Entrevista con Péricles Monteiro, simpatizante del PT en Salvador-Bahía, activista social por los derechos humanos. Formado en Derecho Social y Administración. Miembro de Igleja Batista Nazareth.
La entrada en prisión de Lula da Silva ¿consuma la tercera parte de un golpe de Estado «blando» que lleva viviendo Brasil desde hace dos largos años?
Sin duda, la prisión de Lula es parte del golpe. El término «blando» queda, de hecho, bien entre comillas, pues a pesar de no haber habido violencia física diseminada, o movimiento de tropas militares, como en el golpe de 1964, hubo violencias en otros sentidos: la no aceptación por la oposición del resultado de la elección presidencial de 2014; luego el impeachment contra Dilma; el posicionamiento sistemáticamente tendencioso de los medios de comunicación hegemónicos contra Lula y el Partido de los Trabajadores y la postura claramente parcial de buena parte del sistema de Justicia. Estos ejemplos que componen un cuadro de violencias, concretas o simbólicas, que nos lleva a identificar, por el contrario, un golpe muy duro.
¿Quién y por qué, con qué objetivos, ha llevado adelante este proceso golpista y fraudulento? ¿Qué papel ha jugado la Judicatura y cómo es posible que se haya acabado condenando a Lula a 12 años de prisión por “corrupción?
Muchas evidencias, circunstancias y argumentos apuntan a un golpe organizado de fuera para dentro, con la colaboración de sectores de la llamada elite brasileña. Por otra parte, hay precedentes históricos para esa visión. El mismo imperialismo estadounidense que llevó a Getúlio Vargas al suicidio en 1954 y a deponer a Juan Goulart en 1964 está ciertamente detrás del impeachment de Rousseff y de la prisión de Lula. ¿Qué tienen en común los ex presidentes? El hecho de haber contrariado a la élite brasileña, al intentar gobernar y usar el Estado para atender demandas seculares de los más pobres. Hoy, por la lectura de documentos desclasificados de EEUU, podemos comprobar lo que antes solo sospechábamos acerca de la interferencia estadounidense en el pasado; de aquí a algunos años tendremos la oportunidad de hacer lo mismo con los acontecimientos más recientes.
El golpe tiene objetivos inmediatos: intereses y demandas de la élite política, empresarial y financiera, mediática y judicial. La clase empresarial-financiera (aquí llamamos «rentistas», es el caso de los bancos), por ejemplo, no quiere correr el riesgo de perder sus ganancias cada vez mayores, en plazos cada vez más cortos. Los políticos conservadores (muchos, además, involucrados con corrupción crónica) luchan por estar siempre en el poder. Los medios de comunicación, además de constituirse en empresas (hegemónicamente privadas y propiedad de pocas familias) son, por lo tanto, ideológicamente reaccionarios y editorialmente deshonestos. El estamento judicial, a su vez, en razón de la forma en que básicamente se constituye, se compone mayoritariamente por operadores que muy difícilmente proceden de las clases más bajas. Jueces, fiscales y fiscales son elegidos por concurso público de pruebas y títulos. En ellos, aprueban principalmente aquellos que, por las condiciones familiares favorables, pudieron obtener una formación educativa privilegiada en relación a los demás. Por otro lado, los miembros de los tribunales son elegidos, por regla general, dependiendo del nivel del tribunal, por el Presidente de la República o los gobernadores de los Estados. Así, hemos visto que las decisiones judiciales tienden a reflejar, por clase de origen de sus elaboradores, posiciones reaccionarias, conservadoras y moralistas.El término “golpe blando” hay que ponerlo entre comillas. De conjunto hay un cuadro de violencias, concretas o simbólicas, que nos lleva a identificar por el contrario, un golpe muy duro.
Pero el golpe atiende también a los intereses económicos y geopolíticos de los EEUU. De un solo golpe, los norteamericanos están: primero, teniendo acceso fácil, barato y privilegiado a nuestras riquezas (petróleo en primer lugar); segundo, viendo a nuestras empresas de punta (construcción civil y naval, energía nuclear, siderurgia, petróleo, construcción de aviones y otras en el campo de la infraestructura) ser destruidas o tornadas insignificantes, eliminando competidores en sectores estratégicos; tercero, desarticulando el movimiento de gobiernos progresistas en la zona del MERCOSUR; cuarto, inviabilizando o retardando el papel de los BRICS; quinto, golpeando indirectamente, a sus actuales enemigos chinos y rusos.
A nivel nacional, el golpe intenta desmoralizar el Partido de los Trabajadores, y la izquierda en general, integra el bastante conocido propósito de mantener las cosas como siempre estuvieron en Brasil: una élite bastante minoritaria y privilegiada, alta concentración de renta, dejando a Brasil entre las mayores desigualdades sociales del mundo.
