«Estos países no están solos. En términos generales, los gobiernos occidentales disponen de poco margen para encarar una nueva recesión.Este desenlace ha dejado de parecer una posibilidad remota. La actividad industrial global se ha ralentizado hasta alcanzar su nivel más bajo desde septiembre de 2010, a consecuencia de una expansión más lenta en EEUU, la eurozona, China, Reino Unido e India. Los niveles de desempleo siguen siendo altos en muchos países, y los elevados precios de las materias primas, en especial del petróleo, han afectado negativamente a las perspectivas sobre el gasto de los consumidores en los países desarrollados.»
Hay otros aíses que también son vulnerables a un crecimiento global más lento. El nivel de deuda de España es bajo, situándose en el 60% del PIB, pero tiene que reducir su déficit presupuestario al 6% este año desde el 9,2% de 2010 para mantener la confianza del mercado. El Gobierno español prevé un crecimiento del 1,3%, pero este se basa por completo en las exportaciones netas. Francia y Alemania lo están haciendo bien, pero el índice de gestores de compras del sector industrial del mes de mayo de España mostró una nueva contracción. Una ralentización también puede despertar de nuevo los temores sobre la calidad de los activos de los bancos. (THE WALL STREET JOURNAL) DIARIO DEL PUEBLO.- Hace algunas semanas, muchos comentaristas parecían creer que el Banco Popular de China, banco central del país, reaccionaba demasiado lentamente a las muestras de recalentamiento de la economía. Ahora, después comprobar la existencia de cifras inferiores a las esperadas, muchos se preocupan de que el ritmo de crecimiento vaya en franco declive. Ciertamente, ha habido un cambio desde comienzos de año. El empuje que el paquete de estímulo del Gobierno dio a la industria ha llegado a su fin A ello se suma que, al ser retirados los incentivos para los consumidores, a finales del año pasado, comenzó a caer el ímpetu de gastos familiares. Además, los gastos en vivienda están en su punto más bajo en casi siete años. EEUU. The Wall Street Journal Los crecientes problemas globales plantean riesgos para la política fiscal Richard Barley Es posible que los inversores de la eurozona estén buscando problemas en los sitios equivocados. A la hora de evaluar si las endeudadas naciones periféricas podrán frenar sus déficit, se han centrado principalmente en las políticas fiscales nacionales. Pero la ralentización de la economía global puede suponer una amenaza para la dinámica de la deuda en Grecia, Irlanda y Portugal, y también aumentará los nervios sobre España, donde la actividad es baja y las esperanzas residen en las exportaciones. Estos países no están solos. En términos generales, los gobiernos occidentales disponen de poco margen para encarar una nueva recesión. Este desenlace ha dejado de parecer una posibilidad remota. La actividad industrial global se ha ralentizado hasta alcanzar su nivel más bajo desde septiembre de 2010, a consecuencia de una expansión más lenta en EEUU, la eurozona, China, Reino Unido e India. Los niveles de desempleo siguen siendo altos en muchos países, y los elevados precios de las materias primas, en especial del petróleo, han afectado negativamente a las perspectivas sobre el gasto de los consumidores en los países desarrollados. El enfriamiento de la economía global no es un buen telón de fondo para un ajuste fiscal. Para los países de la eurozona más afectados por la crisis –Grecia, Irlanda y Portugal–, puede hacer el viaje fiscal más largo y doloroso, lo que aumentaría los temores a que se incremente la deuda. El coste fiscal ya es alto. Grecia tuvo que aplicar recortes de gastos y subidas de impuestos equivalentes al 8% del producto interior bruto para reducir cinco puntos porcentuales su déficit en 2010 después de que la economía se hundiera más de lo previsto, según señala el Fondo Monetario Internacional. Los países tienen que conseguir un crecimiento nominal superior al tipo de interés medio sobre la deuda para evitar que aumenten los ratios de endeudamiento. Hay otros países que también son vulnerables a un crecimiento global más lento. El nivel de deuda de España es bajo, situándose en el 60% del PIB, pero tiene que reducir su déficit presupuestario al 6% este año desde el 9,2% de 2010 para mantener la confianza del mercado. El Gobierno español prevé un crecimiento del 1,3%, pero este se basa por completo en las exportaciones netas. Francia y Alemania lo están haciendo bien, pero el índice de gestores de compras del sector industrial del mes de mayo de España mostró una nueva contracción. Una ralentización también puede despertar de nuevo los temores sobre la calidad de los activos de los bancos. Por su parte, Standard & Poor’s puso el mes pasado la calificación de Italia en revisión con perspectiva negativa, debido en parte a la preocupación por su lento crecimiento. Puede que la ralentización no sea más que una mala racha, y el crecimiento global vuelva a acelerarse. Los planes sobre el déficit volverían a su curso. Pero la vulnerabilidad sigue presente. Fuera de la eurozona, EEUU y Reino Unido luchan con déficit de más del 10% y tienen dificultades para expandirse. Una nueva crisis supondría un reto para los gobiernos. Es posible que el margen de respuesta fiscal esté cerca de agotarse. No cabe duda de que ya se están produciendo llamamientos para relajar más la política monetaria, con, entre otros, nuevos proyectos de expansión cuantitativa. THE WALL STREET JOURNAL. 