Hay que parar la guerra. Ni terrorismo ni genocidio

Los manifiestos ‘Ni – Ni’

Lo han llamado -unos para atacarlo, otros para defenderlo- el "manifiesto Ni-Ni". Es el manifiesto que dice "Ni terrorismo, Ni genocidio". Y efectivamente, pertenece a toda una estirpe de "manifiestos Ni-Ni" de la que nos sentimos muy orgullosos, porque simbolizan una línea de pensamiento político imprescindible si se quiere unir al 90% para golpear a los centros de poder imperialistas

El manifiesto impulsado por Recortes Cero, bajo el lema “Hay que parar la guerra. Ni terrorismo ni genocidio”, está teniendo una honda repercusión. Algunas voces, tanto para apoyarlo como para criticarlo, lo han definido como “el manifiesto Ni – Ni”.

Reclamamos lo que ese “Ni – Ni” significa. No es un eslogan pegadizo. Es toda una línea política y de principios.

Denunciamos rotundamente tanto el genocidio ejecutado durante décadas por el Estado de Israel contra Palestina, bajo el amparo de EEUU, como el criminal terrorismo de Hamás, que asesina civiles inocentes.

Desde este “Ni – Ni”, ni terrorismo ni genocidio, es posible impulsar una línea justa, que conecte con el sentir de una mayoría social transversal.

Si no se adopta esta posición, si no se parte tajantemente del “Ni – Ni”, se justificará lo injustificable de una u otra forma, en un sentido o en otro.

La postura, política y moral, expresada hoy en la consigna “ni terrorismo ni genocidio”, es una línea con una larga trayectoria. Ante otras encrucijadas también dijimos “Ni – Ni”. Y estamos orgullosos de ello.

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Durante la Guerra Fría

¡Ni yanquis ni rusos!

Histórico cartel de la campaña del referéndum OTAN (1980 – 1986). La socialdemocracia pronorteamericana y los sectores prosoviéticos de la izquierda querían obligarnos a elegir entre dos superpotencias hegemonistas. El “Ni – Ni”, ni yanquis ni rusos, quebraba este falso dilema

En 1980 Unificación Comunista de España iniciamos una campaña contra el ingreso de España en la OTAN. Una decisión que generó un amplísimo movimiento, imponiendo al gobierno de Felipe González la celebración de un referéndum en 1986, la única vez que la superpotencia norteamericana se vio obligada a someter a votación la incorporación de un país a su estructura militar.

Pero esa campaña tuvo un sello particular. Expresado en una imagen icónica: la “calavera de la OTAN”. Miles de veces reproducida como referencia gráfica de todo un movimiento de lucha.

Y un lema que hacía emblema del Ni – Ni: “Ni yanquis ni rusos”.

Esta frase, unida al “OTAN No”, pulverizaba una de las trampas mortales impuestas a los pueblos durante la Guerra Fría.

Basada en la falsa premisa de que estábamos obligados a elegir entre la OTAN y el Pacto de Varsovia.

Y que en la izquierda se difundía bajo un mensaje venenoso: si estas en contra del imperio americano tu única opción es apoyarte en otro imperio “bueno”, “socialista”, el soviético.

El “Ni – Ni”, ni yanquis ni rusos, quebraba este falso dilema.

La línea basada en el “ni yanquis ni rusos” permitía una unidad amplísima, incluso más allá de la izquierda, en contra de nuestro ingreso en la OTAN.

Poniendo en primer plano una posición política y moral: no aceptamos ningún imperio, ni el de las barras y estrellas ni el que se disfraza bajo la bandera roja.

Impulsando una campaña contra la OTAN desde la denuncia del carácter imperialista y criminal de la otra superpotencia, la que con capital en Moscú buscaba confundir y manejar a los pueblos.

La línea basada en el “ni yanquis ni rusos” permitía una unidad amplísima, incluso más allá de la izquierda, en contra de nuestro ingreso en la OTAN.

Por el contrario, las posiciones que respaldaban, o justificaban, o no denunciaban a la superpotencia soviética, eran “agua de mayo” para EEUU, al identificar la lucha contra la OTAN con los intereses de Moscú.

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1999

¡Ni OTAN ni Milosevic!

En respuesta a las campañas de limpieza étnica del gobierno genocida de Slobodan Milosevic, la OTAN bombardeó Yugoslavia de marzo a junio de 1999. El manifiesto «Ni OTAN ni Milosevic» lanzado por Unificación Comunista de España quebró la trampa mortal según la cual había que elegir entre el genocidio de los albano-kosovares o las bombas sobre Belgrado.

En marzo de 1999 el gobierno serbio de Slobodan Milosevic intensificaba el exterminio de la población albanesa residente en Kosovo.

Mientras la OTAN, en contra de la decisión de la ONU, iniciaba unos masivos bombardeos contra Serbia, dirigidos contra la población civil.

Una doble tenaza, la del fascismo étnico de Milosevic y la del belicismo norteamericano, se cobraba miles de vidas albanokosovares y serbias, amenazando la paz mundial.

