Lo que no se dice ni se conoce sobre Egipto

«En realidad, la supuesta revolución no se inició hace tres semanas y no fue iniciada por estudiantes y jóvenes profesionales. El pasado reciente de Egipto se caracteriza por luchas obreras brutalmente reprimidas que se han incrementado estos últimos años. Sólo en 2009 existieron 478 huelgas claramente polí­ticas, no autorizadas, que causaron el despido de 126.000 trabajadores, 58 de los cuales se suicidaron.»

El futuro, sin embargo, comienza ahora. Es imrobable que el Ejército permita una transición democrática. Permitirá establecer un sistema multipartidista, muy limitado y supervisado por el Ejército, para el cual el enemigo número uno no es el fundamentalismo islámico, sino la clase trabajadora y las izquierdas, que son las únicas que eliminarían sus privilegios. Una de las primeras medidas que ha tomado la Junta Militar ha sido prohibir las huelgas y las reuniones de los sindicalistas. Sin embargo, esta movilización obrera apenas apareció en los mayores medios de información. (PÚBLICO) 20 MINUTOS.- Cada vez son más los griegos que deciden no pagar por unos servicios públicos cada vez más caros y llaman a la desobediencia civil para protestar contra las duras medidas de ajuste del Gobierno. Los empleados públicos y los jubilados han visto importantes recortes en sus sueldos y pensiones, lo que unido a la subida de los impuestos y la inflación ha hecho que algunos economistas hayan calculado que han perdido un 25 % de su poder adquisitivo. Ante esta situación, desde hace dos meses grupos de ciudadanos se han organizado para protestar contra el aumento del precio de los billetes del transporte público, entre el 28 y el 80%, según el medio y la ruta.También protestan por el peaje en las autopistas y contra el incremento del precio de las consultas en los hospitales públicos, que han pasado de los tres a los cinco euros por visita. LA RAZÓN.- Para España es una situación potencialmente peligrosa. La ministra de Asuntos Exteriores, Trinidad Jiménez, ha insistido durante todos estos días en que no existe riesgo alguno de que la revuelta árabe se extienda a Marruecos, pero esperamos que esa retórica prudente y medida esté acompañada bajo cuerda de los correspondientes planes de contingencia. Que prenda o no la llama en el reino alauí es algo que a España no le podrá coger desprevenido porque nos jugamos demasiado. La inestabilidad en esa región crítica para nuestros intereses exigen del Gobierno y de los resortes del Estado máxima atención Opinión. Público Lo que no se conoce sobre Egipto Vicenç Navarro La caída del dictador Mubarak como resultado de la movilización popular es un motivo de alegría para toda persona con sensibilidad democrática. Pero esta misma sensibilidad democrática debiera concienciarnos de que la versión de lo ocurrido que ha aparecido en los medios de información de mayor difusión internacional (desde Al Yazira a The New York Times y CNN) es incompleta o sesgada, pues responde a los intereses que los financian. Así, la imagen general promovida por aquellos medios es que tal evento se debe a la movilización de los jóvenes, predominantemente estudiantes y profesionales de las clases medias, que han utilizado muy exitosamente las nuevas técnicas de comunicación (Facebook y Twitter, entre otros) para organizarse y liderar tal proceso, iniciado, por cierto, por la indignación popular en contra de la muerte en prisión, consecuencia de las torturas sufridas, de uno de estos jóvenes. Esta explicación es enormemente incompleta. En realidad, la supuesta revolución no se inició hace tres semanas y no fue iniciada por estudiantes y jóvenes profesionales. El pasado reciente de Egipto se caracteriza por luchas obreras brutalmente reprimidas que se han incrementado estos últimos años. Según el Egypt’s Center of Economic and Labor Studies, sólo en 2009 existieron 478 huelgas claramente políticas, no autorizadas, que causaron el despido de 126.000 trabajadores, 58 de los cuales se suicidaron. Como también ocurrió en España durante la dictadura, la resistencia obrera democrática se infiltró en los sindicatos oficiales (cuyos dirigentes eran nombrados por el partido gobernante, que sorprendentemente había sido aceptado en el seno de la Internacional Socialista), jugando un papel clave en aquellas movilizaciones. Miles y miles de trabajadores dejaron de trabajar, incluidos los de la poderosa industria del armamento, propiedad del Ejército. Se añadieron también los trabajadores del Canal de Suez (6.000 trabajadores) y, por fin, los empleados de la Administración pública, incluyendo médicos y enfermeras (que desfilaron con sus uniformes blancos) y los abogados del Estado (que desfilaron con sus togas negras). Uno de los sectores que tuvo mayor impacto en la movilización fue el de los trabajadores de comunicaciones y correos, y del transporte público. Los centros industriales de Asyut y Sohag, centros de la industria farmacéutica, energía y gas, también dejaron de trabajar. Las empresas en Sharm El-Sheikh, El-Mahalla Al Kubra, Dumyat y Damanhour, centros de la industria textil, muebles y madera y alimentación también pararon su producción. El punto álgido de la movilización obrera fue cuando la dirección clandestina