Los partidos en Israel intensifican sus contactos para formar gobierno.

Limbo polí­tico en Oriente Medio

Los israelí­es siguen con interés las negociaciones y declaraciones entre los distintos partidos. No sin razón, pues es en este momento donde se está decidiendo que lí­nea polí­tica decidirá las acciones de Israel, un pequeño paí­s de algo más de 7 millones de habitantes pero de importancia clave en una de las fallas geopolí­ticas del planeta: Oriente Medio.

El Kadima de Tzii Livni se proclamó ayer ganador de los comicios, pero al sacar una exigua ventaja de un diputado sobre su oponente Benjamín Netanyahu, se trata de una victoria pírrica en toda regla. Sobretodo porque el halcón del Likud tiene de entrada muchas más opciones de componer un gobierno de corte ultrarreaccionario con partidos de extrema derecha como los ortodoxos del Shas y sobretodo con Israel Beitenu, cuyo líder Avigdor Lieberman, con un discurso de corte fascista, racista y abiertamente hostil a los palestinos, ha declarado su preferencia por un “gobierno de derecha”. A pesar de los ataques de uno y otro en la campaña electoral –competían por un espacio electoral en buena medida solapado-, el discurso que llevan es coincidente en puntos clave, como su promesa de “derrocar a Hamás” invadiendo de nuevo la franja si es preciso. El portavoz del Departamento de Estado, Robert Wood, ha declarado que desea trabajar con Israel, con independencia de quien forme el nuevo Ejecutivo, y espera que el próximo gobierno continúe buscando un camino hacia la paz. "Israel es una democracia floreciente y está en medio de un proceso constitucional para formar un Gobierno, y estamos deseando trabajar con el nuevo Ejecutivo una vez esté formado", afirmó Wood. "Tenemos una agenda sólida con el Gobierno de Israel y estamos deseando impulsarla con el nuevo Ejecutivo", agregó. Cuando el enjambre de periodistas intentó sonsacarle una valoración acerca de las combinaciones posibles de gobierno en Israel, Wood salió por la tangente y declaró que no corresponde al gobierno estadounidense opinar acerca de eso, sino a los ciudadanos de Israel. Una vez Israel tenga su Gobierno y decida qué políticas aplicará, EEUU conversará con las autoridades correspondientes, quien quiera que lo lidere, dijo, y añadió: "por supuesto que esperamos que el nuevo Gobierno continúe persiguiendo un camino hacia la paz. No tengo ningún motivo para pensar que el nuevo Ejecutivo no lo hará". Por supuesto nadie puede creerse esa majadería. La administración Obama estará siguiendo al detalle la marcha de las negociaciones y contactos de las que depende en gran medida que escenario van a tener en Oriente Medio. Un eventual gobierno de los sectores más duros e intransigentes del sionismo pondría en graves aprietos los esfuerzos de la Casa Blanca por calmar los ánimos en la región y negociar con Irán. Por otra parte la delegación de Hamás en El Cairo ha reanudado los contactos a través de los mediadores egipcios con los agentes de Israel.. Hamás se ha mostrado dispuesto a aceptar un "periodo de calma" de año y medio a cambio de la reapertura de todos los puestos fronterizos, especialmente el que separa Egipto de Gaza, así como del levantamiento del bloqueo económico que sufre la franja palestina. El breve tiempo que dure el limbo político será clave para que puedan avanzar las negociaciones, que encontrarán un interlocutor mucho más duro en el lado israelí si al gobierno de Tel Aviv sube la extrema derecha del Likud o de Beitenu. Hamás trata ahora de llegar a un acuerdo sólido que sea difícil de romper por parte de un gobierno ultra. El tiempo parece correr en su contra.

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