Mucha gente se pregunta cómo es posible que un presidente como Temer, con solo el 3% o 4% de apoyo, acusado por corrupción se mantenga en el gobierno, mientras a Lula, que acabó su mandato con un índice de apoyo popular, está en la cárcel. ¿Qué papel están jugando los medios de comunicación en este proceso golpista?
Todo eso es posible, por las razones ya expuestas. El sistema legal-judicial que persigue a Lula y el PT es el mismo que, en relación las élites, no actúa. O cuando lo hace, actúa de manera lenta, o para mantener apariencias.
El papel de la prensa es fundamental. La gran presión sobre el poder judicial viene de los medios. Los principales periódicos y revistas y, en particular, las emisoras de televisión, orquestan una narrativa cohesiva que busca caracterizar a los políticos como «genéticamente» corruptos y responsables directos de los problemas y males del país. Es lo que llamamos aquí «demonización de la política». Esa narración viene siendo construida hace por lo menos tres décadas. La idea es, por la vía de la desmoralización de los políticos y de la propia política, trastocar los fundamentos de la democracia. No olvidemos que en 1988, en el entusiasmo con el fin del régimen militar, logramos milagrosamente elaborar una Constitución bastante progresista y con normas de gran alcance social. A pesar de diversas enmiendas constitucionales conservadoras a lo largo de esos años, la élite brasileña siempre vio ésto con disgusto.
Además, los medios de comunicación también ejercen presión directa sobre el poder judicial. El uso de noticias falsas, distorsionadas o elucubraciones contra jueces individualmente después de determinadas decisiones, inhibe o potencia, según el caso, ciertos sesgos en decisiones futuras.
En los días previos a la condena y la entrada en prisión de Lula se ha vuelto a oir a los militares. ¿Qué papel juega el Ejército en Brasil? ¿Sigue estrechamente vinculado a EEUU?
Aún no hay mucha claridad en el posicionamiento de las Fuerzas Armadas de Brasil, ya que por ahora existe visiblemente sólo la retórica de algunos oficiales. No por falta de ideología o voluntad militar, sino, a lo mejor por no existir las condiciones claramente objetivas favorables a una intervención. Sin embargo, esto no está descartado. Los oficiales de alto rango del Ejército brasileño (así como muchos jueces también) son «entrenados» en EEUU y aún preservan visiones de mundo del tiempo de la guerra fría. Son conservadores en las costumbres, ultra liberales en la economía y pro americanos en el escenario internacional.
¿Podemos hablar de golpe de Estado sin balas (Judicatura, campañas mediáticas, intervención parlamentaria, generales …) como parte de la estrategia de los ‘golpes blandos’ (Paraguay, Argentina, Venezuela, Brasil…) para tratar de derribar, uno a uno, los gobiernos del frente antihegemonista iberoamamericano?
Sí. Los casos de Honduras y Paraguay fueron los dos primeros «ensayos» en ese sentido. Y Brasil, cuya resistencia popular aparentemente es más débil, pero también por su importancia económica y estratégica, puede ser la primera piedra del dominó a ser derribada.
¿Cómo es la situación actual en Brasil bajo el gobierno de Temer?
Poco después de tomar posesión, el gobierno golpista de Temer inició el desmantelamiento del estado social engendrado por Lula con la retirada de los derechos de los trabajadores. Ahora, menos de dos años después del golpe, las condiciones de vida de la población cayeron drásticamente. El desempleo pasó del 4% de los tiempos de Lula al 13%. La desindustrialización avanza y se dice que ya hemos retrocedido más de 50 años. Se han suprimido los derechos laborales y el empleo temporal y precario sustituye al estable en gran medida. Los programas sociales están siendo desmontados o minimizados. Todo se ha hecho para favorecer el capital especulativo y no la producción industrial nacional.
Ante la inmimencia de las próximas elecciones, necesitaban encarcelar a Lula, el favorito en las encuestas, e inhabilitarlo como candidato. ¿Cómo se está planteando el PT las elecciones tras la encarcelación de Lula?
Veo un escenario de incertidumbres, incluso faltando sólo unos seis meses para las elecciones. Dentro del propio PT, ante el gigantismo de la figura de Lula, no hay un sustituto a la altura. También aún no es posible afirmar si Lula va o no a participar como candidato en el proceso electoral. Posiblemente, van a intentar apartarlo de las elecciones. En caso de que Lula sea imposibilitado de participar, creo que las izquierdas deberían unirse en torno a un nombre viable y apoyado por Lula.
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“Os oficiais do Exército brasileiro, assim como muitos juízes, são treinados nos EUA.”
