Los iberos, un misterio entre el pasado y la vanguardia
Los iberos siguen siendo un misterio fascinante, que nos ofrece claves para explicar nuestro pasado ancestral y pistas para comprender las vanguardias artísticas más innovadoras
Del pasado remoto…
El Museu d´Arqueologia de Barcelona alberga hasta el próximo 16 de enero la exposición “L´enigma iber”. Los iberos dieron nombre a la península pero siguen constituyendo un fascinante misterio. Y el hilo conductor de la exposición son precisamente los enigmas todavía no resueltos sobre este conjunto de pueblos que ocuparon la vertiente mediterránea, desde la Occitania francesa a Andalucía, durante los siglos VIII al I antes de Cristo: ¿de dónde provienen?, ¿qué lengua hablaban?, ¿en qué dioses creían?, ¿existió una Barcelona ibérica?, ¿cuál era su organización social?
Abordar cada uno de esos enigmas es adentrarnos en un pasado remoto que, de una u otra manera, forma parte de nosotros, de lo que hoy somos.
Las más recientes investigaciones parecen descartar que los iberos tuvieran antepasados inmediatos que llegaran de África, y atribuyen su constitución a una evolución interna de poblaciones autóctonas. Pero sigue sin existir una explicación sobre su origen, desconocemos las razones profundas que impulsaron una sociedad tan desarrollada y compleja.
Y persiste el misterio de la lengua ibera, todavía indescifrable, pero cuyo parentesco con el euskera -los numerales ibéricos tienen una correspondencia exacta con los vascos- está probada. Esa fue la pista que siguieron -descifrando varias inscripciones iberas con el euskera como referencia- Antonio Arnáiz Villena y Jorge Alonso García en el libro “El origen de los vascos y otros pueblos mediterráneos”.
El enigma ibero nos permite abordar también los mismos orígenes de la imposición del dominio social de una minoría. El tránsito entre los caudillos tribales del siglo VIII a.c., que necesitaban renovar permanentemente su autoridad social a través de banquetes comunitarios que redistribuían los excedentes, a los príncipes guerreros que en los siglos IV y III a.c. ya los acumulan bajo su propiedad en inmensos silos, se han conformado como aristocracia hereditaria, y encuadran bajo su poder al conjunto de la sociedad.
Es una sociedad ya jerarquizada, pero que no ha roto por completo con la antigua matrilinealidad. Y en la que existen mujeres que transmiten el poder y posiblemente lo ejercían, retratadas en apabullantes figuras como la Dama de Baza o la Dama de Elche.
Cada uno de los enigmas que nos plantean los iberos, y ante los que todavía no tenemos respuestas, es un fascinante hilo del que tirar.
… a las más rabiosas vanguardias
¿Qué tienen que ver los iberos y las vanguardias artísticas que pusieron patas arribas toda la cultura tradicional en la Europa de entreguerras? Picasso, la más universal y avanzada expresión de esas vanguardias, es también su punto de encuentro con el arte de un pueblo que dejó de existir como tal hace más de dos milenios.
Este es el hilo conductor de la exposición “Picasso ibero”, que nos ofrece la posibilidad de contraponer cien pinturas y esculturas del pintor malagueño con otras tantas piezas del arte ibero. Para que comprobemos sus diferencias… y sobre todo sus sorprendentes puntos de unidad.
El cubismo, una de las más rabiosas vanguardias, se alimentó del impacto que produjo en Picasso la exposición dedicada por el Louvre al arte ibero en 1906. Las líneas simples de esas esculturas, su expresión hierática, su impacto emocional, a pesar de los siglos transcurridos, su capacidad para captar algo muy profundo… Ese arte primitivo, con una sensibilidad todavía no contaminada por las sucesivas capas de civilización, era un revulsivo para las vanguardias. El arte burgués oficial era una prisión castradora, pero el arte de esas sociedades primitivas, despreciadas por el “progreso”, ofrecían un contrapunto paradójicamente revolucionario. Picasso lo captó al instante, con esa sensibilidad voraz que impulsaba su genio creador. Junto al arte ibero, Picasso bebió del románico catalán, o del arte primitivo africano, con esas poderosas máscaras que retrataban de forma tan esencial el rostro humano. Y de ese sorprendente magma, junto a la influencia de renovadores de la pintura como Gauguin o Matisse, nació el cubismo.
Solo un año después de recibir la fascinación del arte ibero o africano, Picasso rompió el cristal de la adocenada pintura oficial con “Las señoritas de Avignon”, en realidad un grupo de prostitutas de uno de los burdeles de la barcelonesa calle de Avinyó. El atrevimiento no era solo considerar más interesante, más digno de la alta cultura, a unas prostitutas que a las damas de la alta sociedad. Presentaba una revolucionaria forma de mirar la realidad, que consistía en tirar una piedra al cristal y unir los pedazos para poderla observar de una manera radicalmente nueva.
En ese cuadro primigenio del cubismo, de la más atrevida vanguardia, están los ecos ancestrales de la gran escultura ibérica.
Carlos dice:
Muy buen artículo. Por fin cultura de la buena alejándonos de politiqueos. En el libro «historia de España» de Pierre Vilar te comenta de los iberos, que debido a la situación geográfica de la península, les daba un espíritu de independencia muy fuerte y desprecio a la creación de mercancías (que hemos heredado actualmente. Como decía Unamuno «que inventen otros»).. En el serial «Lorca, el enigma sin fin» de Maria José Salvador de UCE, te comenta de como hay, en todo el mundo hispano una «sustancia» común, que va de los iberos a Picasso, Lorca o Dali. Nunca lo han comprendido los revisionistas. Y ahí tenemos a Viriato, el padre de la guerrilla y Numancia, el Vietnam de los romanos