del movimiento obrero convocó una huelga general. Los medios de información internacionales se centraron en lo que ocurría en la plaza Tahrir de El Cairo, ignorando que tal concentración era la cúspide de un témpano esparcido por todo el país y centrado en los lugares de trabajo –claves para la continuación de la actividad económica– y en las calles de las mayores ciudades de Egipto. El Ejército, que era, y es, el Ejército de Mubarak, no las tenía todas consigo. En realidad, además de la paralización de la economía, tenían temor a una rebelión interna, pues la mayoría de soldados procedían de familias muy pobres de barrios obreros cuyos vecinos estaban en la calle. Mandos intermedios del Ejército simpatizaban también con la movilización popular, y la cúpula del Ejército (próxima a Mubarak) sintió la necesidad de separarse de él para salvarse a ellos mismos. Es más, la Administración Obama, que al principio había estado en contra de la dimisión de Mubarak, cambió y presionó para que este se fuera. El Gobierno federal ha subvencionado con una cantidad de 1.300 millones de dólares al año al Ejército de aquel país y este no podía desoír lo que el secretario de Defensa de EEUU, Robert Gates, estaba exigiendo. De ahí que el director de la CIA anunciase que Mubarak dimitiría y, aunque se retrasó unas horas, Mubarak dimitió. Ni que decir tiene que los jóvenes profesionales que hicieron uso de las nuevas técnicas de comunicación (sólo un 22% de la población tiene acceso a internet) jugaron un papel importante, pero es un error presentar aquellas movilizaciones como consecuencia de un determinismo tecnológico que considera la utilización de tecnología como el factor determinante. En realidad, la desaparición de dictaduras en un periodo de tiempo relativamente corto, como resultado de las movilizaciones populares, ha ocurrido constantemente. Irán (con la caída del sha), el Muro de Berlín, la caída de las dictaduras del Este de Europa, entre otros casos, han caído, una detrás de otra, por movilizaciones populares sin que existiera internet. Y lo mismo ocurrió en Túnez, donde, por cierto, la resistencia de la clase trabajadora también jugó un papel fundamental en la caída del dictador, cuyo partido fue también sorprendentemente admitido en la Internacional Socialista. El futuro, sin embargo, comienza ahora. Es improbable que el Ejército permita una transición democrática. Permitirá establecer un sistema multipartidista, muy limitado y supervisado por el Ejército, para el cual el enemigo número uno no es el fundamentalismo islámico (aunque así lo presenta, a fin de conseguir el apoyo del Gobierno federal de EEUU y de la Unión Europea), sino la clase trabajadora y las izquierdas, que son las únicas que eliminarían sus privilegios. No olvidemos que las clases dominantes de Irán, Irak y Afganistán apoyaron el radicalismo musulmán (con el apoyo del Gobierno federal de EEUU y de Arabia Saudí) como una manera de parar a las izquierdas. Una de las primeras medidas que ha tomado la Junta Militar ha sido prohibir las huelgas y las reuniones de los sindicalistas. Sin embargo, esta movilización obrera apenas apareció en los mayores medios de información. PÚBLICO. 17-2-2011 Crisis. 20 minutos Los griegos optan por no pagar el autobús y el metro como protesta por los recortes Cada vez son más los griegos que deciden no pagar por unos servicios públicos cada vez más caros y llaman a la desobediencia civil para protestar contra las duras medidas de ajuste del Gobierno. Con enormes pancartas en las que se lee "Den Pliróno" (No pago), gente de todas las edades recibe a diario a los viajeros del metro y de los autobuses de Atenas con una pitada y cánticos del tipo: "No pagamos la crisis de otros". Este movimiento ha decidido no rascarse el bolsillo por los billetes de transporte público, ni por los peajes de las autopistas, y anima a los ciudadanos a seguir su ejemplo, pese a la amenaza de multas. El primer ministro griego, el socialista Yorgos Papandréu, ha manifestado ya en el Parlamento su preocupación por los casos de desobediencia civil y el portavoz del Gobierno, Yorgos Petalotís, declaró: "no es un movimiento, son unos aprovechados". "Integramos el movimiento contra el robo de nuestros ingresos y no estamos dispuestos a pagar cuando ellos se revuelcan en dinero ajeno", dijo María, una indignada funcionaria. Los empleados públicos y los jubilados han visto importantes recortes en sus sueldos y pensiones, lo que unido a la subida de los impuestos y la inflación ha hecho que algunos economistas hayan calculado que han perdido un 25 % de su poder adquisitivo. Ante esta situación, desde hace dos meses grupos de ciudadanos se han organizado para protestar contra el aumento del precio de los billetes del transporte público, entre el 28 y el 80%, según el medio y la ruta. También protestan por el peaje en las autopistas y contra el incremento del precio de las consultas en los hospitales públicos, que han pasado de los tres a los cinco euros por visita. Medidas de presión al Gobierno Para protestar, sellan las máquinas expendedoras de billetes en las estaciones y llaman a los atenienses a resistir, "ya que el transporte público es más caro que usar el propio vehículo privado", claman. El