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Lorca, un poeta en Nueva York

“Poeta en Nueva York” forma parte del legado poético de la humanidad. Este cómic, guionizado y dibujado por Carles Esquembre, muestra una visión original sobre la estancia de Federico García Lorca en esta ciudad.

Nos dejaremos asaltar por las pasiones y obsesiones del escritor granadino atendiendo a su epistolario y a los testimonios de quienes le siguieron en dicha aventura. Una oportunidad para acercarse a la imperecedera obra de García Lorca.

En los últimos años la figura de Lorca ha fascinado a los creadores de cómics con resultados tan interesantes como La huella de Lorca (El Torres y Carlos Hernández), La araña del olvido (Enrique Bonet), o Los caballeros de la orden de Toledo (Javierre y Juanfran Cabrera). A los que ahora se suma otro título imprescindible: Lorca: Un poeta en Nueva York (Panini), de Carles Esquembre, que se centra en el famoso viaje de Lorca a la Gran Manzana.

La inmortal obra de Federico García Lorca, Un poeta en Nueva York acaba de regresar a las librerías en forma de cómic, una novela gráfica obra del dibujante valenciano Carles Esquembre publicada por Panini Comics.

El cómic Lorca: Un poeta en Nueva York, un tomo de 152 páginas en blanco y negro, muestra una visión original sobre la estancia de Federico García Lorca en Nueva York, un relato que recoge las pasiones y obsesiones del escritor granadino que revelan su epistolario y los testimonios de quienes le siguieron en dicha aventura.

Carlos Esquembre (Valencia, 1985) es un músico y dibujante formado en la Escola Joso de Barcelona que ha trabajado como ilustrador freelance ha realizado storyboards para diversas producciones audiovisuales . Su primera incursión en el cómic tuvo lugar en 2013, cuando se autopublicó The Body, un tebeo de ciencia ficción donde unos diminutos sanitarios son introducidos en el interior de un cuerpo humano enfermo. Además, ha participado en la antología Visiones del fin, publicada por Aleta en 2015, Lorca: Un poeta en Nueva York es su primer álbum.

El autor nos cuenta cómo ha enfocado esta historia: “El cómic está dividido en una serie de capítulos que cuentan parte de la vida de Lorca en Nueva York, el carácter y el tono general del cómic oscila entre las escenas costumbristas, el día a día cotidiano en la gran manzana y el surrealismo y las imágenes oníricas representativas del universo de Lorca. Los que conocen a Lorca encontrarán guiños y referencias más o menos evidentes hacia su obra y su vida, y los que apenas sepan nada del poeta y se acerquen a la obra por ser asiduos lectores de cómic, podrán disfrutar de elementos característicos del cómic de género, mediante la ciudad de Nueva York con todos sus escenarios protagonistas como un personaje más”.

Esquembre no quiso «caer en la trampa» de reproducir estos poemas en viñetas, sino que acudió al epistolario de Andrew A. Anderson, así como a los textos de Ian Gibson, entre otros autores, para reconstruir en sus viñetas esta etapa llena de algunos de los pasos más importantes que García Lorca dio entre 1929 a 1930 en este país: «La idea era contextualizar y poner en ambiente las cosas que le pasan a Lorca en Nueva York». En cómics como estos es difícil no abusar de citas literarias ni dejarse llevar por la tentación de intentar dibujar los versos, algo que Carles ha conseguido: “Poeta en Nueva York –asegura- está lleno de metáforas visuales y esto resulta un juego genial para un dibujante. Pero quería evitar caer en la trampa de trasladar literalmente al dibujo todas esas imágenes potentes y violentas, porque creo que hubiera sido demasiado obvio. Con el guión me pasaba un poco lo mismo. No quería poner el bocadillo de texto con el verso Lorquiano y el dibujito abajo. Quise que el cómic tuviera un lenguaje más o menos propio”.

