Las calles de Los Ángeles, la segunda ciudad más populosa de EEUU, han vuelto a ser el escenario de enfrentamientos que parecen sacados de la lucha por los derechos civiles de los años 60, con agentes uniformados armados y lanzando explosivos a los manifestantes, como si fuera un conflicto bélico.
El desencadenante son las ultrareaccionarias políticas migratorias de Trump, y la brutalidad de su temida «migra» -el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas, ICE por sus siglas en inglés- que han desatado una ola de indignación e ira popular en una ciudad y fuertemente escorada hacia posiciones progresistas, y donde el porcentaje de población de origen migrante (principalmente hispanos) supera el tercio del total.

Disturbios y enfrentamientos con la policía. El Pentágono desplegando a miles de soldados de la Guardia Nacional por las calles de Los Ángeles y prometiendo mano dura contra las protestas. Y miles y miles y miles de angelinos saliendo a las calles, manifestándose pacíficamente (la mayoría) o levantando barricadas (algunos) y clamando contra la brutalidad de la «migra». Bienvenidos a los EEUU de Trump.
El polvorín estalló después de que los agentes de la ICE desplegaran por los barrios de centro de Los Ángeles varias operaciones de caza y captura de trabajadores inmigrantes. Los agentes, ataviados con cascos, uniformes y fusiles de combate, lanzaron sus redadas entrando en centros de trabajo, por las calles e incluso entrando en los hogares.
«En la primera jornada hubo más de un centenar de inmigrantes no regularizados que fueron arrestados, en tanto que una cincuentena de manifestantes también fueron detenidos. Uno de ellos fue David Huerta, presidente del sindicato SEIU (trabajadores de servicios) en California, quien resultó herido durante los enfrentamientos», asegura el corresponsal de La Vanguardia en EEUU, Francesc Peirón.

La brutalidad de las redadas -desplegada ante la pasividad del ayuntamiento y de la policía metropolitana- pronto se encontró con la respuesta de los ciudadanos. Al segundo día, la gente comenzó a organizar protestas más o menos espontáneas en torno al dispositivo de la ICE.
Los uniformados de la migra utilizaron de entonces granadas aturdidoras, gas lacrimógeno y bolas de goma contra la gente, produciéndose violentos disturbios incluso n el distrito de la moda, no lejos del ayuntamiento. «Llegaron dos enormes camiones blindados y otros vehículos camuflados. Rápidamente se les acercó una multitud de activistas pro inmigrantes y simpatizantes. Horas después de esos primeros conatos se produjo una nueva confrontación entre manifestantes y agentes federales fuera del centro de detención donde fueron llevados los inmigrantes arrestados. Los uniformados respondieron con balas no letales y con gas pimienta, mientras los otros arrojaron objetos como sillas, e hicieron pintadas anti ICE», informa Peiró.
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El trumpismo exige 3.000 detenciones al día

Tras este violento episodio está en primera instancia Stephen Miller, jefe adjunto del gabinete del presidente y arquitecto de la dura política antiinmigración de Trump. Parece ser que Miller estaba muy decepcionado con la «migra» por no detener suficientes «ilegales» al día, hasta el punto de que a mediados de mayo amenazó con despedir a los cargos de la fuerza aduanera si no cumplían con el objetivo de detener a 3.000 “inmigrantes no autorizados” al día.
Desde entonces, la ‘Gestapo’ migratoria de Trump ha intensificado sus redadas, irrumpiendo en restaurantes, escuelas, hospitales o hasta en los juzgados o en los hogares. El pasado martes 3 de junio se alcanzó el despiadado récord de 2.200 detenciones en un sólo dia en todo EEUU, incluyendo algunos tan estremecedores como la detención de un niño en una escuela pública de Nueva York, o la redada en un popular restaurante italiano de San Diego (California), donde los clientes se amotinaron contra los agentes.
BOCADILLO: La ‘Gestapo’ migratoria de Trump ha intensificado sus redadas, irrumpiendo en restaurantes, escuelas, hospitales o hasta en los juzgados o en los hogares.
Foto 1: Un manifestante con una bandera mexicana pasa al lado de un contenedor de basura con una pintada que reza: “Muerte a ICE” (la policia migratoria de EEUU
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Se oprime para explotar

La dictadura hegemonista mundial que Trump intenta imponer en todo el planeta comienza en casa. La administración republicana ya no esconde un proyecto que impulsa una agenda política e ideológica ultraderechista, y que incluye drásticos hachazos en el terreno de las libertades y derechos civiles. Especialmente para un grupo de la población: los más de 11 millones de trabajadores migrantes indocumentados que viven en EEUU.
Desde su primer mandato, Trump cogió a los migrantes como blanco preferente de sus diatribas racistas y xenófobas, pintándolos como el «enemigo interno», criminalizándolos y vertiendo el más ponzoñoso odio contra ellos. Un sector de la clase obrera cuyo trabajo con salarios de miseria sostiene sectores de la economía tan importantes como la producción agrícola, la construcción, las manufacturas o los servicios de cuidados.
¿Busca realmente el gobierno de Trump capturar y deportar a todos trabajadores migrantes que hay ilegalmente en EEUU? No, por supuesto que no. No sólo no pueden, sino que no es lo que pretenden.
¿Cuáles serían las pérdidas para la economía de EEUU si todos los 11 millones de trabajadores migrantes indocumentados que hay en el país fueran deportados? Hasta los propios think tanks económicos de la burguesía norteamericana advierten de los nefastos efectos que esto tendría. Según el Consejo Estadounidense de Inmigración (AIC), una deportación masiva reduciría el PIB de EEUU entre un 4,2% y un 6,8%, lo que equivale a una pérdida de entre 1,1 billones y 1,7 billones de dólares. Otro análisis del Peterson Institute for International Economics (PIIE) indica que deportar a 1,3 millones de trabajadores resultaría en una contracción del PIB de un 1% anual, y en un escenario extremo de deportación de 8,3 millones de trabajadores, la reducción podría alcanzar hasta un 7% anual.
Detrás de estas ultrareaccionarias y crueles políticas, siempre late la más descarnada explotación de la clase obrera.

Entonces ¿qué busca la clase dominante norteamericana a través de la política de Trump?
La respuesta es clara. Se oprime para explotar.
Mediante una auténtica política de terror, mediante una despiadada «Gestapo» migratoria que persigue a los trabajadores indocumentados hasta las escuelas y hospitales, hasta las iglesias y centros de trabajo, que detiene y separa a las familias en sus hogares o mientras hacen la compra, y que deporta a decenas o centenares de miles de trabajadores a las brutales cárceles de Bukele… lo que se persigue es imponer al resto, por la fuerza y el miedo, aún peores condiciones de vida y de trabajo. Una despiadada hiper-explotación para apoderarse de gigantescos beneficios.
Detrás de estas ultrareaccionarias y crueles políticas, siempre late la más descarnada explotación de la clase obrera.


Carlos dice:
Es una distopía, pero se asemeja mucho a la realidad
https://youtu.be/52VObbnbggk?si=e6qzdcpCia3C6sg5
Gonzalo dice:
Trump=Revolución
Carlos dice:
Muy de acuerdo,se oprime para explotar, como les pasa a las féminas, el movimiento LGTBI, etcétera
Lo que está claro es que con Trump las diferencias entre ricos y pobres se agrandan
https://youtu.be/by-NJnrNL4Q?si=XUfBeRf4FLzJ9I6m