Para esa fecha, Artur Mas y los sectores más rabiosamente soberanistas de Convergencia juegan con la posibilidad de que las elecciones generales de noviembre de 2015 den -como auguran todas las encuestas- un parlamento español atomizado y sin mayorías claras. Lo que, en sus cálculos, podría permitirle un mayor margen de negociación con un gobierno central políticamente más débil.
Pese a todas sus proclamas, la cúpula de Convergencia es perfectamente consciente de que el referéndum no tiene ninguna posibilidad de realizarse. PP y PSOE ya han manifestado con contundencia que no lo van a permitir de ningún modo. Sin asideros legales a los que agarrarse, es inevitable que a lo largo del próximo año el Tribunal Constitucional tumbe una tras otra todas las iniciativas que surjan del parlamento o del gobierno catalán para intentar celebrarlo. Y a medida que se acerque la fecha fijada para la consulta -el 9 de noviembre de 2014- vamos a asistir a un despliegue en todos los frentes de los poderes del Estado (que pese a la degradación del país siguen siendo muchos y muy fuertes) para impedir su realización. «Con su proyecto, Artur Mas está dividiendo al pueblo catalán entre sí y enfrentándolo con el resto del pueblo español» El primero de ellos, la próxima entrevista el 13 de enero de Rajoy con Obama en la Casa Blanca, uno de cuyos objetivos va a ser indudablemente obtener un respaldo explícito de la tradicional posición de la superpotencia de defensa del actual status quo europeo, y por tanto de la unidad de España. Algo que ya dejó meridianamente claro en octubre de este mismo año el presidente de la Cámara de Comercio de Estados Unidos en España, advirtiendo que empresas estadounidenses y extranjeras podrían deslocalizarse si Cataluña se independiza.Cegada la “vía checoslovaca” a la secesión, es decir, una ruptura consensuada por las clases dominantes implicadas y con la bendición de las potencias imperialistas; ¿es tan siquiera pensable imaginar a Artur Mas, o a Oriol Junqueras, liderando una fragmentación al “estilo yugoslavo”? A diferencia del Plan Ibarretxe, la consulta de Más no obedece directamente a un proyecto hegemonista inmediato de fragmentación de España, incluso aunque la burguesía monopolista alemana pueda estar tentada de considerarlo como una de las posibles opciones, según como se desarrollen los acontecimientos, en un hipotético escenario de la futura Unión Europea de aquí a 5 o 10 años vista. Un proyecto reaccionarioSin embargo, y a pesar de que la fragmentación de España no esté hoy en la agenda de ninguna gran potencia con intereses de dominio sobre España, la naturaleza de la posición de Artur Mas es absolutamente reaccionaria y prohegemonista. Por tres razones. En primer lugar porque introduce un factor de enorme debilitamiento de la posición de España como país, en unos momentos en que el proyecto hegemonista busca la degradación política de la nación como medio de intensificar el saqueo. Es previsible que Obama atienda las peticiones de Rajoy, ¿pero a cambio de qué? Es decir, ¿qué concesiones está dispuesto a hacer Rajoy, y que exigencias le va a plantear Washington a cambio de su apoyo?En segundo lugar, porque aun cuando la ruptura de España no esté en la agenda inmediata del hegemonismo alemán, no hay que descartar en absoluto que, bajo determinadas condiciones, pueda pasar a ser en un futuro más o menos cercano una baza de “reserva” por la que apostar. Artur Mas está creando las condiciones para que Berlín tenga en sus manos esa opción si en algún momento valora como conveniente o necesario usarla para sus objetivos de dominio sobre la UE.
