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Los frutos de la querella de Bankia

El juicio de Bankia, iniciado en noviembre de 2012 tras una querella de UPyD, ha evolucionado de una manera muy significativa. Lo que parecía una operación de caza política contra Rodrigo Rato se ha ido convirtiendo en un proceso sinuoso, muy técnico y muy rico en información política.

La querella presentada por el abogado Andrés Herzog seguía dos grandes líneas de acusación: una, que la salida a Bolsa de la entidad a mediados de 2011 fue fraudulenta y, en segundo lugar, que las cuentas fueron falseadas para ocultar un grave quebranto.

La contabilidad fue crucial desde el principio. Rato ha sostenido que él preparó un plan que había sido aceptado por el Banco de España y que fue el ministro Luis de Guindos quien lo rechazó, forzando su salida y la nacionalización de la entidad. El eje sobre el que basculó ese movimiento fue la negativa del auditor, Francisco Celma de Deloitte, a firmar las cuentas anuales de Bankia. Posteriormente, ya bajo el mando de José Ignacio Goirigolzarri, el consejo reformuló las cuentas (un acto cuyas consecuencias no están claras) y el nuevo presidente presentó su propio plan que requería una inyección de 19.000 millones.

En diciembre se produjo un testimonio clave: el de la ex consejera Araceli Mora, catedrática de la Universidad de Valencia y miembro del comité asesor de la Comisión Europea en materia de aplicación de las Normas Internacionales de Contabilidad. En una intervención muy didáctica, Mora, la única consejera de Bankia que tuvo el valor de negarse a reformular las cuentas, aclaró al juez Andreu los criterios de valoración y los procedimientos contables. «No hay ningún hecho económico que avale», dijo Mora, «que se pasara de haber ganado 230 millones en el segundo semestre de 2011 a perder 4.000 millones». La catedrática sostuvo que la contabilidad debe reflejar las cosas cuando ocurren y no cuando conviene a intereses que, además, son cambiantes. Su intervención prácticamente liquidó la línea de interrogatorios relacionadas con la contabilidad y el proceso, desde entonces, se ha centrado tanto en la salida a Bolsa como en delimitar las decisiones políticas.

Mora, además, ha depositado toda la presión del caso en el testimonio de Celma, que se producirá el próximo miércoles y que será crucial para determinar por qué Deloitte cambió de opinión en abril respecto de las cuentas de Bankia.

La querella de UPyD quizá no tenga resultados penales contundentes, pero está resultando clarificadora desde el punto de vista político e institucional al llevar luz y taquígrafos a un episodio que nos ha supuesto un rescate europeo, la erosión de credibilidad del Banco de España y la reorganización de nuestro sistema financiero.

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