Cuatro retos para el movimiento obrero y sindical

Los sindicatos y el cambio

Los secretarios generales de CCOO y UGT han declarado, tras sus reuniones con el candidato del PSOE a formar gobierno y con Podemos, su apoyo a la formación de un gobierno de las «fuerzas del cambio» con PSOE, Podemos, Ciudadanos e Izquierda Unida. Un gobierno que responda a los deseos de los «15 millones de personas que han votado por un profundo cambio social». También USO ha manifestado que apoyará un gobierno que promueva polí­ticas de «creación de empleo digno, estable, pleno y con derechos; que posibiliten la salida de la crisis para la ciudadaní­a; que apuesten por la redistribución equitativa de la riqueza…» Al igual que otros sindicatos y sectores del movimiento obrero. Son buenas noticias. ¿Pero qué debemos exigir y esperar el movimiento obrero y los trabajadores de las centrales sindicales en la situación actual?

La desaparición de los sindicatos de la escena política en los años más duros de la crisis (especialmente de los dos mayoritarios CCOO y UGT) es un sentir generalizado, sobre todo entre los sectores más luchadores del movimiento obrero. A pesar incluso de las Huelgas Generales del 29 de septiembre de 2010 contra la reforma laboral, la reducción salarial en el sector público y la congelación de las pensiones decretadas por Zapatero, y la HG del 29 de Marzo de 2012 contra la reforma laboral aprobada por Rajoy. Huelgas en las que las cúpulas sindicales parecían actuar más como “cortafuegos” para evitar la onda expansiva de la movilización obrera y social.

Mientras, las bases “se partían la cara” en el día a día contra los cierres, los ERE, los despidos, los recortes de salarios y de derechos. Y en el conjunto del país se producía el mayor ataque desde la llegada de la democracia a las condiciones de vida y trabajo de la clase obrera y el pueblo trabajador, provocando cambios estructurales en el mercado de trabajo. «El movimiento obrero necesita una alternativa de conjunto capaz de dar una salida a la crisis favorable a la inmensa mayoría de la población: la redistribución de la riqueza»

Las reformas laborales de Zapatero y Rajoy para profundizar en el despido libre y barato, la rebaja de los salarios, la contratación temporal y a tiempo parcial, el debilitamiento de la negociación colectiva para primar los convenios de empresa y el poder de los empresarios para modificar unilateralmente las condiciones de trabajo (jornadas, horarios, movilidad, vacaciones…) y el recorte de derechos laborales han creado un “nuevo mercado laboral precario” y una “nueva clase obrera” bajo condiciones generalizadas de empleo precario, bajos salarios, recortada en sus derechos laborales y sindicales y con una pensión futura un 35% más baja que las actuales.

Los datos son demoledores. El salario medio ha caído un 22,2%, los trabajadores con nuevos contratos ganan un 48% menos por ocupar el mismo puesto de trabajo que antes ocupaba un fijo, más de 6 millones de trabajadores cobran por debajo del Salario Mínimo. La temporalidad y a tiempo parcial se han convertido en elementos estructurales del mercado laboral. En 2015, de los 18,6 millones de contratos que se firmaron, más de 17 millones fueron contratos temporales, 6,4 millones fueron a tiempo parcial.

Por primera vez aparece el sector de los “trabajadores pobres”, los que tienen un empleo pero el salario no les alcanza para salir de la pobreza y el riesgo de exclusión social. Son 1 de cada 5 trabajadores según la Organización Internacional del Trabajo, OIT.

Las direcciones de las principales centrales sindicales del país tienen una gran responsabilidad en el saqueo y degradación de la clase obrera y el pueblo trabajador, por “borrar” a los sindicatos que dirigen de jugar un papel frontal en la lucha frente a las imposiciones del gran capital hegemonista y la oligarquía.Las declaraciones de apoyo a la formación de un gobierno que sea expresión de la mayoría social que rechaza los recortes son necesarias pero no son suficientes. Han de ser un primer paso para que el movimiento obrero y los sindicatos vuelvan a primer plano del escenario políticosocial del país a jugar el papel que les corresponde y que el país y la inmensa mayoría de la sociedad necesitan.

