La abdicación del Rey es la expresión de la quiebra del modelo político con que el hegemonismo y la oligarquía han impuesto su dominio durante los últimos 40 años.
La debacle del bipartidismo en las elecciones europeas ha puesto en primer plano el masivo rechazo a las fuerzas que se han plegado a los mandatos del FMI y Merkel, imponiendo un nuevo marco político donde su tradicional hegemonía política está puesta en cuestión.
Agudizada por el espectacular de todas las opciones que se oponían a los recortes y a los mandatos de Washington o Berlín.
Una crisis política que también afecta a las más altas esferas del Estado, señaladas, como la monarquía, por una espiral de escándalos y corrupción.
El avance del proyecto de intervención y saqueo sobre España, auspiciado por Washington y Berlín y que exigía la degradación politica de España, ha disparado la crisis política.
Ante esta situación -que amenazaba la estabilidad de su dominio político- el hegemonismo y la oligarquía ha optado por “cambios drásticos” -tanto en las fuerzas políticas, ofreciendo la cabeza de Rubalcaba, como en instituciones claves del Estado, acelerando el relevo en la Corona- que reconduzcan la rebelión de la sociedad española.
Pero debemos ser conscientes de que, a pesar de estos importantes cambios, el centro de la situación sigue siendo el rechazo social mayoritario a la intervención y el saqueo, plasmado en los recortes ejecutados bajo mandato del FMI y Berlín, que suponen un ataque masivo al 90% de la población.
Cualquier posición que coloque en primer plano otra contradicción -entre monarquía y república, o entre independencia y unidad- está despistando a la mayoría, quiebra la necesaria unidad del 90% para enfrentarnos a los recortes, y contribuye a generar una confusión interesada que extravíe el caudal de rebelión popular.
Pocas horas después de cerrarse los colegios electorales en España, el delegado del FMI en España exigía nuevos y mayores recortes: subida del IVA, recortes salariales en las grandes empresas, rebaja de impuestos a bancos, monopolios y capital extranjero.
Y a Rajoy le ha faltado tiempo para anunciar que reducirá el impuesto de sociedades -el que pagan las empresas por sus beneficios-, desde el 30% al 25%, pero solo a las grandes empresas. Mientras que elimina el tipo supe-reducido del 20% para las pymes.
El nuevo marco político abre una nueva situación política, mucho más convulsa pero que podemos aprovechar para defender los intereses populares y nacionales. Y para ello es imprescindible señalar en primer lugar el blanco principal, que no está situado en “la monarquía” o en “las castas políticas”, sino en las imposiciones de Washingon y Berlín y en la sumisión a ellos de la oligarquía española y las fuerzas políticas del bipartidismo.
Y exige fortalecer la unidad del 90% que se oponen a los recortes, a la intervención y al saqueo impuestos desde el FMI o Merkel.
Desde Unificación Comunista de España defendimos en el referéndum constitucional de 1978 una posición clara: “Abstención es votar por la República”. Porque en ese momento, defendíamos una República Popular frente a un proyecto de transición -diseñado por el hegemonismo norteamericano y la oligarquía para fortalecer su dominio sobre la población- que tenía su clave de bóveda en la monarquía.
Y desde la misma posición, defendemos ahora que el debate entre monarquía y república, lógicamente auspiciado por la abdicación del Rey, nos confunde de nuestro objetivo principal.
Lo que ahora necesitamos es unir al 90% de la sociedad que sufre los recortes -independiente de su posición política, tanto si son republicanos y monárquicos, como de derechas o de izquierdas…- frente al negro futuro que para todos supone el proyecto de intervención y saqueo impuesto por el FMI y Merkel, y ejecutado por un bipartidismo a sus órdenes y una banca y unos grandes monopolios españoles que sólo esperan “sacar tajada” mientras se hunde el país.
Claudia dice:
¡¡¡¡SALUD Y REPÚBLICA!!!!