Tras la represión nazi-fascista a los indígenas, los sátrapas del gobierno junto al fujimorismo y la derechista Unidad Nacional decidieron dar marcha atrás, de momento, con dos leyes que los aborígenes rechazan porque ponen en riesgo sus tierras. Las marchas siguen en pie, hoy en Lima y en las capitales de muchos países de Latinoamérica y Europa se suceden los actos de repulsa.
El gobierno eruano dio ayer un paso atrás en un intento por descomprimir la tensión que se vive en la Amazonía y desactivar la huelga y las marchas convocadas para hoy en todo el país, en protesta por la nazi-fascista represión contra los indígenas de la selva peruana, que el viernes pasado dejó una cantidad de muertos todavía indefinida, Por cielo y tierra fueron bombardeados los nativos. Según todos los informes que llegan, los nativos muertos en su mayoría no son encontrados, otros son hallados incinerados, al más puro estilo fascista hitleriano. Un verdadero holocausto. que entre nativos y policías superaría el medio centenar según medios oficiales y según las cifras de las organizaciones indígenas, organizaciones no gubernamentales y la misma Iglesia, son más de trescientos los desaparecidos, el ocultamiento de los cadáveres por el ejercito y la policía, quemándolos, echándolos al río o en fosas comunes, hace imposible un recuento oficial de los muertos. Pobladores de la zona aseguran haber visto helicópteros arrojando cadáveres a los ríos. Organismos nacionales e internacionales de derechos humanos han condenado la violencia contra los indígenas y exigido una investigación de lo ocurrido. Las Naciones Unidas expresaron su «profunda preocupación» por los violentos sucesos en la Amazonia peruana. El gobierno hasta el día de hoy solo reconoce nueve indígenas muertos y veinticuatro policías.En el Congreso, los sátrapas del APRA, con el apoyo de sus aliados del fujimorismo y de la derechista Unidad Nacional, decidió dejar en suspenso la vigencia de dos de las nueve leyes que promueven la privatización de la Amazonía y que los indígenas rechazan porque ponen en riesgo sus tierras ancestrales. Pero la rebelión indígena, que ha ganado apoyo en importantes sectores políticos, sociales y sindicales, no cedió.La convocatoria a la huelga amazónica y a las marchas de protesta en Lima y las principales ciudades del país fue ratificada luego de conocerse la decisión del Congreso de suspender, pero no derogar, las llamadas «leyes de la selva». Los indígenas mantenían bloqueadas varias vías, entre ellas la importante carretera que une las ciudades de Yurimaguas y Tarapoto.Ayer, el enfrentamiento se trasladó al Parlamento. Durante cinco horas, los coalición nazi-fascista y la oposición, encabezada por el Partido Nacionalista (PN), se enfrascaron en un intercambio de acusaciones y ataques. Los satrapas del APRA acusaron a los nacionalistas de «promover la violencia» y de «manipular a los indígenas» para «desestabilizar la democracia». La oposición, que insistió en todos los tonos para que las cuestionadas leyes sean derogadas, acusó al gobierno de desconocer los derechos de los indígenas para favorecer a las transnacionales y exigió una comisión investigadora independiente para determinar responsabilidades por la violenta represión contra los nativos amazónicos y la cantidad de indígenas muertos.Aprobada la suspensión de las leyes sobre la Amazonía, se de- sató el escándalo. Los congresistas del PN protestaron indignados y tomaron el centro del hemiciclo con cartelones y gritos en apoyo a los indígenas y exigiendo la derogatoria de las cuestionadas leyes, que ya han sido calificadas como inconstitucionales por dos comisiones del propio Congreso y por la Defensoría del Pueblo, opiniones que la mayoría no quiso tomar en cuenta. Varios parlamentarios levantaron frente a la mesa de la presidencia del Congreso una gran banderola en la que se podía leer «Tierra y agua no se venden. Escuchen a los pueblos andinos y amazónicos».Las congresistas Hilaria Supa y María Sumire, representantes de los pueblos indígenas andinos, se sentaron, vestidas con trajes típicos de sus comunidades, en medio del hemiciclo exhibiendo carteles escritos a mano en los que se pedía «por la vida, la paz y la democracia. No más muertos por nuestros recursos». Los parlamentarios nacionalistas colocaron en medio del recinto una corona de plumas de un Apu (jefe) indígena y encendieron velas, en señal simbólica de apoyo a los nativos amazónicos. Los congresistas decidieron pasar toda la tarde y la noche en el Congreso, en una vigilia de protesta contra el gobierno.»La selva no se vende, la selva se defiende», era una de las consignas más escuchadas que salían desde el hemiciclo parlamentario. La suspensión de las leyes en lugar de su derogación es una maniobra del gobierno para que los indígenas se desmovilicen y luego esas leyes se vuelvan a poner en vigencia. El mismo juego que han llevado acabo los sátrapas genocidas del APRA desde el comienzo de las protestas indígenas. La estrategia, fue llevar a la mesa de negociación a los dirigentes indígenas, sin tener ninguna voluntad de llegar a ningún acuerdo. El gobierno trataba de tomar tiempo en su lucha por defender los derechos adquiridos por los monopolios y la oligarquía fiel al imperialismo en su objetivo de convertir la selva peruana en un inmenso erial, fruto de la explotación de la madera, el petróleo y los prósperos cultivos de soja transgénica para producir biocombustibles. De tal forma que ante la opinión publica, influida por unos monopolios de la información oligárquicos, hacia parecer a los intransigentes y egoístas indígenas, que no luchan por el «bien común» y el desarrollo de la nación. Dividiendo y enfrentado al pueblo entre si. Preparando el terreno para sacar su verdadera cara fascista y genocida, dando la orden al ejército y la policía de entrar en la selva a sangre y fuego. Pero los indígenas no van a caer en esa trampa. Estas leyes son parte esencial del proyecto prohegemonista del gobierno. Los indígenas han aparecido para enfrentar este proyecto y por eso son reprimidos y satanizados por el gobierno. Las masivas movilizaciones, en todas las ciudades importantes de Perú, donde sindicatos, partidos y asociaciones ha formado una plataforma unitaria de lucha en solidaridad con los pueblos indígenas, exigiendo la dimisión de los sátrapas y la formación de una comisión independiente que investigue el genocidio perpetrado en la selva. El gobierno se esta dando cuenta, que su actuar nazi, esta consiguiendo el efecto contrario, unir al pueblo peruano en contra de los genocidas.Pero hay que estar alerta a la respuesta de los sátrapas del gobierno, que viéndose acorralados, pueden volver a sacar su verdadera cara de genocida y nazi. Estados de emergencias, de sitio y toques de queda, las prácticas que asume activamente Alan García para hacer frente a la protesta social, reprimiendo y haciendo desaparecer cualquier mecanismo que asegure el derecho de participación y por supuesto, el consentimiento de los Pueblos y comunidades frente a las políticas públicas del estado, lo que se hace mucho más «eficaz» frente a liderazgos sociales caudillistas, que facilitan la tarea represiva y de desmovilización. Decenas de asesinatos, centenares de judicializados y reprimidos, principalmente campesinos e indígenas en protestas sociales, son algunos de los saldos arrojados por el Gobierno de Alan García que sin lugar a dudas, junto a Uribe de Colombia, son considerados como uno de los más violentos y genocidas de la región.