Washington y Berlí­n marcan sus objetivos para España

Lo que nos preparan para 2016

Venimos de siete años de saqueo, degradación e intervención. Un proyecto impuesto por Washinton y Berlí­n, con el apoyo de la oligarquí­a española y ejecutado sumisamente por los gobiernos del bipartidismo.

Los resultados de las elecciones generales del 20-D han dado un vuelco al mapa político español. La irrupción de una amplia mayoría social de16 millones de votos contra los recortes y por la unidad ha creado un nuevo escenario y agudizado un mar de contradicciones.

El triunfo del viento popular el 20-D crea nuevas dificultades y obstáculos al hegemonismo y la oligarquía para constituir una mayoría estable que les permita gobernar ejecutando sus proyectos. El PP es incapaz de aglutinar los apoyos para formar gobierno. Y en el PSOE se ha abierto una crisis de liderazgo y de línea. «¿Pero por dónde pasan ahora los proyectos de los principales centros de poder? ¿Cuáles son los objetivos concretos de Washington y Berlín, de banqueros y monopolistas para esta nueva etapa?»

Entre los emergentes, Ciudadanos no ha obtenido la fuerza suficiente para ser decisiva en la formación de gobierno. Podemos se debate entre su apuesta por el referéndum en Cataluña y “tender la mano a los sectores sensatos del PSOE” con un programa social. En IU su portavoz nacional, Alberto Garzón, apuesta por disolver la formación y crear una nueva que podría integrarse en Podemos.

¿A qué se deben todos estos movimientos, esta intensificación de contradicciones?

No es posible comprender lo que está sucediendo y los movimientos que se están dando en el mapa político español como un enfrentamiento entre la “vieja y nueva política”, entre “el bipartidismo” y los nuevos “emergentes”, sin partir de los proyectos de los principales centros de poder internacionales y nacionales para nuestro país.

Venimos de siete años de saqueo, degradación e intervención. Un proyecto impuesto por Washinton y Berlín, con el apoyo de la oligarquía española y ejecutado sumisamente por los gobiernos del bipartidismo.

Un proyecto marcado por momentos especialmente significativos como: la exigencia de que “España debe rebajar sus salarios un 25%”, publicada en diciembre de 2009 por el New York Times; la llamada de Obama a Zapatero en mayo de 2010, pistoletazo de inicio de la política de recortes y reformas; la reforma exprés del artículo 135 de la Constitución por mandato expreso de Merkel a Zapatero y Rajoy; o el rescate financiero impuesto por la Troika al gobierno de Rajoy en julio de 2012.

Son sólo algunos momentos claves de estos años pero que revelan la virulencia con la que los centros internacionales del poder hegemonista, con la complicidad de la oligarquía financiera y monopolista española, han venido imponiendo sus políticas de saqueo sobre el 90% de la población e intervención sobre nuestro país.

Y no sólo en el terreno económico, también en el político militar.

¿Pero por dónde pasan ahora los proyectos de los principales centros de poder? ¿Cuáles son los objetivos concretos de Washington y Berlín, de banqueros y monopolistas para esta nueva etapa? Aunque no conozcamos la forma en que los van a llevar adelante, sí sabemos lo que quieren conseguir. Lo han dejado bien claro a lo largo de este año, tanto el FMI como Bruselas, con sus exigencias al nuevo gobierno durante los últimos procesos electorales.

En lo económico, culminar en lo principal el saqueo al 90% de la población y las reformas estructurales que lo aseguren definitivamente. El FMI pedía en mayo pasado “más reformas para apuntalar la recuperación”, que concretaba en más reforma laboral para abaratar el despido, subir el IVA y extender los copagos en sanidad y educación. Peticiones que coincidían con las exigencias al nuevo gobierno recogidas en el “Informe de Vigilancia” de la Comisión Europea publicadas en plena campaña electoral del 20-D, en las que fijaba la necesidad de aplicar recortes por 9.000 millones de euros.

En el terreno político, sentar las bases para una “reforma” del modelo político y de aspectos sustanciales del régimen (como una posible reforma de la Constitución…) que permita fortalecer en las nuevas condiciones políticas los pilares fundamentales de su dominio.

En lo militar, culminar la integración silenciada en la estructura militar de Estados Unidos y sus necesidades imperiales en el mundo.

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