Selección de prensa nacional

Los monopolios del poder

El ex-director general de universidades en el primer gobierno de Felipe González y ex presidente del Real Instituto Elcano, Emilio Lamo de Espinosa, escribe hoy un extenso artí­culo en la tercera de ABC que merece la pena leer detenidamente, puesto que realiza un penetrante análisis de la dimensión polí­tica de la crisis a la que se enfrenta nuestro paí­s.

Emieza Lamo de Espinosa por hacer un rápido pero certero repaso sobre la situación de los distintos poderes del Estado: un Congreso esclerotizado, un poder judicial en sus horas más bajas, un ejecutivo insustancial e incompetente, un deterioro creciente de los medios de comunicación y unos gobiernos autonómicos instalados en el despilfarro y el clientelismo. Una situación que, según el autor, está provocada por “el peso agobiante de los partidos políticos, sujetos ya monopolísticos, no del poder, sino de toda la vida pública e incluso cívica”, sujetos que en su opinión han llevado a la democracia española a aproximarse “a modelos bien conocidos como el italiano (y a veces incluso al argentino)”. Tras esta descripción, esencialmente cierta, de la realidad política e institucional de nuestro país, el autor analiza los cambios que reflejan los resultados electorales del 1-M y que, desde su punto de vista, pueden marcar un punto de inflexión. El fin de la hegemonía del PNV y su régimen clientelar en el País Vasco, el fracaso de las estrategia del PSOE de aislar al PP mediante el pacto con las fuerzas nacionalistas, el retroceso generalizado de un nacionalismo cada vez más escorado hacia lo excluyente y lo disgregador en las tres nacionalidades históricas y los efectos políticos de la crisis que han empezado a manifestarse sobre todo en los resultados de las elecciones gallegas. Pero si el análisis de la situación es extremadamente certero, y no hace más que poner de manifiesto la urgente necesidad de la regeneración democrática, ya no lo es tanto la alternativa que el autor propone. Alternativa tan forzada que entra abiertamente en choque con toda la primera parte de su brillante análisis. ¿Cómo van a ser precisamente quienes han conducido a la democracia española a modelos como el italiano o el argentino quienes nos saquen de esta situación? ¿De verdad cree el autor que esos “sujetos monopolísticos de la vida pública” que son los partidos mayoritarios van a renunciar a su “peso agobiante” para dar paso a un reparto o una reacomodación del poder del que disfrutan? Opinión. ABC ¿SEGUNDA TRANSICIÓN? NO, SEGUNDO CONSENSO Emilio Lamo de Espinosa Cuando parecía que, por fin, España había entrado en la vía de la normalización democrática y social, asentada en una Constitución con amplísima legitimidad, una economía dinámica y una sociedad culta, regresan viejos fantasmas. Pues sería ciego minusvalorar la crisis en que estamos sumidos, que tiene al menos dos dimensiones, una política y otra económica. Me centraré en la primera, menos comentada estos días pero, en buena medida, causa de la segunda. Pero analicemos los poderes del Estado para justificar esta afirmación. Y para comenzar con el legislativo, sin duda el núcleo de cualquier democracia, es evidente que hoy tenemos un parlamento de baja calidad, con un Congreso esclerotizado (…) y un Senado necesitado también de una profunda reforma constitucional (…) La calidad del poder judicial no necesita comentario pues está en sus más horas bajas (…) Si pasamos al tercer poder, el ejecutivo, basta comparar la preparación y competencia de los altos cargos de los primeros gobiernos de la democracia con los actuales, y el resultado es sonrojante. Y sobre este bosquejo (…) debemos añadir el profundo deterioro del cuarto poder, el de los medios de comunicación, cada vez más (…) volcados en la militancia (…) y doblemente fagocitados (con escasas excepciones), bien por su alineamiento político, cada día más sectario, bien por su incorporación a la estrategias (y, recientemente, agobios) económicos de sus empresas. Y no he mencionado todavía los gobiernos autonómicos, fuentes de despilfarro y clientelismo bordeando la corrupción. Si hubiera que buscar un solo culpable de ese deterioro general (aunque hay más), sin duda el principal es el peso agobiante de los partidos políticos, sujetos ya monopolísticos, no del poder, sino de toda la vida pública e incluso cívica (…) No es pues de sorprender el alejamiento creciente entre la «clase política» (término desgraciadamente adecuado) y la ciudadanía, aquélla hiperpolitizada, ésta despolitizada, aquélla perpetuamente en la trinchera, ésta desmovilizada. Sobre esta crisis política e institucional, de indudable relevancia, y que aproxima la democracia española a modelos bien conocidos como el italiano (y a veces incluso al argentino), se cierne hace meses la crisis económica, luego recesión, hoy ya brutal depresión. Pero cuya virulencia le debe mucho a un mal gobierno que ha atendido sólo al corto plazo disfrutando de un modelo que todos sabíamos estaba condenado al fracaso. Hay algún signo esperanzador, no obstante, y aludo a las recientes elecciones del 1-M que, combinadas con la misma crisis, pueden ser, deben ser, un punto de inflexión. (…) el fin de la hegemonía nacionalista en el País Vasco, que va a permitir airear por vez primera una sociedad clientelizada (…) y que muestra el fracaso de la estrategia social-nacionalista de