El boicot de la oposición nacionalista impide que el gobierno del islamista moderado Recep Tayyip Erdogan pueda acometer la reforma constitucional necesaria para que Turquía puede ingresar en la UE. La oposición -encabezada por El Partido Republicano del Pueblo (CHP), nacionalista y laico- tumba una enmienda tras otra. ¿Buscan acaso los opositores a Erdogan que Turquía permanezca fuera de la UE?.
"Todos los artidos deben implicarse en los trabajos para reformar la Constitución, pero el principal grupo de la oposición rechaza y bloquea todos los esfuerzos. Así que, mientras nos enfrentemos a esto, estos esfuerzos no son más que una pérdida de tiempo. Tendremos que seguir con la Constitución actual", reconocía ayer Erdogan en Bruselas, en una visita para intentar impulsar el ingreso de Ankara en la Unión Europea a pesar del serio obstáculo legal. Los esfuerzos del gobierno de Erdogan, el Partido por la Justicia y el Desarrollo (AKP) por llevar adelante las reformas en la Carta Magna le han llevado incluso a intentar alianzas `contra-natura´, como a buscar el apoyo del ultraderechista Partido Movimiento Nacionalista (MHP). Por el contrario, la resistencia del CHP le ha llevado a amenazar con llevar el caso al Tribunal Constitucional si las reformas salen adelante.La vida política turca está sometida a enormes tensiones desde que el islamista moderado AKP llegó al poder en Turquía –un país con una tradición de laicismo profundamente arraigada en la Constitución desde los tiempos de fundación de la República por Mustafá Kemal `Attaturk´-. Pero las tensiones en las élites del poder turcas no tienen nada que ver con los ataques al laicismo, por mucho que en la calle los sectores mas modernos y dinámicos de la sociedad protesten airados contra las imposiciones retrógadas de los islamistas –como prohibir el consumo de alcohol-.No se trata de eso. Erdogan ha tratado de remover cosas mucho más profundas y más arraigadas que el laicismo en Turquía. El gobierno islamista ha ido -lenta pero a paso firme- alejando a Turquía de la órbita norteamericana, cuestionando la firme vinculación de Ankara a Washington. La llamada “trama del Estado Profundo” –Ergenekon- en la que están detenidos más de doscientos destacados militares, policías, políticos, periodistas o miembros del mundo académico y cultural de Turquía, es la prueba más palpable de hasta que punto el gobierno islamista ha tocado las fibras sensibles del verdadero poder.La oposición nacionalista laica –reconocidamente proyanqui- no busca realmente bloquear el ingreso de Turquía en la UE –un proceso que Washington ve con buenos ojos-, sino impedir otras transformaciones profundas que tendrían lugar con una reforma constitucional. La actual Carta Magna turca fue redactada tras el golpe militar de 1980 –instigado por una línea Reagan que ponía firmes a todos sus peones ante una URSS a la ofensiva que acababa de invadir Afganistán. No sólo impuso un régimen democrático fuertemente restringido –con severas restricciones a la libertad de expresión, sindicatos y partidos sometidos al peligro de ilegalización, etc…- sino que consagra la omnipresencia del Ejército en la vida política, un ejército… intervenido orgánicamente por Washington. Esto es lo que no puede ponerse en cuestión en el Estado Otomano.