fenómeno de los pasajeros que viajan sin billetes ha aumentado hasta rozar el 40% en los autobuses y hasta un 15% en el resto de los medios de transporte, según estimaciones oficiales."Vivimos en un régimen de Junta dentro de la Democracia que recibe órdenes de los constructores y de los bancos", declaró Leonidas Papadópulos, portavoz del comité nacional ‘Den Pliróno’. En las multitudinarias manifestaciones que se han sucedido en Atenas, son miles las personas que piden que sea "la plutocracia" la que pague la factura de la crisis y exigen que se luche contra la evasión fiscal para tapar agujeros en el presupuesto estatal. En el caso de las autopistas, cada vez son más los ciudadanos que deciden levantar las barreras del peaje, a pesar de la presencia de vigilantes. El fenómeno se ha extendido tanto que el Gobierno quiere endurecer las multas hasta los 200 euros. Hace un mes Apostlos Gletsos, el alcalde de la localidad de Stilidas (Grecia Central), afectada por un caro peaje y sin ruta alternativa para ir a los pueblos del entorno, derribó con una excavadora el puesto de peaje. Fue detenido y tras ser puesto en libertad sus paisanos lo recibieron como un héroe. Algunos analistas, como el columnista griego Yorgos Kitsos, han aprovechado este movimiento para criticar a las empresas concesionarias, ya que entre además del derecho a cobrar peaje recibieron del Estado entre el 50 y el 80% del dinero de las obras para construir las autopistas. Las empresas concesionarias han declarado a los medios que el peaje es esencial para financiar las obras y ponen como ejemplo que en la autopista entre Atenas y el puerto de Patras (de 200 kilómetros) más de un millón de conductores se han negado a pagar en los últimos dos años, lo que equivale a pérdidas de 100 millones de euros. Los activistas de este movimiento han convocado a una manifestación pacífica en la plaza central de Atenas, frente al Parlamento, el 1 de marzo, con el lema "¿Quieren Guerra? la tendrán". 20 MINUTOS. 19-2-2011 Editorial. La Razón Peligro en Marruecos La revuelta social que sacude el mundo árabe amenaza con prolongarse en el espacio y en el tiempo. La clave de este movimiento transnacional es que sus raíces son profundas y parten de problemas comunes a los que se han dado parecidas respuestas del todo insatisfactorias. Lo que comenzó como una movilización popular en Túnez, que acabó con el régimen de Ben Alí, y continuó en Egipto para fulminar también a Mubarak, afecta ya a Yemen, Libia, Argelia o Bahréin. Hablamos de un fenómeno equiparable que parte de una población juvenil, muy mayoritaria en estos países, frustrada e insatisfecha por la falta de perspectivas, en el marco de unas sociedades sometidas a la pobreza y a la corrupción del poder mientras una élite se enriquece. Una ciudadanía subdesarrollada además culturalmente que comprueba, gracias a la irrupción de las redes sociales, el auge de los países occidentales de la otra ribera del Mediterráneo. Este guión está prácticamente calcado en todas las naciones árabes donde han germinado las revueltas. Y, bajo sus peculiaridades, se da también en nuestro vecino Marruecos. Existe ese caldo de cultivo en una nación donde el Índice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas la sitúa en el puesto 130, dentro del grupo de países de nivel medio, con indicadores similares a los de Tayikistán, Namibia, Suráfrica, India o Laos, entre otros. Un país, por ejemplo, donde las familias dedican el 63% de su renta a costear los alimentos. Y todo ello bajo una suerte de monarquía teocrática en la que el rey tiene una de las mayores fortunas del mundo. En ese contexto, hoy están convocadas manifestaciones en una veintena de ciudades en el denominado «Día de la Dignidad». El Movimiento 20 de Febrero, integrado por jóvenes que crearon un grupo en Facebook, reivindica para su país la democracia, la separación de poderes y los derechos sociales. Se trata, por tanto, de un movimiento de base que no ha contado con el respaldo de los partidos políticos del régimen. Para España es una situación potencialmente peligrosa. El ejemplo de lo sucedido en Túnez y la invasión posterior de la isla italiana de Lampedusa con miles de sin papeles procedentes del país africano nos obliga a estar extremadamente atentos y en alerta a la evolución de los acontecimientos de nuestro vecino del sur, con el que tenemos frontera terrestre. La ministra de Asuntos Exteriores, Trinidad Jiménez, ha insistido durante todos estos días en que no existe riesgo alguno de que la revuelta árabe se extienda a Marruecos, pero esperamos que esa retórica prudente y medida esté acompañada bajo cuerda de los correspondientes planes de contingencia. Que prenda o no la llama en el reino alauí es algo que a España no le podrá coger desprevenido porque nos jugamos demasiado. La inestabilidad en esa región crítica para nuestros intereses exigen del Gobierno y de los resortes del Estado máxima atención. Y hay que exigir también que Occidente y, especialmente, Europa sean capaces de desarrollar una política exterior mucho menos contemplativa que hasta este momento y se esté preparado para afrontar cualquier crisis. LA RAZÓN. 19-2-2011

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