EEUU desata una guerra comercial de imprevisibles consecuencias

Lo que debemos saber sobre los aranceles. ¿Cómo nos afectan?

¿Qué son los aranceles y por qué pueden tener ese poder desestabilizador? ¿En qué consiste la subida de aranceles aprobada por Washington? ¿Y cómo nos puede afectar, al conjunto de países del mundo y particularmente a España?

Trump ha sacado el arsenal nuclear económico a través de la que define como su palabra favorita, y que todos tenemos ya en cuenta: aranceles.

La brutal subida de aranceles dictada de forma unilateral por la superpotencia, dirigida en primer lugar contra China pero que afecta a todo el planeta, ya está sacudiendo la economía mundial. Y los analistas anuncian que puede conducir a una recesión que suframos todos.

¿Qué son los aranceles y por qué pueden tener ese poder desestabilizador? ¿En qué consiste la subida de aranceles aprobada por Washington? ¿Y cómo nos puede afectar, al conjunto de países del mundo y particularmente a España?

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Un mapa para que no nos confundan

¿Qué debemos saber sobre los aranceles?

¿Qué son los aranceles?

El arancel es una tasa que las mercancías de un país extranjero deben pagar para poder entrar en otro país. El aceite de oliva español, por ejemplo, no entra “libremente” en el mercado norteamericano. Para hacerlo debe pagar el arancel establecido.

Los aranceles pueden fijarse como un porcentaje del valor total de las mercancías, o como una tasa para cada unidad. Los aranceles fijados por Trump pertenecen a la primera categoría. Al fijar un 20% de arancel para las mercancías españolas quiere decir que por cada 100 euros deberán pagar 20 de arancel.

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¿Quién los paga?

No los paga el país o la empresa que exporta, sino el importador. Si una cadena de supermercados norteamericano quiere importar jamón español, deberá pagar al Tesoro de EEUU el arancel correspondiente. Si el valor del jamón es 100 euros en realidad le costará 120, 100 a pagar al exportador y 20 al Estado norteamericano por el arancel.

Los aranceles suelen acaban siendo pagados por los consumidores en forma de subida de precios

En la práctica la empresa importadora puede trasladar a otros ese sobrecoste.

Negociando con la empresa exportadora. Durante el primer mandato de Trump muchas empresas chinas asumieron, bajando los precios, en torno al 75% de la subida de aranceles, porque les interesaba mantener su presencia en el mercado norteamericano.

Y siempre acaban pagándolo los consumidores a través de una subida de los precios. Diversos estudios fijan en 1.200 euros anuales lo que le costó a cada familia norteamericana la subida de aranceles durante el primer mandato de Trump.

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¿Quién decide si suben o bajan?

El Estado de cada país, o acuerdos internacionales que involucran a muchos Estados.

No es un efecto “natural” de fenómenos económicos. Es una decisión política. Fijar los aranceles es un arma de cada Estado para regular el fujo de mercancías.

Existen grandes acuerdos globales sobre aranceles, como el GATT o la Ronda Uruguay. Y también acuerdos regionales. España no puede fijar aranceles unilateralmente. Pertenece a la UE. Se han suprimido los aranceles para los países miembros, y se fijan colectivamente aranceles para las mercancías de otros países. Hay otros grandes acuerdos regionales sobre aranceles, como el Mercosur en el mundo hispano o la Asociación Económica Integral Regional en Asia.

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¿Para qué sirven los aranceles? ¿Qué efectos tiene subirlos?

Los aranceles son una fuente de financiación para un Estado, cobrando una tasa por permitir la entrada de productos foráneos. Pero, sobre todo, son la llave que controla si otros países pueden entrar o no en el mercado interno.

Históricamente los aranceles son una medida proteccionista. Al encarecer los productos extranjeros se les hace menos competitivos, promoviendo que sean sustituidos por producción nacional.

Pero subir los aranceles tiene también sus “inconvenientes”. Para las empresas que dependan de las importaciones aumentan los costes. Se traduce en casi todos los casos en más inflación, con una subida de precios. Y en algunos casos reduce la competitividad, al “dopar” artificialmente a las empresas nacionales.

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¿Cómo defenderse de una subida de aranceles?