«‘Poeta en Nueva York’ es un libro con una fuerza y una violencia tremenda y en él está presente desde los problemas de una ciudad con la industrialización o las consecuencias de una gran crisis, ya que vivió de primera mano la caída de Wall Street de octubre de 1929». Durante su estancia en Nueva York, Lorca visitó Harlem, en cuyos garitos el jazz era el rey., siendo testigo directo del Crack del 29, lo que también influyó en su obra: “En sus cartas menciona que lo que más impacto le causó fue el barrio de Harlem –comenta Carles-. Desde el principio se siente identificado con los negros y las minorías raciales, y se ve obligado a “denunciar” esa opresión que sufren por parte de una sociedad cruel, mecanizada y racista.

En ese viaje, Lorca conocería a otros intelectuales que influirían poderosamente en Poeta en Nueva York. “En el periodo que Lorca pasa en Nueva York –asegura Carles- conoce en persona a escritores importantes, como Hart Crane y la escritora Nella Larsen, del llamado “renacimiento de Harlem”. Pero también tiene muy presente a algunos de los más grandes escritores norteamericanos, como T.S Elliot, Edgar Allan Poe y Walt Whitman. En el cómic hay una secuencia donde Lorca y su amigo Colin tienen una conversación sobre Edgar Allan Poe. Esta referencia no es algo que se me haya ocurrido a mí para dar un toque oscuro y gótico al trabajo, pues es evidente que Lorca tiene en mente a Poe cuando escribe el poema Danza de la muerte y menciona “el mascarón de vieja escarlatina” que parece una referencia directa a La máscara de la muerte roja, de Poe”.

“También –continúa el autor- dedica una oda a Walt Whitman, y es León Felipe quien le ayuda a traducir los poemas de Whitman. Respecto a los personajes que coinciden con él en la gran manzana, destaca una importante comunidad española de la que él se rodea y que aparecen en mi cómic: los profesores Ángel del Río y Federico de Onís, el dibujante Gabriel García Maroto, su amigo Fernando de los Ríos, con quien llegó por primera vez a América a bordo del Olimpic, su amigo inglés, Colin Hakcforth Jones, y especialmente importante es la figura de su amigo Philip Cummings, con quien tiene un romance durante su viaje de la ciudad al campo en agosto. También planea con su amigo Emilio Amero la realización del guión de una película surrealista llamada Viaje a la Luna.

A destacar la exhaustiva documentación manejada por Carles Esquembre, que no la utiliza para abrumarnos con datos, sino para intentar comprender cómo se sentía Lorca en cada momento: “Además de la propia obra de Lorca anterior a Nueva York -afirma el autor-, he manejado el epistolario completo y anotado de Maurer y Anderson, las recientes ediciones revisadas de Poeta en Nueva York, especialmente para la parte en la que Lorca se reúne con su editor, José Bergamín, que aparece en el epílogo del cómic, y que cuenta un poco algunos de los problemas y diferencias de opinión entre la visión original que Lorca quería para su libro y el manuscrito que finalmente fue pasando a través de diferentes manos”. “También –asegura Carles- los trabajos de Ian Gibson, Miguel García Posada, Luis García Montero, y libros relacionados con la ciudad de Nueva York a final de los años veinte, como La ciudad automática del periodista Julio Camba. En general el proceso de documentación y bibliografía ha sido más difícil que el propio dibujo, ya que he intentado hacer el cómic con el máximo respeto y rigor histórico posible”.

Las referencias fotográficas han sido imprescindibles, no solo de la ciudad y de la época, sino también de la representación de la figura humana y la expresividad corporal de los personajes. Me resulta imposible dibujar un estilo más o menos realista si no tengo una referencia visual”. Lo de incluir fotografías es un poco en homenaje al propio Lorca, que quería publicar Poeta en Nueva York acompañado de postales y montajes fotográficos propios de la época, influenciado por fotógrafos como Man Ray y Nicolas de Lekouna”.

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