8-6-2011 China. Diario del Pueblo Los miedos al aterrizaje forzoso no tienen razón de ser Mark Williams A pesar de ser la segunda del mundo, la economía de China puede cambiar su ritmo de crecimiento en un santiamén, según apreciaciones generalizadas en los mercados financieros globales. Hace algunas semanas, muchos comentaristas parecían creer que el Banco Popular de China, banco central del país, reaccionaba demasiado lentamente a las muestras de recalentamiento de la economía. Ahora, después comprobar la existencia de cifras inferiores a las esperadas, muchos se preocupan de que el ritmo de crecimiento vaya en franco declive. Ciertamente, ha habido un cambio desde comienzos de año. El empuje que el paquete de estímulo del Gobierno dio a la industria ha llegado a su fin A ello se suma que, al ser retirados los incentivos para los consumidores, a finales del año pasado, comenzó a caer el ímpetu de gastos familiares. Además, los gastos en vivienda están en su punto más bajo en casi siete años. Pero es necesaria cierta perspectiva. La evidencia demuestra que la actividad económica se ha estado retardando gradualmente, no cayendo en un abismo. Si todo sigue como va, la economía de China crecerá en un 8 ó 9 por ciento este año y en 2012. Eso puede decepcionar a algunos, pero está lejos de ser un desastre. Los pesimistas señalan dos factores de riesgo que conllevan el potencial de convertir una ralentización benigna en un aterrizaje forzoso. El primero es la escasez de energía que se ha generalizado en semanas recientes y que, según entendidos de la industria de energía, será la más grave desde 2004. Pero hay diferencias importantes entre 2004 y hoy. Hace siete años, China había llegado al límite de su capacidad de generación. La carencia de centrales eléctricas era un constreñimiento insuperable a corto plazo. Desde entonces, empero, ha aumentado notablemente el número de centrales eléctricas. La industria tiene hoy amplia capacidad almacenada. El problema principal ahora es que los productores de energía no pueden generar ganancias, dados los altos precios del carbón y las tarifas de electricidad topadas, por lo que los mismos han recurrido a los apagones. Como consecuencia, el Gobierno tiene opciones si la escasez de energía amenaza con causar problemas macroeconómicos. En este sentido, podría ofrecer subsidios a los productores de energía para cubrir sus pérdidas y podría permitir que se eleven las tarifas de electricidad. La segunda posibilidad puede ser desagradable, debido a las preocupaciones por la inflación. Pero quizás no sea un recurso a largo plazo. Parece cada vez más probable que la inflación decline en el segundo semestre de este año. En todo caso, las escaseces de energía han ocurrido en mayor o menor medida casi todos los años, sin causar interrupciones extensas. Muchas empresas podrían recurrir a sus generadores diésel para mantener las operaciones. En 2004, la economía navegó con interrupciones de energía y a pesar de ello consiguió un PIB de doble cifra. La segunda preocupación es que decaiga la construcción de viviendas. Se espera que en los próximos meses queden disponibles en el mercado una gran cantidad de nuevas viviendas, lo que podría reducir el impulso de los promotores por acometer nuevos proyectos, particularmente cuando siguen en pie las políticas del año pasado para neutralizar el aumento de precios inmobiliarios. Menos apreciados, por otra parte, resultan los desafíos que encara China para navegar con suerte en los próximos años. Tales problemas podrían no conducir a un aterrizaje forzoso repentino, pero sí dar lugar a un período prolongado de bajo crecimiento. Por ejemplo, la debilidad en el gasto del consumidor en los últimos meses sugiere que la economía continúa dependiendo de la inversión. De hecho, una razón final para creer que China puede evitar una aguda ralentización en el futuro cercano es que, con las amplias perspectivas de que se reduzca pronto la inflación, el Gobierno tendrá la posibilidad de relajar su política, de ser necesario, para el segundo semestre del año. El relajamiento tomaría probablemente la forma de préstamos más fuertes de los bancos, lo que haría de la inversión el factor conductor principal del crecimiento. Los riesgos asociados a invertir una parte aún mayor de la renta nacional aumentan. Las empresas invierten para poder vender más en el futuro en el país y/o en el exterior. Pero si, a largo plazo, la demanda del consumidor no crece tan rápidamente como la producción, entonces esas empresas se verán luchando por sobrevivir. La industria quedará con capacidad excesiva y los bancos encararán la acumulación de cuantiosos préstamos irrecuperables. Cualesquiera de los dos resultados dificultaría un desarrollo económico más amplio. El confiar en los consumidores extranjeros no es un plan realista a largo plazo. He ahí el porqué el Gobierno convino hace tiempo, por lo menos en principio, en que se debe hacer mucho más para animar a los consumidores chinos a gastar. El reequilibrio ha sido un objetivo central de la política durante algún tiempo y es el tema predominante del 12mo Plan Quinquenal (2011-2015). Pero el Gobierno parece empeñado en conseguir esa meta. La porción del gasto total en China que provenía de las familias ha caído sin cesar durante 10 años, y ha continuado cayendo mientras se diseñaba el 12mo Plan Quinquenal. Si China no logra un reequilibrio pronto, habrá crecientes riesgos de que su crecimiento se ralentice en el porvenir más allá de lo que generalmente se calcula. DIARIO DEL PUEBLO. 1-6-2011