Hay noticias que se entienden mejor si van juntas. Mientras que Caixabank -el primer banco de España tras la absorción/fusión de Bankia- ha triplicado sus beneficios en 2021 y presenta 5.195 millones de ganancias, un reciente informe de Cáritas revela que once millones de españoles (2,5 millones más que antes de la pandemia), sufren exclusión social, que hasta un 11,2% está en la pobreza severa, y que la pérdida de poder adquisitivo de los salarios profundiza la herida de la desigualdad. Son dos extremos de un mismo binomio. Lo primero es producto de lo segundo, y viceversa.
El brillante balance contable de CaixaBank de 2021 viene acompañado. También Bankinter anunció al mercado que durante 2021 ganó 1.333 millones de euros. En las primeras semanas de febrero se esperan los demás y todos los augurios vaticinan que tendrán cifras de oro. Aunque no son oficiales, los economistas de Bloomberg calculan que el Banco Santander ganó en 2021 más de 8.100 millones de euros, lo que sería el mejor resultado de su historia.
La banca española -verdadero sancta sanctorum del poder oligárquico- espera beneficios récord de 17.000 millones en el año que se acaba de cerrar. Según los analistas de la agencia norteamericana Bloomberg, las ganancias de Caixabank, Santander, BBVA, Sabadell y Bankinter superarían en 2021 (en muchos casos ampliamente) las obtenidas antes de la pandemia.
El resto de los monopolios del Ibex35 -propiedad en un 55% del capital extranjero, no lo olvidemos- también se prepara para dar el campanazo de beneficios. Aunque la sexta ola de la Covid ha podido oscurecer algo la recta final del año para la bolsa española, un reciente informe de la norteamericana FactSet revelaba que el exclusivo club monopolista español podría cerrar el año con unas ganancias superiores a los 53.111 millones de euros. No es una cifra cualquiera: sería el mayor beneficio de su historia superando por primera vez los 50.000 millones.
En el otro lado de la ecuación las cifras son también de récord, sólo que en sentido abisal. Mientras ellos -bancos, monopolios y capital extranjero- han salido de la pandemia fortalecidos y con un saco de miles de millones, la inmensa mayoría de los españoles tenemos agujeros, grietas y la sensación -aún más acuciante que en 2019- de estar a los pies de los caballos.
El exhaustivo informe Foessa de Cáritas Española (700 páginas y 30 investigadores) ha hecho una radiografía de la precariedad del empleo, la vivienda, la sanidad, la educación, la brecha digital… revelando que no sólo la desigualdad crece a pasos agigantados, sino que tiende a enquistarse como un elemento estructural, como parte del «paisaje social» de fondo de nuestra España.
Los autores del estudio reconocen estar en «shock» ante lo que muestran sus cifras. El informe revela que el coronavirus ha dejado a 2,5 millones de españoles más en la cuneta de la exclusión en apenas un par de años, que están atrapados en el pozo de la pobreza donde se encuentran ya 11 millones de ciudadanos.
La pobreza severa ha dado un salto del 9,5% al 11,2% o el hecho, por ejemplo, de que en dos millones de núcleos familiares no hay un empleo ni se le espera, con 800.000 parados de larga duración.
Casi dos millones de hogares dependen de un único ingreso de uno de sus miembros que atraviesa una situación de inestabilidad laboral grave. O lo que es lo mismo, en el último año ha tenido tres o más meses de desempleo, tres o más contratos diferentes en tres o más empresas diferentes.
Pero no se trata sólo de los sectores más vulnerables, el ataque a las condiciones de vida afecta a todos. La disparada subida de la inflación, la mayor de los últimos 30 años, se expresa ya en un alza generalizada de los precios que todos notamos en nuestros bolsillos. Y se está convirtiendo en una nueva vía para recortar los salarios. Son 30.000 millones menos en los bolsillos de las clases populares… que van a ir a parar a las cuentas de resultados de grandes bancos y monopolios.
Porque esta inflación desbocada no es un fenómeno impersonal, ni una coyuntura económica «natural» fruto de los desajustes provocados por la pandemia. Detrás de esta imparable subida del IPC encontramos la voracidad de la oligarquía financiera y de las burguesías monopolistas. El vector que más tira al alza es la disparatada subida del precio de la luz: seis veces mayor en el mercado mayorista que el año pasado. Es un instrumento de los grandes monopolios eléctricos -detrás de los cuales encontramos, una vez más, a los bancos y al capital extranjero- para imponernos nuevos y brutales tributos, que garanticen sus multimillonarios beneficios.
Para que haya un paraíso de ganancias para un pequeño puñado de banqueros y monopolistas, tiene que existir un infierno de superexplotación, pobreza, precariedad y recortes salariales -directos o indirectos, vía inflación- para la inmensa mayoría de la población.