Los países que sufren pérdidas al ser desalojados del mercado por una subida de aranceles tienen varias opciones. Pueden negociar la retirada o la rebaja de los nuevos aranceles, a cambio de contrapartidas. Contestar con “aranceles de represalia” contra el país que ha iniciado la agresión, desatando una guerra comercial. O buscar mercados alternativos para sus mercancías.

En muchas ocasiones la respuesta es una combinación de estas tres opciones. La capacidad de respuesta depende de la fuerza y voluntad política de cada país.

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El papel de los aranceles en la historia reciente

Siempre han existido aranceles. Están documentados en la Grecia clásica o durante el Imperio Romano. Pero bajo el capitalismo, al imponer una auténtica globalización del comercio mundial, redimensionan su papel.

Todas las grandes potencias imperialistas han impuesto aranceles desorbitados para impulsar su desarrollo… mientras exigían “libre comercio” a los demás. Durante el siglo XIX el arancel medio impuesto por Inglaterra a los productos manufacturados extranjeros era del 50%. Mientras financiaba en España asociaciones librecambistas para que las mercancías inglesas coparan el mercado. Lo mismo hizo EEUU, al elevar el arancel medio hasta el 40% en 1820, manteniendo esos tipos altos hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Como superpotencia EEUU ha promocionado rebajas globales de los aranceles cuando le beneficiaba, como tras la Segunda Guerra Mundial o especialmente al desaparecer la URSS. Pero también ha intentado imponer subidas de aranceles generalizadas. Así sucedió en 1971. Para obligar al resto del planeta a financiar la guerra de Vietnam, Nixon desvinculó al dólar del patrón oro -permitiendo a EEUU imprimir dólares sin límite- e impuso un arancel del 10% a todos los países.

Con la irrupción del Tercer Mundo, y su creciente papel, muchos países -que antes eran colonias o semicolonias- disponen de Estados que también pueden activar la palanca de la subida de aranceles. Para proteger su economía y para contestar a los ataques de potencias imperialistas, como el que ahora arroja Trump.

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La actualidad de los aranceles

Los aranceles no son una figura propia del siglo XIX, que ya no tiene cabida en el mundo actual. Muchos países, no solo EEUU, los utilizan para defender su mercado. Países del “Sur global”, como China, Brasil, Sudáfrica o México imponen aranceles en sectores estratégicos para favorecer un desarrollo independiente. Y la UE acaba de aprobar un arancel de hasta el 35% para impedir la entrada de coches eléctricos chinos.

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Una subida de aranceles de entre el 10% y el 54%

¿Qué ha aprobado Trump?

El gobierno norteamericano no ha aprobado una subida de aranceles parcial, para una serie de productos o para un grupo de países. Afecta, en diferentes grados, a 200 países, es decir a todo el planeta.

Por su dimensión hay que retroceder un siglo para encontrar un precedente similar. El arancel medio en EEUU pasar de estar en el 8%, y en muchos casos en el 2%, a establecerse entre el 20% y el 25%.

EEUU aplicará un arancel del 10% a todos los países. A los que añadirá unos aranceles “extra” a una buena parte del planeta.

La andanada se dirige en primer lugar contra China, que pasará a sufrir un arancel del 54% -el 34% ahora aprobado, que se suma al 20% que ya estaba vigente-.

Y apunta en mayor medida al conjunto de Asia, el continente con mayor desarrollo y donde EEUU ejerce un dominio menor. A Vietnam se le aplicará un arancel del 46%, a Tailandia del 36%, a Taiwan del 32%, a Indonesia el 32%, a India del 26%…

Pero Washington dirige también su ira arancelaria contra sus “aliados”. La UE recibirá un arancel del 20%, Japón del 24%… e incluso aplicará a Israel uno del 17%.

Y es significativo que EEUU excluya a Rusia de esta subida generalizada de aranceles.

Estos aranceles se suman a los aprobados anteriormente, como el del 25% para los automóviles y las importaciones de acero y aluminio.

La OMC calcula que puede provocar un retroceso del 1% en el comercio mundial, es decir pérdidas de 330.000 millones de dólares. Y puede hacer retroceder entre 0,4 y 0,8 puntos el crecimiento mundial. Algunos estudios cifran que puede llegar a restar entre un 3% y un 4% al PIB de la UE.

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