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Los impuestos y la destrucción de empleo hunden el ahorro

Lo dice el economista Ángel Laborda: “Nunca había visto nada igual”. Se refiere a la caída de la tasa de ahorro de los hogares, que se ha situado en el tercer trimestre de 2012 en los niveles más bajos desde que existe la Contabilidad Nacional. Hay que remontarse a 1964, que es cuando arrancan las series históricas, para encontrar niveles similares en la posición financiera de las familias.

O dicho en otros términos, desde hace casi medio siglo los hogares no han tenido una menor capacidad de ahorro. En concreto, apenas un 7,6% de su renta disponible (frente al 9,5% anterior), casi tres puntos menos que hace un año, y menos de la mitad que en 2010, cuando arreciaba la primera recesión.

Desde entonces, y desafiando a la teoría económica (que dice que la propensión a no consumir aumenta a medida que crecen las incertidumbres económicas), los hogares han podido destinar cada vez menos dinero al ahorro. Laborda lo achaca al deterioro intenso de la renta disponible, cuya evolución -sostiene el director del servicio de estudios de Funcas- “está siendo más negativa de lo previsto”.

La causa tiene que ver con el mal comportamiento de los dos factores principales que explican la evolución de la renta disponible: el empleo y la remuneración de los asalariados. Y ambos están en franco retroceso, lo que explica que los ingresos de los hogares se hayan desplomado. ¿Cuánto? Nada menos que casi un 5% en términos reales (incorporando la inflación), una tasa desconocida para la economía española.

Dicho con mayor precisión: la crisis ha reducido la renta disponible de los hogares en 2.709 millones de euros durante el tercer trimestre de 2012 en comparación con los niveles registrados en igual periodo del año anterior. Esto quiere decir que en el conjunto del año las familias habrán dispuesto de unos 10.000 millones de euros menos para gastar o para ahorrar.

Como asegura Laborda, se trata de una situación excepcional que, sin embargo, no se refleja en la Contabilidad Nacional, que, en su opinión, está infraestimando el consumo de los hogares y, por lo tanto, infla de manera artificial la evolución del PIB.

Más impuestos, menos ahorro

Existe otro factor que destaca el servicio de estudios del BBVA y que explica el descenso de la renta disponible: los impuestos. Para sus economistas, la subida de la presión fiscal (en particular el IVA y el IRPF) ha mermado la capacidad de ahorro de los hogares a favor del sector público, que a pesar de eso mantiene unas necesidades de financiación (el déficit) en los tres primeros trimestres del año equivalentes a 65.336 millones de euros, incluyendo las ayudas al sector financiero. En términos anuales, eso significa un déficit que representa alrededor del 9,7% del PIB, según el BBVA, en torno a los 100.000 millones de euros.

Sin embargo, según dicha entidad el gasto en consumo final vuelve a incrementarse respecto del mismo trimestre del año anterior, algo que achaca al efecto anticipación de las compras ante la subida del IVA a partir del 1 de septiembre, a la vez que se ha producido un ajuste mayor en la inversión de los hogares (-17,3%).

En palabras del Servicio de Estudios de Bankia, el incremento del consumo (3,6%) se ha sostenido a costa del ahorro. Es decir, tirando de la hucha. Eso supone que muchas familias están ‘desahorrando’ para llegar a final de mes. Sobre todo teniendo en cuenta que las rentas de la propiedad (dividendos o intereses de las cuentas bancarias) siguen cayendo, un 4,4%.

Las consecuencias de este mal comportamiento del ahorro son letales para la actividad. Por un lado, mermará la inversión financiera de las familias, lo que afectará negativamente a la financiación de la economía, tanto del sector público como del privado a través de la adquisición de activos financieros. Igualmente, dañará la compra de otros activos, como los inmobiliarios, afectados, además, por el racionamiento del crédito.

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