Los planes del FMI y Bruselas para España

Los primeros espadas del FMI han colocado a España en la diana. Su vicepresidente, David Lipton, ha afirmado que “aunque de forma dolorosa [eufemismo para referirse a la oleada de recortes que hemos sufrido la mayoría] España ha avanzado mucho”. Para a continuación considerar que “sin embargo, se trata de un proyecto inacabado”. Mientras Maurice Obstfeld, economista jefe del FMI, anuncia que “es duro pedir más después de que un país haya hecho reformas serias, pero los beneficios potenciales son muy significativos”.

Quieren más. Pretenden que el saqueo sobre la población, o el expolio de las riquezas nacionales por parte del capital extranjero, no solo se perpetúe sino que de nuevos pasos adelante.

Esta es la amenaza que se esconde detrás de las celebraciones sobre “el crecimiento de la economía española”. Que chocan frontalmente con los intereses de una mayoría social que se moviliza para que se redistribuya la riqueza.

Ni Lipton ni Obstfeld son seguidores del “neoliberalismo”, sino que se encuadran bajo la corriente económica del “neokeinesianismo”, la que se nos presenta como alternativa a “las políticas de austeridad”. Fuero asesores de Obama, y rechazan muchos puntos de las políticas de Trump. Participaron en los gobiernos de Clinton, y no en los de los dos Bush.

Pero ambos, como destacados dirigentes del FMI, defienden los intereses de la superpotencia, y su papel es imponer en los países dependientes las políticas que necesita en gran capital norteamericano.

¿Y qué planes tienen para nuestro país?

Primero, mantener y ampliar el marco impuesto por la reforma laboral para perpetuar el atraco a los salarios.

Lipton alaba “la devaluación interna” impuesta en España, es decir el recorte de salarios y rentas de la mayoría. Pero exige ir más allá. Impidiendo “que haya un periodo de incrementos salariales exagerados”. Y recomendando “crear un mercado laboral que sea lo suficientemente flexible”. Es decir, una nueva vuelta de tuerca a la reforma laboral.

Obstfeld es incluso más claro. Afirmando cínicamente que “cuando existe un número tan grande de trabajadores desocupados, hay una oportunidad muy grande para llevar a cabo reformas que aumenten la productividad”. Dicho claramente: aprovechemos ahora porque los parados de larga duración aceptarán condiciones draconianas para acceder a un empleo.«El FMI califica la ejecución del saqueo sobre la población como “un proyecto inacabado”. Ha sido “doloroso” pero lo consideran insuficiente»

Segundo, mantener el corsé que, bajo la bandera de la reducción del déficit y la deuda pública, impone una permanente limitación de los gastos sociales.

Olvídense de que los recortes hayan acabado. Lipton es claro: «Nuestra visión es simple. España tiene el compromiso adquirido de bajar el déficit público estructural a cero en unos pocos años, y debería cumplirlo. Pero para ello a medio plazo hacen falta más medidas». Y Obstefeld remacha defendiendo para España «un acuerdo político a largo plazo para la reducción de la deuda» que obligaría a nuevos ajustes.

Tercero, favorecer el avance de la penetración del capital extranjero.

Este es el auténtico objetivo que se esconde detrás de la insistencia del FMI en la necesidad de “mayor liberalización” y “más competencia”. Eliminando las barreras que hasta ahora se encontraba el capital foráneo en algunos sectores económicos.

Pero tienen además claramente seleccionados los territorios que quieren pasar a controlar.

El primero de ellos son las pensiones públicas. Por eso el FMI dedica buena parte de los informes que realiza sobre España a cuestionar “la sostenibilidad del sistema de pensiones”… incluyendo siempre “recomendaciones” que apuntan a favorecer el avance de los fondos privados.

El segundo es el sector financiero. El FMI advierte que la reforma del sistema financiero no ha concluido en España. Considera que serán necesarias más fusiones, eliminando bancos medianos. Y se preparan para que el capital extranjero tome la delantera.

