Los salarios en España

«Existe la creencia generalizada en amplios cí­rculos financieros, económicos, polí­ticos, e incluso mediáticos en España, de que el hecho de que los salarios sean bajos en nuestro paí­s se debe a que la productividad de los trabajadores es baja. De ahí­ que se concluya que, a menos que la productividad de los trabajadores aumente, no se pueden subir los salarios. Es más, en estos momentos de crisis, estos mismos cí­rculos están insistiendo en que hay que bajar los salarios para salir de la crisis. La evidencia existente, sin embargo, no soporta tales tesis»

Las resonsables del descenso de la productividad promedio del país no son las rigideces del mercado laboral y la supuestamente excesiva fuerza de los sindicatos, sino el comportamiento altamente especulativo del sector inmobiliario y de la industria de la construcción y de los bancos. También las autoridades públicas, incluyendo los equipos económicos de los sucesivos gobiernos, que podían haber prevenido la burbuja inmobiliaria, y las autoridades locales para las cuales el boom inmobiliario significó una gran entrada de recursos (PÚBLICO) EL MUNDO.- El PSOE debe a bancos y cajas 45,9 millones de euros (sin contar al PSC, que suma otros 12), y el PP acumula una deuda de 55. Si tenemos en cuenta que los partidos, en su conjunto, ingresaron ese año 193 millones de euros sólo en subvenciones -ahí no se incluyen las cuantiosas donaciones que reciben-, queda claro que viven muy por encima de sus posibilidades. DIARIO CRÍTICO.- Zapatero y su triunvirato económico quieren seguir subvencionando el ladrillo, o al menos, las chapuzas del ladrillo, con alguna promoción más de vivienda protegida, como si no tuviéramos suficiente con un stock sin vender de más de medio millón de casas. Porque lo que parece que se esconde detrás de estas reducciones fiscales de las actividades de rehabilitación es un intento de aflorar ese IVA no declarado, esos autónomos no declarados, en definitiva, recaudar por donde sea Opinión. Público Los salarios en España Vicenç Navarro Existe la creencia generalizada en amplios círculos financieros, económicos, políticos, e incluso mediáticos en España, de que el hecho de que los salarios sean bajos en nuestro país se debe a que la productividad de los trabajadores es baja. De ahí que se concluya que, a menos que la productividad de los trabajadores aumente, no se pueden subir los salarios. Es más, en estos momentos de crisis, estos mismos círculos están insistiendo en que hay que bajar los salarios para salir de la crisis. La evidencia existente, sin embargo, no soporta tales tesis. Veamos los datos. Uno de los documentos más creíbles sobre la productividad en las economías mundiales es el informe que produce anualmente The Conference Board, titulado Performance 2009: Productivity, Employment and Growth in the World’s Economies. En su apartado Productivity, se presenta un análisis detallado de la evolución de la productividad en la mayoría de países de economías avanzadas (incluyendo España) y de los países emergentes (países como China e India) que se están desarrollando muy rápidamente, convirtiéndose en elementos clave de la economía mundial. Pues bien, en la página 15 de tal informe (que analiza el crecimiento de la productividad en los países de la OCDE, el club de países más ricos del mundo), puede verse que el periodo de nuestra reciente historia en el que la productividad por hora trabajada ha crecido más rápidamente fue durante el periodo 1987-1995. La tasa de crecimiento anual (2,3%) fue una de las mayores en este grupo de países. Tal crecimiento, sin embargo, disminuyó considerablemente durante el periodo 2000-2008, creciendo sólo un 0,9%, uno de los porcentajes más bajos en la OCDE. Varios factores explican este descenso, pero uno importante fue el gran crecimiento del sector de la construcción, resultado del boom estimulado por el complejo inmobiliario-bancario que se convirtió en el eje del crecimiento económico español. Este sector –de escasa productividad– absorbía gran cantidad de recursos que podrían (y deberían) haberse invertido en sectores más productivos. Las responsables del descenso de la productividad promedio del país no eran –como los liberales subrayaban y continúan subrayando– las rigideces del mercado laboral y la supuestamente excesiva fuerza de los sindicatos, sino el comportamiento altamente especulativo del sector inmobiliario y de la industria de la construcción (el precio de la vivienda creció cinco veces más rápidamente que el coste de producirlas) y de los bancos. También son responsables de este boom especulativo las autoridades públicas, incluyendo los equipos económicos de los sucesivos gobiernos, que podían haber prevenido la burbuja inmobiliaria, y las autoridades locales para las cuales el boom inmobiliario significó una gran entrada de recursos. Pero el mayor responsable fue el Banco de España, que regula el sistema bancario y que fracasó estrepitosamente en prevenir la burbuja inmobiliaria, hecho ignorado sistemáticamente por el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, que tiene la osadía (por decirlo de una manera amable) de atribuir la supuesta baja productividad primordialmente a las rigideces del mercado de trabajo. La productividad promedio del país depende primordialmente de su estructura económica. En realidad, hay muchos sectores productivos y de servicios en España con productividad muy elevada, lo cual explica que, a pesar de que la tasa de crecimiento de la productividad ha disminuido, el nivel de la productividad promedio no es bajo, como los liberales acentúan erróneamente. Según el informe citado anteriormente, el nivel de productividad laboral es actualmente el 74% del nivel de productividad laboral de EEUU (y es sólo ligeramente inferior al canadiense, del 79%, y superior al japonés, del 71%). En cambio, los salarios son mucho más bajos que en EEUU, y el nivel de los ingresos por salarios es sólo un 