Entrevista a Fátima Brañas, vicepresidenta y portavoz de AFEM (Asociación de Facultativos Especialistas de Madrid)

«Los médicos han salido a la calle para defender un bien común»

La Marea Blanca ha conseguido levantar un cordón sanitario, social y judicial, frente a la privatización hospitalaria. Estas son las claves y las perspectivas futuras según una de las asociaciones más combativas.

¿Era Madrid el laboratorio de la privatización hospitalaria para toda España?

Con la batalla de la Marea Blanca hemos conseguido paralizar la privatización madrileña y probablemente la privatización en otras Comunidades, porque lo más importante es que hemos conseguido despertar la responsabilidad de los profesionales y los ciudadanos en el sentido de no quedarse de brazos cruzados mientras los políticos gestionan algo tan importante como es la sanidad en contra de la salud de los ciudadanos.

Los recursos judiciales presentados por AFEM han dado en el clavo. ¿En qué punto débil les habéis dado?

Hemos acertado y también han acertado otras organizaciones. Creo que el punto débil lo ha puesto la Consejería, porque el proceso de privatización, además de no ahorrar (en contra de lo que decían ellos); además de poner en riesgo la salud de los ciudadanos; desde el punto de vista legal ha sido un proceso irregular (rebajaron drásticamente los avales a las concesionarias en el último momento y de forma ilegal…). La clave ha sido precisamente ir por la vía legal.

«La batalla de Madrid trasciende las fronteras de nuestra Comunidad»

La vía legal la han financiado los propios médicos, ¿también más gente?

Esto fue definitivo. Los médicos decidimos hacer un día de no huelga y dedicar el dinero que nos habrían quitado si hubiéramos hecho huelga en la lucha en defensa de la sanidad pública por la vía legal. Pero a esta iniciativa se sumaron muchísimos profesionales sanitarios y no sanitarios y muchísimos ciudadanos, conscientes de la trascendencia de este asunto. Ha sido una batalla que hemos ganado entre todos.

¿Qué claves han hecho posible la presión social de la Marea Blanca?

Yo creo que ha habido tres claves. La primera es tener razón y basar nuestra lucha en argumentos. Nosotros nos hemos opuesto a la privatización no por ideología. Hemos puesto argumentos que avalan que este cambio de modelo es nocivo para los ciudadanos.

La segunda, importantísima, es ser independientes. Poner muchísimas energías en no ser utilizados por partidos políticos. Unos y otros intentan tirarnos hacia su lado, los unos tachándonos de bolcheviques y los otros queriendo que AFEM pareciera parte de su ideología política.

Y la tercera clave, muy importante, es que los médicos, un colectivo poco dado a manifestarse, han salido a la calle para defender un bien común por encima de sus intereses particulares. Eso ha sido fundamental, porque ha hecho que los ciudadanos vieran la trascendencia del problema.

¿En qué varia lo sucedido la línea de actuación vuestra?

Nuestra orientación no cambia porque cambie el consejero. AFEM ha nacido con la vocación de recuperar al paciente como centro del sistema sanitario, revalorizar la profesión médica y luchar porque se gestione mejor la sanidad pública.

En la Comunidad de Madrid hay una falta absoluta de gestión sanitaria. Los hospitales públicos no están rindiendo por las tardes no porque no hayan medios humanos y materiales, sino por un interés expreso. Están derivando pruebas y cirugías a clínicas privadas. Hoy en día hay una privatización encubierta contra la que también tenemos que luchar.

Pero lo que nos gustaría hacer no es luchar en contra, sino a favor de que se gestione mejor la sanidad pública. Nos gustaría participar en la reconstrucción de la sanidad pública, que es lo que realmente urge hacer.

AFEM afirma que cuando la sanidad se pone en manos privadas se destruyen unos estándares de control que son difícilmente recuperables…

Sí hemos visto, y forma parte del proceso judicial, como en los hospitales públicos de gestión privada en Madrid, a veces se pone en peligro la mejor atención posible por razones empresariales. Pero el primer gran escollo en estos hospitales es que hay muy poca transparencia, muy poca información. Se pone el acento de forma muy marcada en la calidad percibida, en lo que los pacientes perciben al ir al hospital y no en la calidad real que reciben.

«Buena parte del gasto sanitario es por problemas sociales, no de salud»

¿Qué es lo que según vosotros tiene que cambiar en la sanidad actual a grandes trazos?

Desde un punto de vista muy práctico hay cosas que hay que cambiar como es centralizar las compras para abaratarlas. Pero hay algo mucho más de fondo, que va en la línea de mejorar la gestión, que es en primer lugar que haya transparencia. Para hacer una evaluación seria hemos pedido reiteradamente datos a la Consejería y nunca nos los han dado. Que haya competencia entre los hospitales no es malo, pero primero transparencia y evaluación.

Segundo, hay que profesionalizar la gestión. No puede ser que a los gerentes no se les pida ningún grado de profesionalidad. Son simplemente nombrados a dedo por el político de turno y cambian cuando cambia el partido en el gobierno. Y eso tiene consecuencias.

Tercero, el paciente anciano es el que más recursos consume, pero el sistema actual no está centrado en él, y te lo digo yo que soy geriatra. Habría que tomar medidas como promover unidades de convalecencia o fomentar la rehabilitación después de las estancias hospitalarias. O sea, coordinando perfectamente el sistema sanitario con los servicios sociales. Mucha parte del gasto que tenemos en sanidad no es por problemas de salud, sino por problemas sociales, por falta de ayudas o por no cuidar a un paciente en su domicilio.

Y, por último, fomentar el liderazgo y la autonomía entre los profesionales. Son los que mejor conocen dónde falla el sistema. Si le preguntaras a cada médico, y digo a cada médico no a cada jefe, cómo puede mejorar y ser más eficiente, y luego le dieras las herramientas para hacerlo se podría ahorrar muchísimo dinero. Nuestra profesión es mucho más que un trabajo, nuestra implicación es mayor. Y si dieras capacidad de gestionar su pequeño territorio, y por supuesto pidiéndole responsabilidades, las cosas funcionarían muchísimo mejor.

Desde nuestras publicaciones siempre hemos difundido la necesidad de una sanidad pública sí, pero bajo la línea que llamamos de “médicos descalzos”: prevenir, curar, ahorrar y mejorar al servicio del pueblo, y en cuyo diseño y gestión participen democráticamente asociaciones profesionales y ciudadanas. Pero bajo un bipartidismo corrupto la sanidad se somete a los intereses y al lucro de las grandes oligarquías financieras y los monopolios farmacéuticos, que nos han convertido en su segundo mercado mundial a base de despilfarro y muchas veces en contra de la salud colectiva. ¿Hay que cambiar quién manda en la sanidad?

Es una pregunta muy difícil porque haces afirmaciones muy serias. Hay que poner datos sobre la mesa. La industria farmacéutica es necesaria. Ojalá la investigación de nuevos fármacos se financiara por la administración. La parte de investigación financiada públicamente no es mínima, es minimísima. La industria farmacéutica ha tenido un papel importante en cuanto a inversión en investigación. Y eso es bueno. Claro que los monopolios son malos en todos los sectores de la vida y la sociedad. Tienen que haber mecanismos de control, sin lugar a dudas.

Deja una respuesta