes de su debilidad estratégica de fondo, buscan remediarla promoviendo una mayor y más profunda unidad regional. La perspectiva de Pekín es que en 3 o 5 años, todos estos cambios y reajustes, en lo principal estarán resueltos.


Período de tiempo en el que EEUU tratará de utilizar todo tipo de medios “no militares para interferir en el proceso de ascenso de China y asegurar su propia situación hegemónica”. Medios que van desde los ataques a la tasa de cambio del yuan, con el objetivo clave de que China abra sus mercados financieros y de seguros, la utilización de internet “como bandera tradicional de promover la libertad y la democracia en China”, pasando por  maniobras político-militares con las que alejar a China de sus aliados tradicionales como Corea del Norte, Pakistán y Birmania, “o reanudar las relaciones ruso-estadounidenses, para provocar que la diplomacia china caiga en la pasividad”.


Así pues, afirma como conclusión Yuan Peng, “China debe cambiar su manera de pensar y sus conceptos estratégicos tradicionales”. Al tiempo que redefine el centro de sus preocupaciones sobre la seguridad nacional, trasladándolas “desde el peligro de un conflicto armado en el exterior hacia una remodelación de los mecanismos institucionales en el interior. Aquí es donde yace la clave de si China podrá una vez más enfrentar sus retos con éxito”.

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