65% del de EEUU. Lo que hemos estado viendo durante todos estos años es un gran crecimiento de las rentas (y beneficios) de la banca y del mundo empresarial y un descenso, en términos porcentuales, de las rentas del trabajo, y ello como consecuencia de que las rentas derivadas del aumento de la productividad se han distribuido más a favor de los beneficios que a favor de los salarios. Esta situación ha ocurrido, por cierto, en la mayoría de países de la OCDE, resultado de la aplicación de las políticas liberales que han beneficiado sistemáticamente a las rentas del capital. Nada menos que Larry Summers, director de la oficina económica del presidente Obama, subrayó que en EEUU “cada familia perteneciente al 80% de la población envía cada año un cheque de 10.000 dólares al 1% de las familias de mayor renta del país” (citado en Howard J. Sherman, The Roller Coaster Economy, 2010, pág. 46). Debería hacerse un estudio semejante en España (uno de los países con mayores desigualdades de renta en la OCDE), pues el cheque que la mayoría de familias envía a las rentas superiores (como consecuencia de la manera en que se distribuyen las rentas que derivan del trabajo) es también considerable. De estos datos puede concluirse que los salarios no son demasiado altos, sino, al revés, son demasiado bajos. Y que ello se debe no a la escasa productividad, sino al excesivo poder que las fuerzas conservadoras y liberales (próximas al mundo empresarial y financiero) tienen en España. En realidad, el nivel bajo de los salarios es un gran obstáculo para el estímulo económico que el país necesita. La baja demanda, el mayor problema que tiene la economía española (y la europea), se basa precisamente en la gran disminución de la capacidad adquisitiva de las clases populares. La única manera de estimular la economía es, precisamente, a través del gasto público (que, equivocadamente, el Gobierno quiere reducir) y a través del incremento de la masa salarial (es decir, del aumento del número de personas que trabajan y de sus salarios). De ahí que el Gobierno de Obama tenga, entre sus mayores medidas de estímulo, no sólo dedicar 700.000 millones de dólares al gasto público, sino también aprobar una ley que refuerce a los sindicatos, como medida para facilitar el crecimiento de los salarios. No ocurre así en España. PÚBLICO. 4-3-2010 Opinión. El Mundo Inquietante deuda de los partidos LA RADIOGRAFÍA que ofrece el informe del Tribunal de Cuentas sobre la situación financiera de los partidos políticos a fecha de 2006 -último ejercicio auditado- es demoledora. El PSOE debe a bancos y cajas 45,9 millones de euros (sin contar al PSC, que suma otros 12), y el PP acumula una deuda de 55. Si tenemos en cuenta que los partidos, en su conjunto, ingresaron ese año 193 millones de euros sólo en subvenciones -ahí no se incluyen las cuantiosas donaciones que reciben-, queda claro que viven muy por encima de sus posibilidades. El enorme endeudamiento de las formaciones políticas dice muy poco de su seriedad en la gestión, algo particularmente inquietante en la actual situación de crisis. ¿Cómo pretenden arreglar las cuentas del país quienes no saben administrar su propia casa? EL MUNDO. 5-3-2010 Opinión. Diario Crítico Otro gol del ladrillo Yolanda Durán Cuando en 1996, el candidato del PP José María Aznar ganó las elecciones, una de sus primeras decisiones como presidente fue la de montar una Oficina Presupuestaria que asesorara a Presidencia en materia económica y de Presupuestos, para la que puso al frente al prestigioso economista y profesor José Barea. Aznar le emplazó a que elaborara los posibles escenarios de crecimiento futuro de España y qué modelos económicos se podían adoptar. El profesor Barea planteó básicamente dos opciones: un cambio en profundidad y de verdad del modelo productivo aprovechando el maná de los Fondos Comunitarios que nos llegaron de Bruselas, o el modelo basado en la construcción. El primero, explicó Barea, no daría resultados inmediatos, requeriría un plazo más largo que una única legislatura, pero era la oportunidad histórica para España, porque dispondría de financiación adicional por la vía comunitaria. El segundo, que también explicó el veterano economista, daría lo de siempre: una elevación rápida del crecimiento, del PIB y del empleo de mano de obra intensiva. En suma, un modelo “agradecido”. Ustedes saben ya lo que escogió Aznar, como anteriormente fueron escogidas por los ministros socialistas de Felipe González. Barea, el veterano profesor, dimitió al poco tiempo, harto de la Oficina "florero", como se llamaba en los mentideros económicos. Y ustedes saben también las consecuencias, porque las estamos padeciendo todos; paro masivo, porque los sectores que usan mano de obra intensiva y barata producen estos lodos; caídas del PIB brutales y una gran inestabilidad financiera, porque la sobrevaloración de precios de los inmuebles incide luego en los valores de tasación cuando el ciclo está a la baja. Pero llega Zapatero, y nos vende el modelo de economía sostenible, y no sé si lo creemos, pero por lo menos la sociedad se empieza a plantear si dejar de ser sólo el país del ladrillo y el sol barato es posible al menos. Aunque los cambios hacia una diversificación del modelo productivo son lentos, y hay que introducirlos cuando la economía está en vacas gordas. Pero no. Zapatero y su triunvirato económico quieren seguir subvencionando el ladrillo, o al menos, las chapuzas del ladrillo, con alguna promoción más de vivienda protegida, como si no tuviéramos suficiente con un stock sin vender de más de medio millón de casas. Porque lo que parece que se esconde detrás de estas reducciones fiscales de las actividades de rehabilitación es un intento de aflorar ese IVA no declarado, esos autónomos no declarados, en definitiva, recaudar por donde sea. Para este viaje no hacía falta una Comisión anticrisis, señorías. DIARIO CRÍTICO. 4-3-2010

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