Motor del cambio y de la unidadEl movimiento obrero y sindical son uno de los principales activos del pueblo en su lucha contra los recortes y los enemigos que los imponen. Nos enfrentamos a enemigos muy poderosos y dispuestos a utilizar todos los medios a su disposición para imponer sus políticas de saqueo a la población y expolio del país. Lo hemos visto en Grecia como la Troika de Washington y Berlín ha movido todos los recursos, amenazas y chantajes contra el gobierno de Siryza para imponer un tercer rescate que ha llevado al país a una nueva recesión. ¿Cómo no lo van a hacer aquí para reconducir el viento popular a límites aceptables para sus intereses?

No es el tiempo de quedarse en declaraciones, hay que dar un paso al frente y pasar a jugar un papel activo, incluidas las movilizaciones, de apoyo al gobierno de unidad contra los recortes antes de que -otra vez- sea demasiado tarde. Empezando por las fábricas y polígonos. Haciendo de cada lucha por los convenios, contra los despidos o por los salarios una lucha contra los grandes explotadores y saqueadores del pueblo trabajador.

No hay que esperar a movilizar a los trabajadores cuando hay un recorte o una reforma en contra de nuestros intereses. Hay que salir a la calle para exigir y defender, como ahora, lo que nos interesa. ¿Por qué no una movilización general de apoyo y exigencia un gobierno que represente a la mayoría social que rechaza las políticas de recortes?

Pasar a jugar ese papel activo desde una línea de unidad. Tanto para la formación de ese gobierno, como para que lleve adelante un programa contra los recortes si llega a formarse, es imprescindible la unidad más amplia del movimiento obrero y sindical y de éste con el conjunto de las clases populares.

¿Por qué los dirigentes de las grandes centrales no demuestran que están de verdad por un cambio real y trabajan para unir a todos los sindicatos y a organizaciones populares de toda España en este objetivo común? ¿Y por qué las demás centrales no hacen lo mismo para impulsar ese frente común?

Tras la toma de posición de los sindicatos por un gobierno de unidad social contra los recortes, hacer del movimiento obrero y sindical un motor fundamental del cambio y la unidad, es el segundo reto.

Por la redistribución de la riquezaEl origen de la crisis y los recortes no está en que “hayamos vivido por encima de nuestras posibilidades” o en la falta de recursos, sino en un ataque desde el exterior al 90% de los ciudadanos y de los intereses de nuestro país.Encabezado por Washington y el FMI y secundado por Berlín y Bruselas. Con el apoyo de bancos y monopolios y ejecutado por el bipartidismo de PSOE y PP.

Ellos han impuesto que la crisis recaiga sobre la inmensa mayoría de la población apropiándose de la mayor parte de la riqueza, trasvasando las rentas del pueblo trabajador a las cuentas del capital extranjero, bancos y monopolios mediante rebajas salariales y de pensiones, rescates de la banca con dinero público, subidas de impuestos como el IVA y recortes en todos los niveles del “estado de bienestar” (sanidad, educación, dependencia, sociales…).

Para hacer frente a esta crisis no basta con reivindicaciones parciales, el movimiento obrero necesita una alternativa de conjunto capaz de dar una salida a la crisis favorable a la inmensa mayoría de la población: la redistribución de la riqueza.

Redistribuir no es “repartir” el trabajo o los subsidios del Estado. Redistribuir es ante todo movilizar todos los recursos del país para reactivar la economía y crear nueva riqueza y redistribuirla de manera más justa. Redistribuir es hacer desarrollar políticas para que “quienes se apropian y disfrutan de la mayor parte de la riqueza -bancos, monopolios, grandes fortunas y el capital extranjero- tengan que devolver parte de ella a la economía nacional y al servicio de los ciudadanos”.

