Pakistán los Talibanes se acercan a la capital

Los Talibanes en ofensiva

Después de que el ejército paquistaní­ iniciara operaciones en áreas tribales fronterizas para erradicar a miembros de Al Qaeda y otros militantes extranjeros, funcionarios paquistaní­es que conocen el área dicen que la campaña militar se ha atascado, las administraciones polí­ticas locales son impotentes y los militantes están más fuertes que nunca

Hillary Clinton, advirtió de que Pakistán «está en eligro» de caer en manos de los Talibanes por el recrudecimiento de la actividad de los «terroristas» en ese paí­s.Clinton «advirtió» en el Senado de EEUU que los extremistas islámicos ganan terreno más allá de las provincias tribales y se acercan hasta Islamabad, capital paquistaní­.Según publica The New York Times, esta semana ha caí­do en manos de los talibanes uno de los distritos más importantes y estratégicos del paí­s, Buner, donde residen alrededor de un millón de personas.Buner, a unos 100 kilómetros de Islamabad, es puerta de entrada a Mardan, la segunda ciudad más grande en la Provincia de la Frontera del Noroeste. En Buner, los talibanes han establecido un control efectivo y estratégico que pone de manifiesto la incapacidad del Gobierno y el Ejército para detenerlos, señala el Times.El gobierno pakistaní­, a su vez, reconocen el avance talibán y la falta de resistencia ante los cada vez más numerosos extremistas que «están en todas partes», dicen fuentes oficiales citadas por la prensa pakistaní­.Algunos altos funcionarios gubernamentales se han visto obligados a abandonar el distrito, dicen los medios locales.La televisión paquistaní­ muestra a los talibanes patrullando por las calles e imponiendo su ley bajo la fuerza de las armas. «Han tomado Buner, luego irán a por Mardar y eso será el final del juego», reconoce un alto cargo provincial en declaraciones al The New York Times.Segun la CNN, Hillary Clinton afirmó en el Senado que EEUU teme la «desintegración» del Estado pakistaní­, y advirtió el miércoles que el Gobierno de Alí­ Azif Zardari ha fracasado en sus polí­ticas para combatir a los talibanes, según publica la cadena CNN.»Creo que no podemos infravalorar la seriedad de una amenaza existente en el Estado de Pakistán por el avance terrorista, ahora están a unas horas de Islamabad», señaló Clinton ante el Comité de Asuntos Exteriores.Después de que el ejército paquistaní­ iniciara operaciones en áreas tribales fronterizas para erradicar a miembros de Al Qaeda y otros militantes extranjeros, funcionarios paquistaní­es que conocen el área dicen que la campaña militar se ha atascado, las administraciones polí­ticas locales son impotentes y los militantes están más fuertes que nunca.Los funcionarios dijeron que a la zona han llegado posiblemente cientos de militantes extranjeros de paí­ses árabes, de Asia Central y el Caúcaso, que representan una permanente amenaza para las autoridades de la región.El área tribal está prohibida a los periodistas extranjeros, pero los funcionarios paquistaní­es, y antiguos residentes que no quieren ser identificados por temor a las represalias, dijeron que los militantes -que se llaman a sí­ mismos talibanes- ahora aplicaban su propio sistema de justicia, tení­an sus propias cárceles, robaban bancos y atacaban recintos militares y del gobierno civil y convoyes a voluntad. Están reclutando a hombres de las tribus locales y han logrado controlar a la población.»La situación pasó de mala a peor», dijo el funcionario. «Nadie puede alzar su voz contra los talibanes». Militantes locales armados se movilizan libremente y han inclusive abierto oficinas en el principal mercado de Wana, en Waziristán del Sur, adonde llegan camiones llenos de combatientes armados. Utilizan las oficinas para reclutar seguidores entre los numerosos jóvenes.Con seis millones de habitantes y un territorio de 26 mil kilómetros cuadrados, las áreas tribales administradas federalmente fueron durante años un santuario de combatientes afganos y extranjeros que se oponí­an a la ocupación soviética. Pero en los últimos cuatro años, después de que miembros de los talibanes, Al Qaeda y otros aliados extranjeros fueran expulsados de Afganistán, han vivido en el área y adquirido poco a poco más poder.Tras los ataques «terroristas» en Bombay, en diciembre pasado, Washington (todaví­a con Bush en la Casa Blanca) utilizó los patrones de costumbre: La CIA señaló como autor del atentado a un grupo islámico pakistaní­, la India (aliada de la maniobra) lanzó el involucramiento del gobierno de Pakistán en la operación, y la Casa Blanca cerró el cí­rculo intimando a Islamabab a una mayor cooperación en la persecución y el exterminio de los grupos talibanes que operan en su frontera con Afganistán.De esta manera, aparecí­a -según los expertos- uno de los objetivos encubiertos centrales del exterminio «terrorista» en la India: Romper la reticencia del gobierno pakistaní­ a colaborar y preparar con EEUU el terreno para una ocupación militar de la frontera con Afganistán donde se encuentran las bases centrales de la resistencia talibán.De los escenarios de conflicto predominantes, la guerra de ocupación en Afganistán y su impacto en el vecino Pakistán, sobresale ní­tidamente como el frente más «peligroso» para el eje ocupante EEUU-OTAN, cuyas tropas se encuentran sometidas a una feroz y sangrienta contraofensiva de los talibanes que ya controlan el 72% de Afganistán.Sin la mano dura de Musharraf, atacado por un vací­o de poder ascendente, metido en un espiral de crisis económica, y con una escalada indetenible de violencia y atentados en las grandes ciudades, Pakistán, un resorte geopolí­tico-militar clave en la estrategia regional de Washington y un aliado invalorable en el marco de la disputa con Rusia e Irán, comienza convertirse en un dilema difí­cil de resolver para la Casa Blanca.Según The Washington Post, Hillary Clinton y el Departamento de Estado están creando una sensación de «peligro inminente» y de impotencia del gobierno pakistaní­ para detener el avance talibán, como un escenario de justificación de una inminente invasión militar a ese paí­s.Washington presiona al gobierno de Islamabad para obligarlo a un nuevo pacto que le permita cerrar su objetivo de ocupación militar en el enclave estratégico de la frontera Afganistán-Pakistán.

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