Bruselas declara la guerra a los supermercados por la "especulación" alimentaria

Los monopolios atracan nuestro bolsillo y el de los agricultores

Que «estalle» de una vez el control de las grandes superficies sobre los abusivos precios de los alimentos. La posición monopolista de un pequeño grupo de multinacionales en el mercado de la alimentación europeo les ha permitido adquirir la capacidad de control casi absoluto de compra, distribución, stocks y, por tanto, imposición del precio de los alimentos.

Control e imosición, tanto del precio que pagan “en origen” a los productores, como el que nos venden en los supermercados a los consumidores. Precios que -según el producto- pueden variar entre un 300 a un 2.000% más. Por ejemplo, un kilo de tomates en origen es de 20 céntimos y el consumidor tiene que pagar a 2 euros el kilo, diez veces más. Tomates, leche, huevos, carnes, pescado, naranjas, limones… esta es la brecha entre productores y consumidores, por tanto, ¡el margen de beneficios de las grandes superficies! Pues bien, si esta era la situación antes de la crisis, desde el inicio de la llamada “crisis alimentaria” a finales de 2007, la especulación con los alimentos se ha convertido en un valor de alta rentabilidad, sobre todo para los grandes fondos de inversión que trasladaron sumas millonarias al sector. Fondos que antes iban a la construcción se han trasladado al rentable sector de los alimentos en búsqueda del máximo beneficio. ¿Qué se ha provocado? Igual que en la construcción no bajan los precios, sino que suben. En tanto que los capitales en ristra persiguen obtener la mayor tasa de ganancia posible, la especulación propia del capitalismo adquiere su particularidad en el mercado de los alimentos. La Eurocámara denunció hace unos días la política de precios que practican las cadenas de supermercados porque perjudica a los dos extremos de la cadena alimentaria: agricultor y consumidor. Brechas de precios cada vez mayores entre productores y consumidores, cuyo beneficio queda en un puñado de multinacionales alimentarias. La socialista griega Katerina Batzeli, apuntó que los consumidores están pagando “hasta cinco veces más” el precio al que venden los agricultores. Como sabemos en España esta política monopolista se ha llevado al extremo de que a muchos productores agrícolas se les impone un precio, incluso, por debajo de los costes de producción. Como en la leche o la naranja. Los eurodiputados denuncian “el abuso de poder” en el que incurren los supermercados y grandes mayoristas europeos, al forzar los precios a la baja para los proveedores, y controlar su acceso al consumidor final. Otra particularidad, no estamos hablando de ladrillos. El hecho de que los grandes núcleos financieros trasladen sus inversiones a este sector vital, provocando una crisis alimentaria (por ejemplo, por el incremento forzado en el precio de los alimentos) puede tener consecuencias sociales inestimables en momentos, ya de por sí, agudos por la crisis financiera. Son urgentes medidas drásticas contra la voracidad de las multinacionales alimentarias, que quieren cebarse -aún más- en épocas de crisis.

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