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Los indignados toman partido

Víctima de la crisis económica y democrática que azota al Estado español, el hartazgo de la ciudadanía desemboca en el nacimiento de nuevas formaciones políticas que medirán su capacidad de convocatoria en las elecciones europeas.

eS el momento justo para aparecer, todos salen en un buen momento», alumbra Lluís Orriols, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Girona, sobre el florecimiento de nuevos partidos políticos como Podemos, Movimiento Red, Partido X, Recortes Cero o Vox, formaciones dispuestas a dejar huella en el Parlamento Europeo. También asoma el Pacma, Partido Animalista contra el Maltrato Animal, que centra su discurso en los derechos de los animales. La crisis económica, sostienen los analistas, es la gran inspiradora de los denominados «partidos protesta», pero no solo los desvelos económicos producidos por los recortes y las políticas de austeridad invocadas desde la troika empujan la creación de estas agrupaciones políticas. «También existe el componente del hartazgo de la ciudadanía, la desafección hacia los partidos políticos tradicionales representados en las instituciones que no han sido capaces de dar con soluciones contra la crisis porque han estado supeditados a organismos supranacionales», argumenta el docente. «Se ha activado el voto protesta o, al menos, se ha vertebrado en diferentes partidos», indice Iker Merodio, experto en comunicación política. Los indignados han tomado partido.

Las reclamaciones de muchos ciudadanos, aglutinadas durante años en manifestaciones, concentraciones y protestas de diversa índole que compartían el descontento general frente a los recortes de todo tipo, han saltado a la arena política. Podemos, Partido X, Recortes Cero, Vox y Movimiento Red han obtenido los 15.000 avales necesarios para poder presentarse a los comicios. Reclutadas las firmas, es el momento de la articulación de unos discursos «puros y limpios» por parte de estas jóvenes candidaturas. «Aunque diferentes unos de otros, en el fondo, estos partidos comparten un mismo fenómeno. Se trata de partidos protesta que se centran en los temores y angustias que padece la ciudadanía», expone Orriols. «Fundamentalmente hablan de grandes ideas, de cambiarlo todo, con proclamas fáciles que luego en la práctica son muy difíciles de concretar», advierte Merodio al respecto de unas formaciones que han aprovechado las rendijas del sistema, abierto en canal desde diversos frentes, para hacer cuña. «Mientras la agenda la siga marcando la grave situación económica, la crisis de deuda, la corrupción o la desafección hacia los partidos tradicionales, estas formaciones pueden tener recorrido», detecta Lluís Orriols, si bien reconoce que es complicado aventurarse sobre la incidencia y recorrido que estas formaciones puedan conquistar en las urnas europeas. «No es fácil hacer un cálculo», apunta.

voto de castigo Recuerda Lluís Orriols que el partido de Ruiz Mateos logró representación parlamentaria en el hemiciclo europeo. «Eran otros tiempos pero, en principio, los comicios europeos son los más proclives para la aceptación de esta clase de partidos. Por un lado, al tratarse de una única circunscripción, resulta más sencillo obtener representación con menos cantidad de votos, y por otro lado Europa suele recoger un voto más expresivo, más sincero. Es a través de este tipo de partidos por los que se canaliza esta clase de voto, un voto que de algún modo sirve para protestar contra el gobierno actual». Las elecciones a Europa son un tótum revolútum del que no resulta fácil separar el grano de la paja según Iker Merodio. «Habrá que ver hasta dónde llegan esta clase de formaciones, si el voto de castigo hacia los partidos de gobierno se traduce en una alta abstención o hasta qué punto suman los votos en blanco y cómo interpretarlos. Los resultados darán luz y se verá hasta qué punto llega el fenómeno».

En las nuevas formaciones se muestran optimistas, las hay incluso que lucen músculo, como Podemos. «Hemos conseguido hacer las primarias abiertas on line para unas elecciones al Parlamento Europeo más participativas de la historia», se felicitan en la formación de Pablo Iglesias, vencedor de unas primarias en las que se han contabilizado más 33.000 votos. El profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid, que logró más de 20.000 adhesiones, expuso en la presentación de su partido que «dijeron en las plazas que sí se puede y nosotros decimos hoy que podemos». En el mismo acto, Iglesias apuntó que el objetivo de esta nueva iniciativa es «convertir la indignación ciudadana en cambio político a través de la decencia, la democracia y los derechos humanos». El dirigente cree que más de uno se puede llevar una sorpresa en las elecciones europeas y descarta que su formación haya nacido con la vocación de ponerse límites. Ese mismo tono triunfalista se desprende del tweet que lanzó Elpidio José Silva, juez en excedencia, célebre por el caso Blesa y líder de Red. Silva pretende recaudar dinero para su causa con novedosos métodos como la venta de autógrafos a 20 euros, una cena con él a 300, o la visita a la Eurocámara, si consigue su propósito, a 500. Desde su activísima cuenta de Twitter, el líder de Red lanzó: «el cambio de ciclo político es inminente e irreversible». Hablaba sobre el 25 de mayo, cita con las urnas. A ellas también acude Recortes Cero tras recabar 49.000 firmas y bajo una idea fuerza: «redistribución de la riqueza, ampliación de la democracia y defensa de la soberanía nacional».

