Música

Los Sobrinus: Crónica de lo que pudo haber sido

Igual que en estas mismas páginas podí­amos leer un artí­culo sobre Vetusta Morla, un grupo que ha sorprendido a la crí­tica con la fuerza que le otorga su independencia, lo hacemos hoy sobre Los Sobrinus; primos hermanos con peor suerte. Sea por las fuentes de las que han bebido o sea por lo que sea, el timbre y cadencia de Sydney y Pucho, cantantes de los respectivos, parecen sincronizarse con diferente estar pero con el mismo impulso.

A arte de la mera curiosidad fónica, Los Sobrinus constituyen una de las mejores muestras del material del que se hacen las bandas españolas y muy especialmente las nacidas en los años 90´s. Una hornada de cientos de grupos que dudaron entre ser indies – rock independiente -, alternativos, o ser lo que les de la gana. Porque, al igual que Los Sobrinus, muchas bandas generaron y generan sonidos extraordinarios por pura cabezonería de no querer ser la tendencia, sino la diferencia. Esto ha producido un fantástico fenómeno solo igualable con la prolífica producción histórica de sociedades musicales en la zona del levante español. De entre ellas muchas fueron efímeras, unas pocas cooptadas por la gran industria, y algunas de ellas fabricantes de una sonoridad excepcional. Su música es profundamente ecléctica; rock, funk, jazz, hardcore. Empezaron haciendo versiones de los estadounidenses Primus, de los que mimetizaron el característico punteo ininterrumpido del bajo decorando toda la canción. Sus letras sorprenden con carcajada en ocasiones, rozando en otras una especie de escritura automática enloquecida que cobra sentido “a canción completa”; gusta y divierte. Esta banda de mostoleños, que empezaron tocando en la trastienda de una tintorería, editaron tres discos en diez años – Sobrinus, Zapping y 13 Muecas Compiladas – despidiéndose por puro agotamiento. Fueron músicos, managers, productores, conductores… sin duda su tercer disco es un muestra concentrada de su trabajo, que siempre es mejor ver en directo. Aunque esto ya es cosa difícil, vale la pena buscarlos por ahí si no los conocen ya; la energía en cada concierto parecía convertirse en atropello en las interpretaciones, con prisa por tocar más. El paso del tiempo unido a los inconfundibles síncopes milimétricos de sus compases han parido conciertos inolvidables. Actualmente Sydney Gámez milita en Adrede, del mismo corazón pero al otro lado del río.

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