Cómic

Los años del elefante

«Los años del elefante» es un desgarrador grito de socorro, ante el hundimiento aní­mico y psicológico de su autor, que hasta entonces nunca habí­a ni siquiera rozado ese registro. El cómic se convierte en una terapia en la que Linthout expresa la constante lucha por superar el dolor de la muerte de su hijo. Las confesiones de un hombre que ha permanecido durante mucho tiempo en una especie de burbuja de la felicidad que estalla en mil pedazos, de alguien que ya no entiende nada de lo que ocurre a su alrededor.

Sin saber qué hacer, sin comrender qué le pasaba a su mundo, Linthout hizo lo único que sabía: dibujarlo. Expresar en un tebeo lo que su mente no podía asumir en un intento último de hacer inteligible eso tan indefinible que es la vida. No hay guión, estructura previa o argumento: sólo hay preguntas y dolor. Dolor omnipresente y la renuncia a aceptar que su hijo ha muerto. Miedo a reconocer que la vida ya no será la misma y obcecado, casi furioso, empeño en encontrarle sentido a lo que no lo tiene.La apariencia de un dibujo descuidado, en ocasiones mediocre, y de aire desenfadado, hace que sea todavía más sorprendente el efecto que produce leer la crudeza que refleja. Linthout dibuja compulsivamente, aboceta con un lápiz nervioso unos trazos que ni siquiera pasara posteriormente a tinta y que dejan ver todavía más la tensión visceral que le empuja a dibujar.Y el lector, invitado de piedra en una función a puerta cerrada en la que no debería estar, asiste impotente a la autodestrucción de una persona. A cómo se encierra en una concha de sufrimiento que le va alejando de sus amigos, de su trabajo, de su pareja, viviendo tan sólo para un imposible.El aspecto gráfico del volumen es casi una casualidad superficial, un reflejo más de la intención con que fue creado, y obviamente la estructura narrativa carece de orden, con fallos de ritmo y redundancias constantes. Sin embargo, pese al poco valor que como “objeto” le podemos otorgar a este cómic, su importancia como testimonio de un hombre anónimo -al menos fuera de la Bélgica flamenca- que descubre las contradicciones de un mundo injusto donde la tragedia acecha al que menos lo espera, es inaudita.Una verdadera suerte que la editorial Ponent Mon se haya atrevido a incorporar a su catálogo a este dibujante belga en el que nadie se había fijado antes, y que nos ha demostrado otra manera de plantearnos el proceso de elaboración y la finalidad comunicativa de una novela gráfica moderna.

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