¿cambio real? Todavía resulta prematuro conceder a las nuevas formaciones la capacidad de un cambio real de las políticas o de las reglas de la democracia, porque «una cosa son los discursos y otra bien distinta la realidad del día a día y los problemas a los que se debe hacer frente en política», indica Iker Merodio, que reconoce que las ideas que propugnan Podemos, Red, el Partido X o Recortes Cero tienen buena venta. «Nadie se niega a esas grandes ideas del tipo: libertad, las causa justas, en contra de los recortes, etc. pero luego la política resulta muy compleja». Lluís Orriols estima, a su vez, que los partidos tradicionales no han sabido detectar las dolencias que corroen el sistema y no han actuado con diligencia, «la herida sigue estando abierta» y de ahí el desafecto de la sociedad hacia las formaciones de siempre.

«Los actores tradicionales no han sabido canalizar el descontento de los ciudadanos. Uno de los pilares del sistema padece aluminosis. Está por ver si el edificio cae o no», observa Orriols. Esta clase de partidos se muestra como alternativa de cambio y enfatizan distanciamiento respecto a las formaciones clásicas. «Retan a los actores tradicionales y destacan sus diferencias con ellos. Lanzan la idea de que no se doblegarán como han hecho los partidos de gobierno ante instituciones u organismos supranacionales». Si bien la recopilación de avales ha sido exitosa, nadie se atreve a predecir cuál es el verdadero potencial de Podemos, Red, el Partido X, Recortes Cero o Vox, formaciones que se propagan con celeridad a través de internet, las redes sociales y la televisión. «Una cosa son los avales, los seguidores en Twitter o los me gusta en Facebook, y otra bien distinta los votos», describe Iker Merodio, experto en comunicación política. Obtener la papeleta es el gran reto para estas formaciones. «Las redes sociales no dan tantos votos como se piensa y tienen un punto endogámico, sobre todo en Twitter donde hay mucho convencido», percibe Lluís Orriols. Se trata de saber si existe más espuma que cerveza, de conocer el verdadero impacto de estas iniciativas.

líderes mediáticos Por el momento, el despegue está siendo sonoro. Podemos se sintetiza en Pablo Iglesias, un profesor universitario con gran presencia en numerosos debates televisivos. «El prime-time en un canal generalista sirve para llegar a diferentes capas de la sociedad. Es un gran escaparate y saben de su potencial», analiza Orriols. Elpidio Silva, líder de Red, también es un asiduo de los platós. La notoriedad en la vida pública se la otorgó el gran eco mediático que se produjo por el caso Blesa. El juez envió en dos ocasiones al banquero a la cárcel. A partir de ahí, los acontecimientos se precipitaron y el juez ha decidido retirarse de la carrera judicial y alistarse a la política encabezando Red, que prioriza la lucha contra la corrupción.

En similares parámetros se mueve el Partido X de Hervé Falciani, un informático que trabajaba en el banco HSBC de Suiza, y que adquirió fama por revelar a las autoridades más de 130.000 cuentas bancarias que eludían el pago de impuestos. «Ser famosos, de una u otra manera, otorga visibilidad y es una veta a explotar», dice Merodio.

Lograda la visibilidad, ¿dónde se sitúan las nuevas formaciones? Podemos, Red, Recortes Cero y el Partido X se activan desde la izquierda. «Desde mi punto de vista estos partidos tienen recorrido entre los jóvenes y en la izquierda desafectada. Ese sería el principal caladero de estas formaciones», enmarca Orriols. La izquierda, con tantas cabeceras, sostienen los analistas, quedaría así atomizada. El voto de izquierda tiende a dispersarse «entre matices». Nada que ver con Vox, una formación que guarda semejanzas con el nacimiento de UPyD. «Vox viene a representar al PP lo que UPyD al PSOE. En principio, Vox es en un partido enfocado a un solo tema. En sus inicios UPyD también lo fue», dibuja Orriols. El monocultivo, añade el politólogo, suele ser una seña de identidad de las formaciones protesta, al menos en su despertar. «Los partidos que enfocan su discurso en un tema tienden a caer cuando ese problema se soluciona o pierde vigencia», analiza. Con las consecuencias de la crisis económica todavía tan enraizadas en la sociedad, los indignados toman partido.

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