El gobierno catalán exige "poner lí­mites a la solidaridad"

Los Bossi españoles

Imagí­nense que un acaudalado banquero se quejara amargamente por los excesivos impuestos que paga, reclamara «poner lí­mites a su solidaridad», y exigiera recibir del Estado la misma cantidad de dinero que un trabajador. Pues es impensable y reaccionaria posición es la que está adoptando el gobierno catalán en la negociación de la financiación autonómica. La Generalitat exige ahora, después de salir beneficiada en la nueva propuesta presentada por Zapatero, reducir desde el 80% al 65% el fondo destinado a compensar a las comunidades menos desarrolladas. Los dirigentes del tripartito cada vez se parecen más a Umberto Bossi, el lí­der de la Liga Norte, partido italiano etnicista y filofascista, cuyo grito de guerra es que «el Norte industrial no financie a los vagos del Sur».

Todos recordamos el escándalo originado or Lluis Sunye, aquel concejal de Iniciativa per Catalunya que, en un intento por denunciar “el expolio fiscal” a que la solidaridad interterritorial somete a Cataluña, hizo publico en su blog un cartel donde se leía: “el 8,7% del PIB catalán no es suficiente. Apadrina un niño extremeño por 1.000 euros”.Y es que quien siembra vientos, recoge tempestades. Sunye no hizo más que expresar, con reaccionaria desvergüenza, la doctrina oficial que la burguesía catalana y sus representantes han difundido.Primero, el nuevo estatut catalán estableció unilateralmente la cantidad que el Estado debía invertir en Cataluña (¿dónde se ha visto que una de las partes imponga su voluntad al conjunto de forma unilateral?, ¿qué tipo de democracia es esa?).Para justificar esa ofensiva se publicaron falaces balanzas fiscales territoriales (los territorios no pagan impuestos, sólo los individuos, en función de su renta) que intentaban mostrar un supuesto “expolio fiscal” a Cataluña debido a la “excesiva solidaridad” con el resto de comunidades.Ahora Zapatero, con su propuesta de reforma de la financiación autonómica, ha levantado la tapa de la caja de Pandora, esa que al abrirla extendía todos los males por el mundo. Proponiendo un modelo que abandona cualquier pretensión de cohesión nacional, para hacer un traje que sólo beneficia a las comunidades más ricas. Sustituyendo la solidaridad interterritorial como eje fundamental del reparto, por unos vergonzosos fondos que compensen del atraco a las comunidades menos desarrolladas.Y sólo hace falta llenar la mesa de pasteles para excitar todavía más al glotón. Aceptado su punto de partida, la burguesía catalana quiere más. La Generalitat quiere limitar en quince puntos porcentuales el dinero destinado a los fondos de solidaridad, limitándolo a la financiación de los servicios esenciales y no a los proyectos de desarrollo.¿Pero acaso el gobierno de la Generalitat exige más dinero al gobierno central porque lo necesita para garantizar a los ciudadanos catalanes los servicios sociales?Su trayectoria nos demuestra lo contrario. A pesar de ser una de las comunidades más ricas, Cataluña es la que menos porcentaje destina a educación pública, y una de las que sufre -gracias a los privilegios otorgados a la sanidad privada- una de las listas de espera más abultadas.Si la Generalitat consigue más dinero en el reparto, éste no irá destinado a hacer la vida más llevadera a los habitantes del Raval o Sants, por mencionar dos barrios populares barceloneses, sino a financiar la expansión de la Caixa o de la aplastante estructura burocrática autonómica.

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