Entrevista a Péricles Monteiro, de Salvador-Bahia, simpatizante do PT, ativista social pelos direitos humanos. Formado em Direito e Administração Social. Membro da Igreja Batista de Nazareth.
A entrada em prisão de Lula da Silva consuma a terceira parte de uma golpe de Estado «brando» que leva vivendo Brasil desde faz dois longos anos?
Sem dúvida, a prisão de Lula é parte do golpe. O termo “brando” fica, de fato, bem entre aspas, pois apesar de não ter havido violência física disseminada, ou movimentação de tropas militares, como no golpe de 1964, houve violências em outros sentidos: a campanha de não aceitação, pela oposição, do resultado da eleição presidencial de 2014, as medidas adotadas pelo Congresso Nacional, especialmente quanto ao impeachment, o posicionamento sistematicamente tendencioso dos meios de comunicação hegemônicos contra Lula e o Partido dos Trabalhadores e a postura claramente parcial de boa parte do sistema de Justiça. Esses exemplos compõem um quadro de violências, concretas ou simbólicas, que nos leva a identificar, ao contrário, um golpe muito duro.
Quem e por que, com que objetivos, tem levado adiante este processo golpista e fraudulento? Que papel tem jogado o Judiciário e como é possível que se tenha acabado condenando a Lula a 12 anos de prisão por “corrupção?
Muitas evidências, circunstâncias e argumentos apontam para um golpe organizado de fora para dentro, coma colaboração de setores da chamada elite brasileira. Aliás, há precedentes históricos para alicerçar tal visão. O mesmo imperialismo estadunidense que levou Getúlio Vargas ao suicídio, em 1954, e à deposição de João Goulart, em 1964, está certamente por trás do impeachment de Dilma Rousseff e da prisão de Lula. O que esses ex-presidentes têm em comum? O fato de terem contrariado a elite brasileira, ao tentar governar e usar o estado para atender demandas seculares da população mais pobre. Hoje, pela leitura de documentos liberados pelo governo dos Estados Unidos, podemos comprovar o que antes apenas acreditávamos a respeito da interferência americana no passado; daqui a alguns anos teremos oportunidade de fazer o mesmo em relação aos acontecimentos mais recentes.
O golpe tem/teve objetivos mediatos e imediatos. Estes se referem a interesses e demandas da elite política, empresarial e financeira, midiática (esta também empresarial) e judicial. A classe empresarial-financeira (aqui chamamos de “rentistas”; é o caso dos bancos), por exemplo, não quer correr o risco de perder seus ganhos cada vez maiores, em prazos cada vez mais curtos. Os políticos conservadores (muitos, além disso, envolvidos com corrupção crônica) lutam por uma narrativa que lhes garanta estar sempre com o poder. Os meios de comunicação, a par de se constituírem em empresas (hegemonicamente privados e propriedade de poucas famílias) são, até por isso, ideologicamente reacionários e editorialmente desonestos. O estamento judicial, por sua vez, em razão da forma como basicamente é constituído, compõe-se majoritariamente por operadores que muito dificilmente são oriundos das classes mais baixas. Juízes, promotores e procuradores são escolhidos por concurso público de provas e títulos. Ora, nesses concursos são aprovados principalmente aqueles que, pelas condições familiares favoráveis, puderam obter uma formação educacional privilegiada em relação aos demais. Por outro lado, os membros de tribunais são escolhidos, em regra, a depender do nível do tribunal, pelo Presidente da República ou por governadores dos Estados. Assim, temos visto que as decisões judiciais tendem a refletir, por classe de origem de seus elaboradores, posições reacionárias, conservadoras e moralistas. O termo “brando” fica, de fato, bem entre aspas. Esses exemplos compõem um quadro de violências, concretas ou simbólicas, que nos leva a identificar, ao contrário, um golpe muito duro.
O golpe atende, primeiramente aos interesses econômicos e geopolíticos dos Estados Unidos. De uma só tacada, os americanos estão 1) tendo acesso fácil, barato e privilegiados às nossas riquezas (petróleo em primeiro lugar); 2) assistindo a nossas empresas de ponta (construção civil e naval, energia nuclear, siderurgia, petróleo, construção de aviões e outras no campo da infraestrutura) ser destruídas ou tornadas insignificantes, eliminando concorrentes em setores estratégicos; 3) desarticulando o movimento de governos progressistas na zona do MERCOSUL; 4) inviabilizando ou retardando o papel dos BRICS; 5) atingindo, indiretamente, seus atuais inimigos chineses e russos.
A nivel nacional, el golpe intenta desmoralizar el Partido de los Trabajadores, y la izquierda en general, integra el bastante conocido propósito de mantener las cosas como siempre estuvieron en Brasil: una élite bastante minoritaria y privilegiada, alta concentración de renta, dejando a Brasil entre las mayores desigualdades sociales del mundo.
