Teatro

Los Territorios í‰ticos

Quizás me he quedado atrapado en las consecuencias de la sociedad entre Samuel Beckett y James Joyce. Como si no hubiera tenido suficiente con tanta modernidad acontecida y con tanto compromiso ideológico. Eso que concluyó con el fin de las ideologí­as. No queda nada de todo aquello que condujo al espí­ritu transformador de la sociedad. Ni siquiera quedan las utopí­as. Ni el poema de Galeano que nos recordaba que solo sirven para caminar. Se las veí­a tan lejos que no era difí­cil hacer historia. Caminábamos hacia una utopí­a inalcanzable.

Ni siquiera el caminar esta permitido. La gran verdad es solo lo que nos dicen que ocurre. Lo que acontece es la información. Como no hay trabajo, la deserción a ilusionarnos acaba siendo el mensaje. Ni siquiera una ilusión utópica. Nos quieren hacer creer que ilusionarnos es un remedio para idiotas.Sin embargo venimos de la fiesta. La celebración española de las burbujas, sea inmobiliaria o automovilística, nos ha dejado al borde de festejar la nada. Escucho la radio, veo tertulianos televisivos, leo blogs en la red y nadie se escapa de la misma subjetividad. Lo importante es comer todos los días y para eso hay que tener trabajo. ¡Vaya novedad que estamos descubriendo! El trabajo es salud. No es así. Nunca ha sido así. No lo será así.La mujer y el hombre siguen vivos. Para lo peor y para lo mejor. Seguirán intentando no confundir sobrevivir con vivir. Los individuos pueden matar o delinquir. También pueden construir, crear y rebelarse contra la muerte. Incluso contra esa muerte cotidiana de no tener trabajo. Siempre lo han hecho así y siempre quedará gente en el camino.Mientras vamos peleando para subsistir y mientras nos entregamos a ello, vamos marcando territorios éticos. Mientras no hay trabajo, esos territorios nos salvarán de la nada. ¿Qué hacen Antonio Banderas y Penélope Cruz vendiendo perfumes por televisión? Ambos, alguna vez tendrán que sostener esa pregunta. ¿Hasta cuando la va a seguir ocultando el dinero?Los territorios éticos son la primera opción personal. Con muchas opciones similares se constituye un gran comarca ética.Hay un pensamiento fuerte contra el hambre y un pensamiento débil que solo estimula el que cada uno quiera comer. A los políticos les encanta el débil. “Cuando comamos todos los días seremos felices”. Y no es así. El posibilismo mediocre europeo se nutre de glotones mediáticos o de aficionados a las dietas. Da lo mismo. En el comer mas o menos no deberían jugarse las cosas.«Mientras vamos peleando para subsistir, vamos marcando territorios éticos»A la hora de la creación no hay fábrica ni comida ni patrón ni sociedad del bienestar. No hay ni siquiera reloj. Por no haber, hasta la muerte que provoca el hambre, desaparece.Los territorios éticos sustituyen la comida. ¿Pero alguna vez hay que comer? Si. Pero de eso no nos ocupamos como quieren los políticos. Para asumir la ética como conducta existencial, hay que buscar la comida y negarla al mismo tiempo.No se pelea contra el hambre. Se pelea contra la muerte y para poder dar esa batalla alguna vez debemos comer.El Mercado pretende adueñarse de todo. Mas que nada del hambre. Si no hay otra opción espiritual ni subjetiva que someternos al Mercado no queda ni una sola revolución creadora que realizar. Es la desaparición del Arte como proceso creador de vida en independencia de su rentabilidad. El Mercado se ha apoderado de todo y un actor solo sirve si se ha preparado para asumir las leyes de ese Mercado.No creo que esto tenga que ser así.Dejemos de constatar, escribir o valorar el éxito que han obtenido los actores con lo que han hecho y tratemos de comprender y defender los procesos creadores que han dado sentido a la vida de cada uno de ellos. Ese es el territorio ético que hay que regar porque en ese lugar y mas allá de la lucha cotidiana por la supervivencia se juegan su vida los que se alimentan del Arte del Actor.

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