La cumbre de la UE castiga a España

Los pantalones de Zapatero

Cuando todo el mundo esperaba «de acuerdo con la lógica de las cosas» que la Italia de Berlusconi y la banca francesa (la más expuesta a la deuda griega) fueran los principales señalados en las resoluciones de la cumbre, uno y otra se salen casi de rositas, mientras a España se la pone al nivel de Grecia «es decir, en el último furgón de cola de la UE» y la banca española sale como la gran perjudicada, forzada a cargar con más de una cuarta parte de la recapitalización que se exige a los bancos europeos.

A pesar de no tener ninguna exposición a la deuda griega, los 5 mayores bancos españoles se ven obligados a reforzar su capital de máximo nivel con 26.000 millones de euros, prácticamente la misma cantidad que los propios bancos griegos. Mientras a los bancos franceses se les exige apenas un tercio que a los españoles, a los italianos la mitad y a los alemanes una quinta parte. Y quien crea que se trata sólo de un asunto económico o que afecta exclusivamente a los bancos, se equivoca de medio a medio.Equilibrios de poder«Lo que se ha resuelto en la cumbre es una cuestión de equilibrio de poder» Con la franca desvergüenza que suele caracterizarla, la prensa francesa ha definido a la perfección lo ocurrido. Lo que se ha resuelto en la cumbre no es fundamentalmente un problema económico, sino una cuestión de equilibrio de poder, de correlación de fuerzas. Y en ese pulso, Zapatero ha permitido que a España se la haya relegado a poco menos que a un muñeco del pim-pam-pum en el que todos descargan sus golpes, haciéndole pagar facturas ajenas. Las declaraciones públicas de Sarkozy los días previos a la cumbre, afirmando que hoy “nadie querría estar en la situación” de España, porque “un país que no hace el esfuerzo para controlar sus gastos es un país que ha dejado de ser independiente” ya nos pusieron sobre la pista de lo que se estaba tramando. «Nunca la posición de España había caído tan bajo» Alemania, cuyos bancos han aprovechado estos meses para endosar al Banco Central Europeo la mayor parte de sus títulos de deuda griega, impone sus tesis y aprovecha la alta calificación de su deuda pública para que su sistema bancario salga incólume. Francia, cuya banca ha sido la más castigada en las bolsas desde hace meses por su exposición a la deuda griega, consigue para ella un exquisito trato de favor, gracias al cual mantendrá su codiciada triple A. E Italia, reiteradamente señalada por los mercados como el principal riesgo sistémico en Europa, sale de la cumbre con unos golpecitos de confianza en el hombro para Berlusconi por parte de Merkel y Sarkozy.Nunca en la historia de la pertenencia de nuestro país a la UE los resultados de una cumbre habían sido tan contrarios a nuestros intereses y nunca la posición de España había caído tan bajo. El PP crítica a Zapatero de “no haber sabido defender la marca España” en la cumbre. Pero lo sucedido en Bruselas esta semana obliga a hacerse preguntas que van mucho más allá. ¿Por que un presidente, políticamente amortizado y que deja no sólo su cargo, sino su vida política activa en unas pocas semanas, lo que en principio le permitía una mayor libertad de movimientos, un mayor margen de maniobra y autonomía, transige con un ataque de esta envergadura y deja a su país a los pies de los caballos? ¿Qué es lo que busca con esto? ¿Poder pasar a un “retiro dorado”? ¿Ser alabado, y recompensado, por sus colegas europeos como el “gran estadista” que en los últimos instantes de su vida política se desvivió por complacerles? Porque la carrera que lleva en los últimos meses –primero con la reforma de la Constitución, después con la instalación del escudo antimisiles, ahora asumiendo un pago que les corresponde a otros– es seguro que efectivamente complace en grado sumo a Washington, Berlín y París, pero al mismo tiempo lo hace firme candidato a convertirse en el más nefasto gobernante para nuestro país de los último dos siglos, en franca competencia con Godoy.Si éste entregó España a Napoleón con la ilusoria esperanza de ser recompensado con la corona de un imaginario reino en el Algarve portugués, ¿qué espera Zapatero a cambio de haber entregado la Constitución a Merkel, Rota a la última, sofisticada y mortífera invención del Pentágono y, como servicio postrero, pagar la factura de Sarkozy y Berlusconi?¿Quién pagará la factura?En apariencia, lo que se ha tratado en la cumbre afecta sólo a la banca. Pero quien crea que Botín o Francisco González van a cubrir las nuevas exigencias reduciendo sus beneficios y dividendos o recortando el sueldos y las primas de sus directivos es que no tiene ni idea del mundo en que vivimos. La realidad es que al final, como ha ocurrido desde que estalló la crisis, serán los jubilados españoles o los usuarios de la sanidad y la educación públicas los que acabaremos pagando las cuentas que han rehusado pagar Merkel, Sarkozy y Berlusconi y nos han endosado a nosotros. La recapitalización exigida a los bancos españoles, al tener que proveerse de nuevo capital, aboca a una congelación todavía mayor del crédito para empresas, autónomos y familias. Y, con ello, a una segura recaída en la recesión en los próximos trimestres: más paro, más estancamiento, más caída del consumo,… Lo que a su vez se convertirá en más rebajas salariales y nuevos y mayores recortes sociales. En esto se traduce de forma práctica lo impuesto en Bruselas por el eje franco-alemán y mansamente aceptado por Zapatero.

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