El Observatorio

Los ´hikikomori´

En una entrada de su «Dietario voluble», de abril de 2007, Vila-Matas nos introduce en el fenómeno de los «hikikomori», adolescentes japoneses que viven encerrados en una habitación de la casa de sus padres durante años, sin ningún contacto directo con el mundo exterior.

Los ´hikikomori´ son en su gran mayoría varones, aenas tienen amigos, durante el día permanecen acostados durmiendo o tumbados en la cama sin hacer nada, y por las noches ven la televisión o se dedican al ordenador. Sienten una tristeza insuperable y están abrumados por la soledad. Se calcula que en la actualidad hay en Japón un millón de ´hikikomori´. Allí se les conoce también como ´solteros parásitos´. Dice Vila-Matas que los ´hikikomori´ son los ´pioneros de un tipo de conductas angustiosas que en el mundo futuro serán habituales´. Los ´hikikomori´ reaccionan con un completo aislamiento social para evitar toda presión exterior. Incapaces de hacer frente ya al cúmulo de demandas familiares, sociales, laborales, educativas, culturales, etc., que se amontonan sobre sus vidas, y sin voluntad para rebelarse -o con una voluntad pasiva de resistencia- se encierran en su casa y viven una vida de aislamiento absoluto. Los japoneses -dice Vila-Matas- parecen hoy pioneros de un porvenir que se intuye poblado de seres alienados, inútiles, solitarios, extraviados en la infinitud de la Red, abocados a una nueva forma de autodestrucción. Un testimonio artístico de este fenómeno y de este inquietante porvenir es ´Pulse´, de Kiyoshi Kurosawa, película muy ligada al tema de los "hikikomori". En ella, un adolescente, novato en cuestiones informáticas, se ve sorprendido un día al encontrar en su ordenador una extraña página web abierta, que muestra, vía webcam, a un desconocido vagando por una habitación. Allí -dice Vila-Matas- comienza el terror en esta película que empieza contando una historia de mística digital y termina con pavorosas imágenes de un mundo dirigido directamente al desastre. En ´Pulse´ -concluye Vila-Matas- sorprende el modo en que uno se ve atrapado en una espiral que nos conduce de lo que parece una historia más de fantasmas que usan la tecnología, a una intrigante trama visionaria y apocalíptica de horror global sobre la extinción de la humanidad: una clara intención de denuncia de una sociedad de "hikikomoris" peligrosamente alienada, solitaria, enferma, condenada al hundimiento.

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