En ese momento desde Unificación Comunista de España lanzamos un manifiesto que partía otra vez del “Ni – Ni”: Ni OTAN ni Milosevic.

El manifiesto calificaba a Milosevic como “un Netanyahu para los albanokosovares y un Pinochet para los serbios”. Una política genocida en Kosovo para exterminar un pueblo, y una feroz represión que asfixiaba a los serbios.

Y condenaba la actuación de la OTAN, calificada como “bárbara, aventurera e ilegal”.

Tomando posición por todas las “víctimas inocentes”, las provocadas por “la política de Milosevic de exterminio del pueblo albano-kosovar”, y la generada por “los terribles sufrimientos y destrucción infringidos por la aviación de la OTAN al pueblo serbio”.

Este “Ni – Ni” permitió canalizar una respuesta, bajo el lema “Tenemos que parar la guerra”, exigiendo el cese tanto de la limpieza étnica de Milosevic como de los bombardeos de la OTAN.

El manifiesto fue firmado por Premios Nobel como José Saramago o Rigoberta Menchu, Premios Cervantes como Buero Vallejo o Miguel Delibes, deportistas icónicos como Miguel Induráin.

Se reeditó el manifiesto, ante la avalancha de cientos de llamadas y miles de cartas de apoyo.

Este “Ni – Ni” permitió canalizar una respuesta, bajo el lema “Tenemos que parar la guerra”, exigiendo el cese tanto de la limpieza étnica de Milosevic como de los bombardeos de la OTAN.

Tomar una posición tajante, “Ni OTAN Ni Milosevic”, permitió una enorme unidad. Y volvió a pulverizar otra trampa mortal.

La de quienes embellecían los bombardeos de la OTAN, calificados como “guerra humanitaria”, ofreciendo el apoyo a su actuación criminal como única forma de detener a Milosevic.

Y la de quienes desde banderas de izquierdas no denunciaban, o en algunos casos justificaban, los crímenes del fascismo étnico de Milosevic.

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2023

¡Ni terrorismo ni genocidio!

Detrás del Ni – Ni, ni genocidio ni terrorismo, hay toda una línea política y de principios. Desde la misma base de principios con la que denunciamos el genocidio de Israel condenamos el terrorismo de Hamás.

Ni – Ni. Lo dijimos durante la Guerra Fría, lo repetimos ante las guerras en la ex Yugoslavia, y lo reiteramos ahora.

Condenamos el terrorismo de Hamás. Nada puede justificar el asesinato de civiles israelíes inocentes. El terrorismo siempre es fascismo. Es lo más ajeno a la lucha de los pueblos.

Denunciamos el genocidio impuesto por el Estado de Israel, con el apoyo y aliento de EEUU. La defensa contra el terrorismo no justifica los bombardeos masivos sobre Gaza, ni un ataque contra la población civil que busca el exterminio de todo un pueblo.

Nada tiene que ver con “la equidistancia”. Como plantea el manifiesto “nuestro lugar está con la justa causa del pueblo palestino”.

Simplemente no tragamos con lo que no se debe tragar. Desde la misma base de principios con la que denunciamos la barbarie impuesta en Palestina por Israel, en colaboración con EEUU, condenamos el terrorismo de Hamás.

Bajo este “Ni – Ni”, ni genocidio ni terrorismo, hay una línea capaz de unir a la mayoría, en España y en todo el planeta, luchando por imponer un alto el fuego que detenga la matanza. Y abriendo el camino para una paz justa, que reconozca tanto el Estado israelí como el palestino.

Así lo demuestra las múltiples movilizaciones en todo el mundo por el fin de las matanzas, uniendo en muchos casos árabes y judíos, el abrumador apoyo en la ONU a la exigencia de un alto el fuego o el mismo elenco de firmantes del manifiesto.

El manifiesto impulsado por Recortes Cero plantea otro camino, una tercera vía que al partir del “Ni – Ni” coincide con el sentir de una inmensa mayoría, y al formularlo explícitamente permite que se exprese con rotundidad.

Desde Recortes Cero impulsamos el manifiesto “Por la paz. Fuera tropas rusas. Solidaridad con Ucrania”, denunciando la invasión imperialista rusa y apoyando a Ucrania. Y ahora hemos lanzado otro manifiesto donde planteamos que “defender al pueblo palestino hoy es defender la paz y la libertad en todo el mundo”. Ambos están unidos por un mismo hilo.

No es posible un apoyo “sin condiciones” a Israel, como algunos defienden, que supone callar ante el asesinato masivo de palestinos, acatando una invasión sobre Gaza que busca acabar con todo un pueblo.

Y tampoco es posible ni éticamente aceptable no condenar el terrorismo de Hamás bajo el argumento de que “lo más grave es el genocidio de Israel”, y menos equiparar sus actos criminales con la resistencia del pueblo palestino a la ocupación.

El manifiesto impulsado por Recortes Cero plantea otro camino, una tercera vía que al partir del “Ni – Ni” coincide con el sentir de una inmensa mayoría, y al formularlo explícitamente permite que se exprese con rotundidad.

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