La política de vivienda postcrisis tiene un actor principal para intentar relanzar la actividad: los llamados fondos buitres. Estos instrumentos están comprando a precio de saldo una gran parte de inmuebles en manos del sector financiero, incluida la Sareb, y están generando en muchos casos un drama social que cuenta con la complicidad de las autoridades políticas del actual gobierno.
Los fondos buitres son los principales actores de la nueva política de vivienda postcrisis
En el año 2014 hubo en España 50.582 desahucios, liderando este triste ranking Cataluña con el 23% del total, seguida por la Comunidad Valenciana, Andalucía y Madrid. Esta contingencia muestra que no ha habido ningún interés político, ni tampoco por parte del sector financiero, de atajar este drama social que cada día supera las escenas de dolor y frustración para las familias más pobres, como es el caso de la última familia con tres hijos, uno de ellos de mes y medio, que entre risas y desprecio por parte de los lanzadores, ha tenido que abandonar un piso propiedad de la EMV de Madrid.
Los desahucios siguen creciendo con mucha fuerza, a pesar del Código de Buenas Prácticas
Es precisamente este último caso, la venta de pisos públicos a fondos buitres, lo que marca cuál es la política de vivienda que se nos avecina en el futuro más próximo. Tras el abandono de la política de promoción de viviendas de protección pública para la venta, cabría pensar que España abrazaría lo que en tantos países de nuestro entorno es la norma. Es decir, tener un parque público de vivienda social que permita, primero, estabilizar los precios de alquiler, y después permitir que un sector de la población pueda tener un techo digno. Estas políticas tan frecuentes y estables son las que han llevado a Alemania o a Austria, por ejemplo, a tener una política de vivienda envidiable, sin inflación de activos y con un derecho real al acceso a una vivienda digna en alquiler.
Por el contrario, España es el país con menor proporción de vivienda social, apenas un 1% del total de vivienda en alquiler, con el agravante que este escaso y mal gestionado parque está siendo vendido, con inquilinos incluidos, a este conjunto de fondos cuyo único objetivo es desalojar, incluso de forma violenta, a los habitantes. Lo más sangrante es que estas viviendas se han financiado con impuestos y forman parte del patrimonio público, y ahora se malvenden a meros especuladores que pagan un porcentaje ínfimo de su valor y no tienen ningún miramiento hacia los derechos que asisten a los que allí moran.
Estos fondos están acabando con las pocas viviendas sociales en alquiler
Esta política de trasvase de riesgo de los bancos a estos fondos tiene, en el fondo, un fin de marketing. La banca tiene en este momento muy dañada su reputación, por todos los escándalos que han acontecido, por lo que traspasar estos activos a los fondos buitre, y que sean estos quienes lleven a cabo el desalojo y lanzamiento de las familias más desfavorecidas significa un triunfo. Además, los beneficios económicos también son perceptibles, pues al margen de dar de baja un inmueble, o una hipoteca morosa, dicha venta supone una liberación de recursos que a gran escala les otorga oxigeno.
Por el lado de los fondos, el negocio es realmente grandioso. Puede llegar a tasas que superen el 1000%, como reflejaba en el último número de Alternativas Económicas el periodista Pere Rusiñol. Ya en 2014, estos fondos han entrado en la cartera de créditos dudosos, al margen de los fallidos, e incluso se han hecho con la división inmobiliaria completa de grandes bancos, como es el caso de Cerberus en Bankia o Apollo en el Santander, todos ellos norteamericanos.
El beneficio de un fondo puede superar el 1000% sin apenas inversión
A esta realidad se ha unido la macroconcesión que ha hecho la Sareb a estos mismos buitres, más de 18.000 millones a Cerberus y 14.000 millones a Apollo. Como se puede ver la coordinación entre la banca y estos agentes depredadores es máxima y se reparten los papeles, lo que sin duda es una señal de que en los próximos meses seguirán los alzamientos, pero ya sin el estigma para la gran banca que verá cómo el poli malo viene ahora de EEUU y tiene todavía menos escrúpulos que ellos.
Lo que los datos ponen de manifiesto en 2014 es que el mal llamado Código de Buenas Prácticas, al que estos fondos no tienen por qué adherirse, es un auténtico fracaso y pone en riesgo la estabilidad social de un país, si el ejecutivo no pone freno, y no parece que el Gobierno de Rajoy sea muy sensible a los alzamientos que, únicamente tienen el apoyo cierto y efectivo de la Plataforma Afectados por la Hipoteca (PAH), y algunas formaciones políticas minoritarias.
El modelo que se está siguiendo es el que ya se ha aplicado en EEUU donde desde el inicio de la crisis estos fondos ya se han quedado con más de 200.000 viviendas, utilizando los vehículos más sofisticados como los Reits, lo que en España se conoce como las Socimis, un híbrido que está siendo utilizado para entrar en este negocio especulativo e inhumano. El caso más llamativo es el de Blackstone que ha llegado a España de un ilustre como Claudio Boada, conocido empresario liberal. Este grupo ya gestiona más de 2000 viviendas de alquiler social que le cedió el Ayuntamiento de Madrid y que pronto veremos cómo se van desahuciando a sus moradores. La táctica es clara, llegan suben las cuotas, al no poder hacer frente, se les expulsa y cuando ya tienen el edificio limpio lo transforman para su venta. Lo han comprado a precio de saldo y la plusvalía que generan es estratosférica.
Gran parte de la inversión extranjera se dedica a este tipo de operaciones que apenas deja beneficio social en España
En resumen, el mundo financiero también goza y disfruta desahuciando familias sin recursos, y tratan de maximizar su beneficio cuidando su reputación. Por ello, han importado la figura del fondo buitre que se implanta por poco tiempo, el justo para limpiar de morosos el edificio y poder revender el conjunto del edificio, llevándose la plusvalía caliente a otras latitudes. Esa es la inversión extranjera de la que tanto presumimos. En breve, otra familia Wilson será expulsada y se irá poniendo otra muesca en las compras realizadas. El drama social que hay detrás solo le importará a los radicales de la PAH y algunos vecinos que solidariamente prestarán su casa o sus mantas para que no duerman al ras los héroes de la modernidad.