A Botí­n le tiembla el suelo bajo los pies (2)

Loco por la liquidez

En agosto del pasado año, el subdirector general de Santander Real State declaraba en una entrevista, refiriéndose a Banif Inmobiliaria, que «la crisis no nos está afectando, porque nuestra principal fuente de rentabilidad son los alquileres, por lo que no nos afecta la ralentización del precio de la vivienda». Sólo 4 meses después, el pasado 26 de diciembre, los inversores de Banif recibí­an una breví­sima comunicación sobre una tasación extraordinaria del valor total de fondo, lo que llevó a una petición masiva de reembolsos. Y con ellos, la congelación de su dinero durante dos años. ¿Qué ha pasado en esos 4 meses?

Posiblemente lo mismo que ha llevado al Santander a estar negociando la venta del 31% de sus acciones de la etrolera Cepsa a un precio de entre 30 y 35 euros, cuando hace sólo tres meses, exactamente en noviembre de 2008, estaba negociando con los mismos compradores un precio de 70 euros por acción. Dos movimientos aparentemente sin conexión, pero en realidad guiados por un mismo hilo conductor: Botín está loco por conseguir liquidez. Y necesita conseguirla a cualquier precio. No le ha importado asestar un nuevo golpe, y es el tercero consecutivo, a la reputación de su banco, y por tanto a la confianza del mercado y de los inversores en él con el asunto Banif. Tampoco parece importarle perder un 50% en el precio de Cepsa con tal de venderlo ya. Lo de Banif Inmobiliaria clama al cielo y más de 2.000 pequeños inversores se han organizado rápidamente en distintas plataformas para exigir sus derechos, y su dinero. La historia del fondo es compleja, pero quedan en el aire multitud de preguntas sencillas que la justicia o los organismos reguladores deberían responder, o exigir que se respondiera. ¿Ha comprado Banif activos inmobiliarios del Banco Santander o de Banesto cuando estos decidieron, a mediados de 2007, vender todos sus inmuebles para pasar a ser realquilados? ¿Qué precio de tasación se hizo entonces de dichos activos? ¿Participó Tasamadrid –la misma que había tasado el patrimonio de la quebrada inmobiliaria Martinsa-Fadesa que ahora los administradores judiciales han descubierto que estaban inflados, en ocasiones hasta en un 1.100% superior a su valor real– en la valoración de los inmuebles de Santander? ¿Y en los de Banif? ¿Por qué en la ventana de liquidez (momento en que los inversores pueden retirar el dinero invertido) del pasado mes de octubre se produjo una retirada de más de 500 millones de euros, y quiénes la hicieron, mientras a los pequeños inversores los gestores de Banif les recomendaban que no lo hicieran? ¿Por qué a continuación esos mismos gestores recomendaron a los pequeños inversores que reclamaran el reembolso, creando una situación de iliquidez que abocaba necesariamente al corralito? ¿Cómo es posible que, según sus gestores, el fondo se había revalorizado hasta el mes de octubre cuando los precios inmobiliarios estaban cayendo ya desde al menos principios de año? ¿Ha comprado Banif Inmobiliaria inmuebles de algún deudor del banco, con el que éste haya conseguido el dinero necesario para liquidar su deuda con el Santander? Las respuestas a estas preguntas deberían ser rápidas y concluyentes. Porque Banif Inmobiliaria es el primer caso de auténtico corralito made in Spain que se ha producido. ¿Pero está alguien en condiciones de afirmar que va a ser el último? El Fondo de Garantías de Depósitos controlado por el Banco de España podría hacer frente a una quiebra como la de Caja Castilla La Mancha, ¿pero tiene capacidad para hacer frente a una docena más? Algo huele mal, muy mal, en el sistema financiero español. Tanta insistencia en afirmar, contra toda evidencia, que es el más sólido del mundo no puede ser casual. Botín dice que no quiere dinero del plan de rescate bancario del gobierno. Sin embargo, decreta un corralito en Banif y malvende Cepsa. ¿Qué está pasando aquí? ¿Qué es lo que se trata de ocultar?

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