En tercer lugar, y lo más importante, porque con su política está dividiendo al pueblo catalán entre sí y enfrentándolo con el resto del pueblo español, lo cual dificulta enormemente la unidad del 90% y la política de Frente Amplio, facilitando de esta manera en Cataluña y el resto de España la ejecución del principal proyecto hegemonista de intervención y saqueo. Los limitados apoyos de Artur MasEn el frente interno catalán, el proyecto soberanista de Mas no cuenta con el respaldo de los principales centros de poder financiero y empresarial de Cataluña, al mismo tiempo que su radicalización está favoreciendo el despertar político de los sectores populares opuestos a la ruptura con el resto de España. Ni La Caixa ni el Banco de Sabadell pueden apostar por una ruptura que supondría un golpe mortal para su negocio. No sólo porque tienen el grueso principal de su mercado en el resto de España, sino porque además acaban de ser enormemente favorecidos por el reparto oligárquico de las cajas y bancos desguazados por el rescate. El Sabadell se ha quedado con la CAM -una caja que le dobla en tamaño- por un euro. El mismo “precio” que acaba de pagar La Caixa por quedarse con el Banco de Valencia.Lo mismo ocurre con monopolios y grandes empresas catalanas (Gas Natural, Abertis, Roca, Frigols, Agrolimen,…), así como con la inmensa mayoría de pymes, para las que el mercado español constituye el 47% de su negocio. Mucho más si la secesión implica, además, la salida de la UE, con lo que cerca del 80% de las ventas catalanas quedarían severamente penalizadas. Algo que acaba de ratificar el presidente de la CEOE, el catalán Joan Rosell, al advertir que la “independencia de Cataluña causaría un grave perjuicio a los beneficios de las empresas catalanas”. Entre los sectores populares, y a pesar de que la política soberanista ha sido capaz de arrastrar a un importante sector de la población catalana con el banderín de enganche del derecho democrático a decidir y la creencia de que en un Estado independiente vivirían mejor, a medida que se ha ido radicalizando el proyecto de Mas crecen y se multiplican las fuerzas de resistencia a la ruptura de la unidad con el resto de España. Las últimas encuestas hablan ya de un empate entre los partidarios y los contrarios a la independencia, cuando hace sólo un año esas mismas encuestas daban una ventaja de más de 25 puntos a favor del independentismo. Un reciente estudio señala que en ninguna de las 27 mayores ciudades de Cataluña, con más de 42.000 habitantes, el independentismo es hoy mayoritario. Y el meteórico ascenso de Ciudadanos, situada ya como la tercera fuerza política de Cataluña, con 18 escaños según los sondeos, muestra la misma tendencia. La radicalización de Artur Mas está teniendo como consecuencia no deseada por ellos, pero inevitable, que aumente la visibilidad política de esa mayoría de la sociedad catalana partidaria de mantener los vínculos de unidad con España. Y cuanto más lejos y más rápido pretendan ir, no sólo se hará más visible la oposición a la ruptura, sino que este rechazo mayoritario se dotará de nuevos, mejores y mayores mecanismos de articulación política. El verdadero objetivo del pulso¿Es creíble pensar que Artur Mas y la cúpula de Convergencia no son conscientes de esta correlación de fuerzas adversa y están dispuestos a llevar el desafío hasta el final? Difícilmente. No son ningunos aventureros iluminados por una causa, sino una casta política que representa a una serie de sectores burgueses catalanes que han crecido durante todos estos años alimentados por las crecientes competencias de las estructuras del poder político y administrativo de la autonomía catalana. A pesar de los rasgos burocráticos que esta cercanía al poder político-administrativo les confiere, las condiciones de existencia de estos sectores de la burguesía catalana también les obligan a ser calculadores. Y medir muy mucho cuanto puede costarles, en términos materiales, cada paso político que dan. Mucho más cuando, a pesar de sus quejas, han vivido un fulgurante crecimiento económico en los últimos 15 años, en los que el PIB de Cataluña se ha multiplicado por 2,3 veces, riqueza de la que ellos se han quedado con buenaparte.«En ninguna de las 27 mayores ciudades de Cataluña el independentismo es hoy mayoritario» Cosa distinta es que este crecimiento ha ido acompañado de un endeudamiento tan exacerbado -en ese mismo período de tiempo la deuda pública de la Generalitat se ha multiplicado por 8,3 veces-, que hoy son absolutamente incapaces de hacer frente a sus deudas sin recurrir a la ayuda financiera del tan denostado gobierno de Madrid. Lo cual constituye, con toda seguridad, uno de los elementos centrales que están detrás del órdago soberanista de Mas. El estallido de la crisis y la nueva recomposición de piezas en el tablero europeo, donde los países del sur de Europa, entre ellos España, estamos condenados a pagar el grueso de la factura, exige imperiosamente para el desarrollo de esos sectores de la burguesía burocrático-administrativa regional catalana alcanzar un nuevo pacto con la clase dominante española que les otorgue el acceso a nuevas fuentes de financiación.Su lógica es que en una España degradada en la que el trasvase de una parte de la riqueza nacional hacia el gran capital extranjero está provocando el empobrecimiento generalizado del país, ellos sólo están dispuestos a permanecer en él si el empobrecimiento y el recorte de rentas se aplica a los demás territorios (Andalucía, Extremadura, Castilla,…), pero no a las rentas y privilegios que han alcanzado durante todos estos años de descentralización. En caso contrario, amenazan con irse. Es decir, la exigencia de una especie de “pacto fiscal a la vasca”, un nuevo reparto de los tributos con el que poder seguir financiando su expansión y el mantenimiento de la casta política que los representa. Lo cual a su vez requiere del aumento y el blindaje de las competencias políticas estatutarias. Algo similar, pero adecuado a las nuevas condiciones impuestas por la crisis, a lo planteado en el Estatuto de 2006 que el Tribunal Constitucional rechazó. Desde esta perspectiva, la jugada, políticamente