Literatura

Los minutos negros

En los últimos años. como reflejo de la explosiva situación que se vive en el norte de México, ha ido saliendo a la luz toda una nueva narrativa del más puro «género negro» (relatos sobre el narcotráfico, sobre la corrupción policial, sobre magnicidios, sobre impunidades, sobre el feminicidio de Ciudad Juárez…), que cuenta ya con una nómina de autores de verdadero peso y valí­a, como í‰lmer Mendoza, Daniel Sada, Humberto Crosthwaite o Eduardo Parra. A esta hornada de narradores se sumó en 2006 Martí­n Solares (Tampico, 1970) con una novela, «Los minutos negros», que ha creado un merecido revuelo.

En “Los minutos negros” (editada en Esaña por Mondadori) Martín Solares somete a juicio implacable el clima de corrupción y de impunidad que se implantó en todo México durante la presidencia de Luis Echevarría (1970-1976), y que no ha hecho más que profundizarse y desarrollarse hasta el presente. La novela comienza con la investigación que lleva a cabo el policía Ramón Cabrera (alias “El Macetón”) para intentar esclarecer el homicidio del periodista Bernardo Blanco, en la imaginaria ciudad portuaria de Paracuán, en la parte norte del Golfo de México, una ciudad que remite al Tampico natal de Martín Solares, pero también a otras ciudades de la zona. La pesquisa policial lleva al descubrimiento de que el periodista asesinado estaba indagando en una turbia historia policial de los años 70, el crimen de unas niñas, que quedó impune. Surge así un bucle dentro de la novela, un relato dentro del relato que, como las muñecas rusas, se ocultan una dentro de la otra no para encerrar la solución del misterio, sino la repetición incesante de “lo mismo”: otras muertes impunes, la misma corrupción rampante, los mismos interrogantes sin solución: ¿Es el mismo el que mató al periodista y a aquellas niñas a mediados de los setenta? ¿Fue el narco incipiente? ¿Un miembro de la siniestra y casi invisible policía secreta que asoló México durante decenios? ¿O uno de los poco honorables policías de la comandancia de Paracuán, ligados a todo género de actividades delictivas, corroídos por los sobornos, la corrupción e incluso el asesinato? Narrada con el estilo seco y trepidante que caracteriza a la mejor novela negra, “Los minutos negros” responde al desafío de un género que no se limita a ser mera crónica policial, sino que convierte a ésta en un poderoso instrumento de indagación social y política y en un verdadero –y privilegiado– laboratorio de análisis y observación de la naturaleza y la conducta humana. “La novela policial –dice Martín Solares– debe ser un bisturí que abre un cuerpo enfermo”. Y eso es exactamente “Los minutos negros”: un bisturí afilado que desgarra los tejidos tumefactos y los órganos podridos de un cuerpo gangrenado, en el que la corrupción, el asesinato y la impunidad se han adueñado de ingentes ámbitos de la vida social, política y del Estado y amenazan con liquidar el país. Un país en el que, como dice Juan Villoro, “la búsqueda de la verdad puede ser el mayor de los delitos”. “Los minutos negros” es un bisturí en busca de la verdad y una novela que logra, en muchas páginas, la intensidad, la emoción, el ritmo, la hondura, la redicalidad, la tensión y la lucidez de la gran literatura negra.Una novela que para Junot Díaz (premio Pulitzer 2008) es “lo mejor que he leído en español en bastante tiempo”.

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