La Comisión Europea se ha sumado a las exigencias del FMI.

Emitiendo un comunicado en el que defiende la ejecución del “factor de sostenibilidad”, que el gobierno de Rajoy se ha visto obligado a aplazar cuatro años. Advirtiendo a España que las concesiones al movimiento popular no pueden poner en peligro la reforma aprobada en 2013, y que supone un hachazo para las futuras pensiones.

Y recordando que España “va a seguir bajo la tutela de la Comisión Europea”. Al reducir el desfase en las cuentas públicas, abandonaríamos este año el “proceso por déficit excesivo”. Pero Bruselas quiere seguir manteniendo a España bajo una estrecha vigilancia aprovechando que el nivel de deuda pública respecto al PIB roza el 100%.

¿Qué supone para España esta “tutela reforzada” por parte de la UE?

El reciente Plan de Estabilidad enviado por Rajoy a Bruselas lo explica con claridad. En él se planifica que los gastos sociales sigan bajando, en relación al PIB, desde el 28% al 26%. Es decir, aunque el montante de las partidas destinadas a sanidad o educación aumenten, su peso en relación al PIB disminuye, estando todavía por debajo de los niveles previos al estallido de la crisis.

Además, en el plan enviado a Bruselas se contempla que el tamaño del sector público disminuya desde el 45% al 38% del PIB, dejando más espacio al sector privado.

Las ocultas exigencias militares

El Wall Street Journal, biblia del gran capital norteamericano, acaba de publicar un extenso reportaje sobre España. No se refiere a ninguna cuestión económica. Sino que trata sobre “el espectáculo montado por España para asumir un mayor rol militar en la UE post-Brexit”.

Informando que la base de Rota aspira a convertirse en quinto cuartel general de nivel estratégico de la UE tras el Brexit y a acoger el centro de mando de la Operación Atalanta que lucha contra la piratería en el Índico hasta ahora en la base británica de Northwood.

Aliándose para ello con la Francia de Macron -el país europeo más proclive hoy a cumplir las exigencias militares norteamericanos-, y organizando “una gran exhibición de sus capacidades en Rota”.

«Nada de esto se ha mencionado en ningún periódico español. Pero sí, y de forma destacada, en el más influyente rotativo norteamericano.«Las exigencias de Washington o Bruselas chocan frontalmente con una mayoría social movilizada que exige salir de la crisis con redistribución de la riqueza»

No conviene airear nuestra cada vez mayor implicación en la maquinaria bélica de la superpotencia. La que nos obliga a participar en los recientes bombardeos sobre Siria, o, como se comprometió Cospedal ante el Pentágono, y a pesar de la insistencia en “contener el gasto” en otros apartados, a duplicar en los próximos siete años el presupuesto del ministerio de Defensa.

Pero Washington sí la tiene muy en cuenta. España es un peón clave en el despliegue militar norteamericano en el mundo. Y EEUU exige, por encima de cualquier otra cosa, que esos “compromisos militares” no sean ni siquiera objeto de debate entre la sociedad española.

No juegan ellos solos

Estas son las exigencias y los proyectos de Washington o Berlín para España. Su proyecto ha avanzado desde 2010, pero como ellos mismos reconocen “está inacabado”. La necesidad de dar nuevas vueltas de tuerca al saqueo sobre la población -en terrenos tan sensibles como las pensiones- o al expolio sobre nuestras riquezas nacionales -haciéndose con el control casi total de sectores estratégicos como el energético- va a provocar necesariamente nuevas sacudidas, ante las que debemos estar preparados.

Pero esta partida no la juegan ellos solos. Existe en España una mayoría social que rechaza los recortes, que exige salir de la crisis aplicando una auténtica política de redistribución de la riqueza. Y que, como hemos comprobado con las pensiones, tiene también capacidad e influencia para imponer sus condiciones.

La pugna entre estas dos fuerzas, cuyos intereses son irreconciliables, va a decidir el futuro del país.

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