Atentado en Pakistán

Los Talibanes responden con bombas

La muerte y el caos volvieron a la ciudad paquistaní­ de Lahore este miércoles cuando milicianos dispararon contra oficinas de la policí­a y cuerpos de inteligencia y después detonaron una bomba en un aparente ataque suicida que dejó 30 muertos y cientos de heridos. Las autoridades creen que la agresión fue en venganza por la operación militar que está en marcha desde hace tiempo contra el talibán, lo que hace pensar que el de hoy es sólo el primero de una oleada de ataques.

Testigos vieron a varios hombres armados estacionar un auto en la calle que está entre las oficinas de una unidad de olicía y la agencia nacional de inteligencia (ISI), y señalan que a las 10:30 de la mañana comenzaron a disparar. Cuando guardias respondieron al fuego, los militantes detonaron una bomba de gran potencia y demolieron un edificio de 15 plantas, mientras las paredes de otro se venían abajo. Equipos de emergencia y transeúntes luchaban por sacar sobrevivientes de entre los escombros. Veinte personas quedaron lesionadas cuando los techos de los quirófanos de un hospital vecino colapsaron. El estallido se escuchó a más de seis kilómetros de distancia. Nadie se atribuyó el ataque, pero el jefe del ministerio paquistaní del Interior, Rehman Malik, sugirió que éste pudo haber sido una venganza por la ofensiva contra el talibán que el gobierno lleva a cabo desde hace semanas en el valle de Swat y el noroeste del país. Creo que han llegado a nuestras ciudades elementos antipaquistaníes que quieren desestabilizar al país y vernos derrotados en Swat. Desde que el ejército lanzó una operación sorprendentemente fuerte el mes pasado contra combatientes talibanes que controlaban el valle de Swat y sus alrededores luego de que fracasó un cese el fuego, existe la preocupación de que los combatientes lancen ataques con el fin de distraer a las autoridades y socavar el apoyo popular hacia éstas. Lahore, capital de la influyente y poderosa provincia de Punjab, es un blanco obvio para ataques de venganza, en especial, si se toman en cuenta sus tradicionales vínculos con el ejército. Para la gente de Lahore, considerada la capital cultural de Pakistán que durante mucho tiempo logró evadir la violencia militante que ha sacudido otras partes del país, estos ataques son una nueva y creciente amenaza. En marzo pasado, el equipo de cricket de Sri Lanka, que estaba aquí de visita, fue atacado y los militantes perpetraron un asalto a la academia de policía el mismo mes. El reciente atentado con bomba ha sido el tercer incidente ocurrido en esta ciudad en lo que va del año, pero pocos creen que será el último. Es difícil señalar con exactitud (quién es responsable) pero probablemente esté ligado a Swat o al cinturón tribal que circunda el valle, señaló el general retirado Talat Masood. Esto sigue el patrón de ataques contra agencias de inteligencia. Hacer de Lahore un objetivo es importante para ellos. Creo que (las autoridades) esperaban algo así. Los combatientes creen que es la única forma en que pueden contener la operación militar, pues suponen que entonces el pueblo presionará al gobierno para que emprenda negociaciones con los rebeldes, agregó. También hubo especulación en los medios paquistaníes en el sentido de que los ataques podrían estar vinculados con el juicio a Hafiz Mohammed Saeed, cabecilla del proscrito grupo Jamaat ud Dawa, quien está acusado de haber planeado los ataques en Mumbai. Se suponía que hoy sería presentado en una audiencia en el edificio de la Suprema Corte de Lahore, cercano al lugar de los hechos. Algunos comentaristas sugirieron que el atentado pudo haber sido un fallido intento de huida. La operación en Swat y otras zonas del noroeste fue lanzada después que militantes tomaron el control de varias zonas a menos de 100 kilómetros de Islamabad. Este miércoles, el ejército atacó posiciones talibán en el sur de Waziristán, donde vive Baitullah Mehsud, cuyo grupo talibán se responsabilizó del ataque contra la academia de policía. La operación contra la guerrilla ha recibido fuerte apoyo occidental. Washington, en particular, ha señalado que considera esta misión como una prueba de la determinación del gobierno y el ejército para confrontar finalmente a los rebeldes. Unos 2,4 millones de civiles escaparon de los combates que se registran desde que hace un mes el Ejército de Pakistán lanzó una vasta ofensiva contra los insurgentes talibanes en el valle de Swat, al noroeste del país, anunció este lunes la ONU. "Tan sólo en el nuevo flujo registrado desde el 2 de mayo procedente de los distritos de Bajo Dir, Buner y Swat 2,38 millones de personas se desplazaro", declaró Ariane Rummery, portavoz en Pakistán del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), que citó cifras"suministradas por el gobierno de la Provincia de la Frontera del Noroeste (NWFP)". Casi la mitad de los desplazados, según las estimaciones de la ONU, son niños. Apenas el 18% del número total encuentran asilo en campamentos creados por el Gobierno; el resto solicita ayuda de parientes o amigos, o simplemente se instala en colonias improvisadas a lo largo del país. Los ciudadanos paquistaníes ven este ataque como una venganza por el operativo de los talibanes y sus grupos afines. "Los extremistas están demostrando que aunque estén sufriendo pérdidas en las áreas tribales tienen gran capacidad de organización y de ataque en otras partes del país", comenta Hasán Askari Rizvi, un politólogo afincado en Lahore. En su opinión, no es ninguna coincidencia que este ataque llegue un día después de que David Petraeus, jefe del mando central estadounidense, se entrevistara en Islamabad con mandos políticos y militares.

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