Redistribución que ha de empezar por una redistribución salarial, imponiendo por ley un salario mínimo de 1.000 euros y un salario máximo de 10.000. Redistribuir subiendo las pensiones mínimas para que ningún pensionista cobre menos de 1.000 euros al mes.

Y que ha de seguir por una reforma fiscal progresiva para que bancos, monopolios y multinacionales paguen un 50% de Impuesto de Sociedades sobre sus millonarios beneficios. Que las grandes fortunas paguen un 75% en el IRPF. O por recuperar el dinero de los rescates bancarios y crear un gran banco público estatal con las cajas y bancos rescatados con nuestro dinero, para impulsar un plan de reindustrialización que cree millones de puestos de trabajo estables, de calidad y sostenibles. Y por auditar la deuda para determinar qué parte es ilegítima porque no ha sido destinada a satisfacer las necesidades de la población, sino a favorecer a unos pocos.

Sin redistribución de la riqueza no habrá cambio de verdad. Será imposible revertir el mercado laboral precario, la clase obrera recortada y los trabajadores pobres.

Este es el tercer reto.

Una línea de clase unitaria y combativaEl quinto reto: acometer el cambio desde dentro mismo de los sindicatos. Ante el inminente congreso de UGT aún conocemos muy poco de la línea y el programa de los candidatos a relevar a Cándido Méndez y dirigir el sindicato, salvo declaraciones como las de Gustavo Santana, líder de la UGT de Canarias, dispuesto a presentarse a la Secretaría General apostando por “un cambio necesario en UGT” que vienen exigiendo “las bases del sindicato…, pero que también necesitamos tener los primeros espadas”.

¿Pero de qué cambio estamos hablando? Las posiciones mayoritarias en las bases trabajadoras de los sindicatos, expresado en todo tipo de movilizaciones, es la necesidad de un cambio para hacer frente al paro, la precariedad y el saqueo salarial, y ser capaz de impulsar y apoyar alternativas para salir de la crisis favorable al conjunto del pueblo trabajador.

Desde aquí, lo que hace falta no es sólo cambiar la cara de los dirigentes sindicales, sino fundamentalmente cambiar la línea burocrática dominante por una nueva línea de clase, unitaria y combativa.

Necesitamos una línea de clase y combativa, que no afronte la situación como una ONG sino desde la lucha contra la explotación en todas sus formas que está en la base del saqueo y los recortes. Con la fuerza de un movimiento obrero organizado para imponer como alternativa a la crisis la Redistribución de la Riqueza, haciendo frente al proyecto que imponen la Troika y la oligarquía financiera.

Necesitamos una línea unitaria, que no se limite a la unidad de acción entre las dos grandes centrales sindicales, sino que busque la unidad más amplia con todos los sindicatos, grandes o pequeños y con todos luchadores independientes en cada lucha y cada movilización. Ha de ser una línea de actuación que busque siempre ampliar la unidad de todas las fuerzas presentes en una lucha a todos los niveles, de fábrica, sector, comarca, comunidad o nacional. Pero sobre todo dotar de la más amplia base de masas a cualquier movilización, ya que en ellas está no sólo la fuerza combativa frente a los explotadores.

Unitaria también para defender la unidad del pueblo trabajador de toda España frente a quienes apoyan la fragmentación y la división que nos debilita.

Necesitamos una línea democrática, que recupere las asambleas como órganos de decisión directa de los trabajadores. Asambleas ante los que los delegados y cargos sindicales rindan cuentas de su gestión, una de las tradiciones más revolucionarias del movimiento obrero. Junto a la independencia económica de las empresas ydel Estado.

Impulsar esta línea es el gran reto que se presenta ante cada afiliado sindical, luchador obrero y trabajador, la línea capaz de llevar adelante la redistribución de la riqueza, sin la cual es imposible un cambio de verdad.

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