hábil, de Mas de posponer la consulta hasta finales de 2014 y plantear una doble pregunta con la que arrastrar a Unió e Iniciativa (ICV, la marca catalana de Izquierda Unida), busca llegar a 2015 con un frente soberanista por la exigencia del derecho a decidir unido y con un sector de la sociedad catalana radicalizado por la negativa a realizar la consulta, para tener más y mayor fortaleza en la negociación con un gobierno central que previsiblemente ya no dispondrá de mayoría absoluta como en la actualidad. Negociación de la que esperan sacar, en estas condiciones, mejores resultados en términos de financiación económica y poder político.Organizar a las clases popularesPara nosotros, las fuerzas del pueblo, la agudización de las contradicciones provocada por el órdago soberanista de Mas y el “despertar” de sectores de la clase obrera y el pueblo trabajador catalán ante ello crea nuevas y mejores condiciones para el trabajo político de acumulación de fuerzas en el seno del pueblo y en construcción del partido. La posición de Iniciativa per Catalunya de unirse al frente soberanista de Mas está provocando serias tensiones y conflictos, tanto en el interior de su propia organización como entre su base de votantes. Las fuerzas de izquierdas y revolucionarias hemos de pasar a dirigirnos explícitamente a estos sectores opuestos a la deriva de la cúpula de ICV, con el objetivo de unirlos contra las posiciones independentistas desde una posición de clase y antihegemonista. Algo similar a lo que hay que hacer con las CUP, poniendo de manifiesto la contradicción de unirse con un proyecto que ellos mismo definieron en las pasadas elecciones catalanas como “hacer de Cataluña un landër alemán”. Pero sobre todo, es necesario partir de intensificar y organizar políticamente el rechazo visceral que entre la clase obrera y el pueblo trabajador catalán despierta el proyecto de Artur Mas. No sólo por los especiales vínculos de unidad que existe entre estos sectores con el resto del pueblo español, sino por el carácter de clase de unos políticos y unas fuerzas que identifican históricamente con los sectores más explotadores y depredadores de la burguesía catalana. Es necesario y urgente que desde la izquierda y las filas populares redoblemos la denuncia del carácter de clase del proyecto de Mas (recortes, privatización de la sanidad y la educación, aumento de la pobreza y del abismo social, represión, persecución y espionaje de los activistas de los movimientos sociales, subordinación y sometimiento a los dictados del FMI y Berlín…) y multiplicar la propaganda de cómo la alternativa de un proyecto de redistribución de la riqueza, ampliación de la democracia y defensa de la soberanía frente a Washington y Berlín sólo lo podrá alcanzar la clase obrera y el pueblo trabajador catalán -como decía Joan Comorera, fundador del PSUC- en “fraternal unión” con el resto de la clase obrera y el pueblo de las distintas nacionalidades y regiones de España. Es imperativo ganarse a los sectores combativos del pueblo catalán que hoy están confundidos y extraviados en la creencia de que una Cataluña independiente es la única solución frente a una España sometida y reaccionaria. Lo que exige de nosotros que difundamos incansablemente la alternativa de un proyecto común para una España independiente y de progreso donde tengan cabida tanto las demandas materiales de los sectores populares como las ansias de libertad y máximo autogobierno de las distintas nacionalidades, incluido el ejercicio del derecho de autodeterminación. Frente a la confusión, una alternativa políticaFrente a la interesada confusión en que hoy se desarrolla todo lo relacionado con Cataluña y el proyecto de Mas, es necesario levantar una alternativa política popular y progresista, basada en cuatro ejes.1.- La denuncia del carácter del proyecto de Mas, tanto en su aspecto prohegemonista como en su vertiente antipopular de ataque a las condiciones de vida de las masas y enriquecimiento de una minoría privilegiada. Combatiendo la falsa visión enarbolada por el soberanismo de presentar los intereses de España como un todo único, enfrentados, incompatibles y opuestos a los intereses de Cataluña, entendidos también como un todo único, donde no hay explotadores y explotados, clases dominantes y clases dominadas, minorías ultra-privilegiadas y mayorías empobrecidas.2.- La necesidad de un frente amplio de unidad que una al 90% de la población, tanto en el interior de Cataluña como con el resto de España, como única alternativa para echar abajo el saqueo oligárquico-hegemonista, del que Mas y Rajoy no son más que los encargados de ejecutarlo, y en esto no tienen la más mínima diferencia. 3.- Frente a la confusión generada por el proyecto de Mas que ha llevado a amplios sectores de la sociedad catalana a alinearse tras la causa del soberanismo en la engañosa creencia de que a través de ella es posible una profunda transformación política, económica y social favorable a los intereses populares, levantar la bandera política de “Independencia sí, pero de Washington y Berlín”. Soberanía también, pero para librarnos de los mandatos del FMI y Bruselas y de unas clases dirigentes, tanto españolas como catalanas, que impiden cualquier proyecto de transformación y se oponen con todos sus medios a que sea posible esa “otra España” de libertad y progreso que reclama y a la que aspira la inmensa mayoría del pueblo catalán. 4.- Con respecto a la consulta, de la misma forma que defendemos el derecho de autodeterminación de las nacionalidades históricas, como la mejor forma de fortalecer la libre, voluntaria y cordial unidad del pueblo de todas las nacionalidades y regiones de España, rechazar y denunciar una consulta que, por contra, busca la división y fomenta el enfrentamiento; en el que las fuerzas partidarias de la unidad no jugamos en igualdad de condiciones, sino en “campo contrario” y con el “arbitro comprado” por la hostilidad, la manipulación y la animadversión de los medios de comunicación dependientes o financiados por la Generalitat y cuyo objetivo es fortalecer el poder y los beneficios de unas élites económicas privilegiadas y de la casta política que las representan.