La decisión del Ejecutivo británico de sumarse a una nueva entidad financiera internacional encabezada por China ha abierto una disputa con EEUU sobre cómo abordar el crecimiento de China.
La Administración Obama declaró que la decisión de Reino Unido de convertirse en miembro fundador de Asia Infrastructure Investment Bank (AIIB) forma parte de una estrategia de «adaptación constante» a China.
Las diferencias que han surgido a raíz del nuevo banco, que podría competir con el Banco Mundial, forman parte de una cuestión mucho más amplia sobre cómo los gobiernos occidentales deberían abordar la ambición y el poder de China.
El Ejecutivo de EEUU asegura que, si los países del G7 y otras grandes economías deciden participar en proyectos como el de bancos como el AIIB, podrían acabar convirtiéndose en un instrumento de la política exterior de China.
EEUU cree que Occidente puede ayudar a configurar la normativa que adoptará el banco desde fuera de la entidad.
La disputa surgió a raíz de que el Gobierno británico hiciera una crítica velada a China por su gestión de las manifestaciones en favor de la democracia que se han organizado en los últimos meses en Hong Kong.
El ministerio de Economía británico aseguró que su titular, George Osborne, había manifestado su intención de convertirse en miembro fundador del nuevo banco a su homólogo estadounidense, Jack Lew.
Osborne sabía que su decisión no agradaría a Washington. Defendió su posición asegurando que es bueno que Reino Unido esté presente en el banco desde el principio para garantizar que opera con total transparencia.
«Unirse a AIIB desde su fundación será una oportunidad sin precedentes para Reino Unido y Asia de invertir y crecer juntos», puntualizó. Osborne espera que otros países occidentales que, en círculos privados han alabado el proyecto, se impliquen también.
El lanzamiento de AIIB se produjo en octubre con el respaldo de veinte países, a excepción de Japón, Corea del Sur y Australia, los principales aliados de EEUU en la región.
InfluenciaLa decisión de grandes economías de sumarse al proyecto les restará influencia, opina EEUU, que declaró que «tendrían más margen de maniobra si se mantuvieran fuera; si se involucran ahora mismo, no sabrán si China tiene intención de mantener el poder de veto».
La decisión de Osborne pone de manifiesto el deseo de Londres de fomentar las relaciones comerciales con China, aunque se exponga a empeorar su relación con Washington.
Aunque la relación entre Washington y Londres sigue siendo sólida, las diferencias sobre la implicación británica en el proyecto del banco de desarrollo encabezado por China se han puesto de manifiesto.
A las autoridades de EEUU les preocupa el debate de Reino Unido sobre su lugar en Europa y que su salida de la UE debilite la influencia internacional de un importante aliado. La Administración Obama no ha ocultado el hecho de que, durante las crisis de Ucrania y el futuro del euro, Alemania haya sido el principal interlocutor de Washington.