Zapatero (necesitada de un PP antes demonizado), puede ser el punto de inflexión del fin de ETA. (…) tanto las elecciones vascas como (sobre todo) las gallegas, así como el ya evidente fracaso del tripartito catalán, muestran el cansancio de los electores con gobiernos «de yuxtaposición», que se reparten el poder en cuotas (…) Es, más que posible, probable, que la estrategia socialista de gobernar con minorías nacionalistas aislando al PP haya tocado a su fin (…) (…) la derrota de los nacionalistas en dos de las tres comunidades históricas, sumada a su anterior derrota en Cataluña, permiten sospechar que podríamos encontrarnos ante el punto de inflexión de la «cruzada» victimista nacionalista que, lanzada con moderación en los años 80, devino hegemónica en los 90. Y nada sería más beneficioso para España que los nacionalismos se vieran forzados a reorientar sus objetivos para encontrar el acomodo que todos esperamos en el marco constitucional, con la misma lealtad a España que los ciudadanos manifiestan a diario al expresar su doble identidad: nada impide ser plenamente catalán, vasco o gallego, y español al tiempo (y viceversa, por supuesto). Y un último medio comentario. La confluencia de una crisis económica brutal (…) con el declive de los nacionalismos, entorpece significativamente la estrategia de Zapatero y le obliga a cambiar el paso (…) su alternativa es ya sólo una, y con ella concluyo. (…) lo que necesitamos no es una segunda transición que resuelva los errores de la primera; tal proyecto jamás contará con más legitimidad. Lo que necesitamos es un segundo consenso, un nuevo entendimiento entre los dos únicos partidos responsables del proyecto secular que llamamos «España». Un segundo consenso que tiene ya en el País Vasco un espacio concreto de realización, que debe plasmarse en unos nuevos pactos de la Moncloa para hacer frente a la recesión económica, y que debe visualizarse en un nuevo gobierno abierto a la oposición (…) Mientras la política española se deteriora y la economía se desploma, nuestros recursos políticos se desperdician en batallas nimias que sonrojan al observador. Si este no es un momento de verdadera emergencia nacional, si este no es el momento de buscar entendimientos, acuerdos y consensos para un proyecto nacional ¿cuándo lo será? ABC. 17-3-2009 Carta del director. La Vanguardia LA SOLEDAD José Antich La teoría de la geometría variable para completar la mayoría en las Cortes, tantas veces predicada por los estrategas socialistas, saltó ayer por los aires en varias votaciones en el Congreso tan sólo 16 días después del 1 de marzo, fecha de las elecciones gallegas y vascas. Los socialistas ya han tenido el primer ejemplo de los efectos de aquellos resultados, que en el caso del Gobierno vasco perfilaron una compleja mayoría parlamentaria para desplazar al PNV. Es evidente que este escenario tendrá serias consecuencias en la política española. En primer lugar, el presidente del Gobierno ya sabe a ciencia cierta que los números no le salen para gobernar con tranquilidad y que uno de los riesgos que quería evitar desde que accedió a la Moncloa está más presente que nunca: la crisis económica se superpone a la crisis política. El PNV y el BNG en diferentes proporciones son hoy dos formaciones políticas desairadas y poco sensibles a los cantos de sirena socialistas en el Congreso. El tercer aliado posible no es en la actualidad un socio al que enamorar: CiU tiene como objetivo recuperar la Generalitat y no hacer carantoñas a un PSOE que encara un serio problema de imagen en Catalunya como consecuencia de un modelo de financiación autonómica embarrancado en los diferentes despachos de la Moncloa. En ese contexto, el PSOE, que concentró sus esfuerzos en la primera legislatura en aislar al PP haciendo imposible toda alianza de los populares con el resto de las fuerzas, ha vivido un cambio radical en el teatro de la política. Hoy las dificultades para entablar alianzas son para el PSOE, y los populares han dejado de ser aquellos a los que nadie quería acercarse. Bueno sería que no se lo tomaran a broma, ya que en política la soledad es siempre un mal presagio. LA VANGUARDIA. 18-3-2009 Editorial. El Correo SOLVENCIA FINANCIERA La comparecencia del presidente de la Confederación Española de Cajas de Ahorros, Juan Ramón Quintás, ante la comisión de Economía del Congreso de los Diputados confirmó ayer la grave inquietud que desde distintas instancias se está mostrando ante los límites que evidencia la intervención pública sobre la economía y la falta de resultados apreciables de la misma, de la que el representante de las cajas salvó los avales a las emisiones de la banca y el Fondo de Adquisición de Activos Financieros. El presidente de la CECA cifró en tres años la duración de la crisis, señalando que en España el inicio de la recuperación, como avalan numerosas instituciones y expertos, se demorará más que en el resto de los países. Su insistencia en que los esfuerzos públicos y privados han de ir orientados a garantizar la solvencia del sistema financiero reflejó una especial preocupación ante la eventualidad de que determinadas entidades pudieran verse abocadas a una especial intervención por parte de las autoridades, situación que cabría englobar dentro de los «riesgos sistémicos» que afectan a la economía española (…) El CORREO. 18-3-2009

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