Muita gente pergunta-se como é possível que um presidente como Temer, com só 3% ou 4% de apoio, acusado por corrupção se mantenha no governo, enquanto a Lula, que acabou seu mandato com um índice alto de apoio popular, está na cadeia. Que papel estão jogando os meios de comunicação nesse processo golpista?
Tudo isso é possível, pelas razões já expostas. O sistema legal-judicial que persegue Lula e o PT é o mesmo que, em ralação ao grupo da elite, não age, ou quando age o faz lentamente, ou age para manter aparências. Aí o papel da imprensa é fundamental. A grande pressão sobre o judiciário vem da mídia. Os principais jornais e revistas e, notadamente, as emissoras de televisão, orquestram uma narrativa coesa que busca caracterizar os políticos como “geneticamente” corruptos e responsáveis diretos pelos problemas e males do país. É o que chamamos aqui de “demonização da política”. Essa narrativa vem sendo construída há pelo menos três décadas. A ideia é, pela via da desmoralização dos políticos e da própria política, atingir os fundamentos da democracia. Não esqueçamos que, em 1988, no entusiasmo com o fim do regime militar, conseguimos milagrosamente elaborar uma Constituição bastante progressista e com normas de grande alcance social. Apesar de diversas emendas constitucionais conservadoras ao longo desses anos, a elite brasileira não se manteve conformada com o que ainda há avanço social em seu texto.
Além disso, os veículos de comunicação exercem também pressão direta sobre o judiciário. O uso de notícias falsas, distorcidas ou ilações contra juízes individualmente ou enquanto grupamento de servidores públicos, antes ou depois de determinadas decisões, inibem ou encorajam, conforme o caso, certos vieses em decisões futuras.
Nos dias prévios à condena e a entrada em prisão de Lula voltou-se a ouvir aos militares. Que papel joga o Exército em Brasil? Segue sendo um exército golpista e estreitamente vinculado a EUA?
Ainda não há muita clareza no posicionamento das Forças Armadas do Brasil, já que por enquanto existe visivelmente apenas a retórica de alguns oficiais. Não por falta de ideologia ou vontade militar, mas, sim, por talvez não existirem condições claramente objetivas favoráveis a uma intervenção. Entretanto, isso não está descartado. Os Oficiais de alta patente do Exército brasileiro (assim como muitos juízes também) são “treinados” nos Estados Unidos e ainda preservam visões de mundo do tempo da guerra fria. São conservadores nos costumes, ultraliberais na economia e pró-americanos no cenário internacional.
Podemos falar de golpe de Estado sem balas (Judiciário, campanhas midiáticas, intervenção parlamentar, gerais …) como parte da estratégia dos ‘golpes brando’ (Paraguai, Argentina, Venezuela, Brasil…) para tratar de derrubar, um a um, os governos de frente antihegemonista ibero-americano?
Sim. Os casos de Honduras e do Paraguai foram os dois primeiros “ensaios” nesse sentido. E o Brasil, cuja resistência popular aparentemente é mais fraca, mas também por sua importância econômica e estratégica, pode ser a primeira pedra do dominó a ser derrubada.
Como é a situação atual no Brasil baixo o governo Temer?
Logo depois de assumir, o governo golpista tratou de dar início ao desmonte do estado social engendrado por Lula e à retirada de diretos dos trabalhadores. Isso ocorre dentro do contexto a que me referi acima de interesses mediatos em jogo e de busca de “rasgar” a Constituição social. Neste momento menos de dois anos depois do golpe, as condições de vida da população caíram drasticamente. O desemprego passou do nível de 4% no tempo áureo de Lula para 13%. A desindustrialização avança e diz-se que já regredimos mais de 50 anos. Direitos trabalhistas foram suprimidos e o emprego informal substitui o formal em grande medida. Os programas sociais estão sendo desmontados ou minimizados. Tudo tem sido feito para favorecer o capital especulativo e não a produção industrial nacional.
Ante a iminência das próximas eleições, precisavam encarcerar Lula, o favorito nas pesquisas, e inabilitá-lo como candidato. Como está sendo desenhada a proposta do PT às eleições depois da encarceração de Lula?
Vejo um cenário de incertezas, mesmo faltando somente cerca de seis meses para as eleições. Dentro do próprio PT, diante do gigantismo da figura de Lula, não há um substituto à altura. Também ainda não é possível afirmar se Lula vai ou não participar do pleito. Possivelmente, vão alijá-lo da eleição. Caso Lula fique impedido de participar, creio que as esquerdas deveriam se unir em torno de um nome viável e apoiado por Lula.