El G-20 se plantea la lucha contra los paraí­sos fiscales

Los paraí­sos fiscales un instrumento del imperialismo

Todos los estados del mundo han puesto en marcha monumentales planes de estí­mulo económico que precisan financiación. Así­ que los paraí­sos fiscales, se han convertido en un auténtico problema

En unos meses, la lucha contra los araí­sos fiscales, ha vuelto a estar de actualidad. No pasa una semana sin que aparezcan en la prensa declaraciones polí­ticas acerca de la necesidad de poner fin a las «jurisdicciones piratas», de aumentar la transparencia o de luchar contra el fraude fiscal. La crisis financiera ha hecho que se refuerce el discurso polí­tico en este sentido.Todos los estados del mundo han puesto en marcha monumentales planes de estí­mulo económico que precisan financiación. Así­ que los paraí­sos fiscales, se han convertido en un auténtico problema. Como ha explicado el ministro de Presupuestos alemán, Eric Woert, «es inaceptable que la banca internacional continúe sirviéndose de los paraí­sos fiscales mientras recibe capital de los contribuyentes para sostenerse».¿Qué se oculta detrás de este aparente consenso? ¿La búsqueda de un chivo expiatorio en el contexto de desbandada de los mercados financieros o una tendencia profunda a una menor tolerancia ante el fraude fiscal? La propia expresión «paraí­so fiscal», forma parte de esos términos, mal definidos, que son un cajón de sastre en el que todo está asociado con paisajes de playas de arena dorada y cocoteros o de lagos y montañas… El número de paraí­sos fiscales varí­a en función de la definición utilizada, incluyendo paí­ses tan diferentes como Samoa, Bahamas, Liechtenstein, Mónaco, pero también para algunos Irlanda, Holanda y, ¿por qué no?, Francia y Dinamarca.Los paraí­sos fiscales han existido siempre, ya que permiten a los Estados más desarrollados realizar transacciones opacas en su propio interés, y que van desde la corrupción de agentes públicos hasta operaciones secretas diversas y variadas. Con cada escándalo financiero, se da a conocer una serie de empresas off shore (registradas en paraí­sos fiscales); así­ sucedió tras la quiebra de Enron o el asunto de las fragatas vendidas por Francia a Taiwan. Merkel, Alemania, abrió esta nueva ofensiva con el caso de las cuentas de Liechtenstein. Ahora es la administración de EE UU la que ha llegado con UBS a un acuerdo de resarcimiento -más de 800 millones- por colaborar con contribuyentes estadounidenses en la evasión de rentas. Como es sabido, UBS, es el santa santorum -también JP Morgan y alguna otra entidad- de las grandes fortunas del mundo. Pero EE UU ha ido más allá: exige a Suiza el nombre de los 52.000 estadounidenses que son titulares de cuentas helvéticas.Según los datos que maneja la OCDE, una cuarentena de paraí­sos fiscales -en realidad hay 10 veces más, pero mucho no logran hacerse con un flujo de fondos significativo- acumulan 4,7 billones de euros.Está comprobado que 50% de los flujos financieros mundiales transitan por ellos. La mitad de los préstamos internacionales proviene de entidades bancarias instaladas en esos territorios y la mitad de los depósitos internacionales se dirige hacia entidades situadas en esas plazas financieras. Más grave aún: la tercera parte de la inversión directa extranjera de las trasnacionales acaba en los paraí­sos fiscales.Si bien no originaron la crisis financiera actual, jugaron un papel importante en ella. Se descubrió que el banco británico de negocios Nothern Rock, el primero en ser nacionalizado por el primer ministro inglés Gordon Brown, habí­a escondido la mayor parte de su deuda en una de sus sucursales registrada como asociación caritativa en la Isla de Jersey. El banco estadunidense Bear Steams quebró en marzo pasado porque sus fondos especulativos registrados en las Islas Caimán y en Dublí­n tomaron riesgos aberrantes. Fue exactamente lo que pasó con el banco alemán Hypo Real Estate que la canciller Angela Merkel nacionalizó a toda velocidad a principios de octubre. Sus filiales registradas también en Dublí­n ‘jugaron’ con sus fondos especulativos y hundieron al banco.La apuesta de Obama por reducir el déficit publico grabando las grandes fortunas, y persiguiendo la evasión fiscal, para garantizar los nuevos presupuestos y el inmenso gasto público que conlleva su plan. Ha puesto en el punto de mira a los paraí­sos fiscales.Los paraí­sos fiscales que al contrario de la visión ententes supranacionales donde se juntan especuladores internacionales al margen de los estados o teorí­as de la conspiración tipo James Boond «spectra». No tienen nada de eso, son creaciones del mismo imperialismo que surgen en la postguerra al igual que el FMI o el Banco mundial, al calor de la dolarización de la economí­a mundial, como elementos de control de los ingentes capitales surgidos con los petrodólares, o como las islas británicas, para controlar los eurodólares surgidos en la guerra frí­a.Un instrumento más que ha servido al imperialismo y a las oligarquí­as nacionales para poner a buen recaudo sus beneficios

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