Gira del ministro israelí­ por Europa

Lieberman exige silencio a la UE

Después de advertir a Europa que serí­a apartada de cualquier papel mediador de continuar con sus moderadas crí­ticas a Israel, el Ministro de Exteriores israelí­, Avigdor Lieberman ha emprendido una gira por las principales capitales europeas, con un doble objetivo: tratar de ganar tiempo o de neutralizar a las cancillerí­as europeas hasta que se produzca el encuentro entre Netanyahu y Obama a mediados de mes, y tratar de preparar las condiciones para un nuevo acuerdo comercial UE-Israel. No en vano Europa es el principal mercado y socio comercial de Tel Aviv.

Desde que fue nombrado a rincipios de abril Ministro de Exteriores –después del largo y tortuoso proceso de negociación que ha dado a luz el nuevo gobierno israelí, un engendro de treinta carteras para contentar las ambiciones de todos los partidos que lo conforman-, Avigdor Lieberman ha cumplido con las expectativas de los que se echaron las manos a la cabeza. Nada más tomar posesión, tiró a la basura el proceso de Anápolis, la Hoja de Ruta y la solución de los dos Estados, alegando que la Knesset jamás los había refrendado y que por tanto el nuevo gobierno no estaba obligado a partir de ellos. El bloqueo a Gaza continúa, la ampliación de los asentamientos judíos en Cisjordania se acelera, y todo parece estar listo para que alguien tire una cerilla. Pero no sólo en política exterior Lieberman tiene un estilo inconfundible, también en el terreno diplomático. Las circunspectas caras de la reunión del ministro con el enviado norteamericano, George Mitchell, ilustraban a la perfección una reunión tensa, donde el israelí le leyó al emisario de la superpotencia una lista de exigencias. Al acabar, ni siquiera le acompañó a la puerta del coche, tal y como marca el protocolo. Con Europa la relación no ha sido mejor en el mes que lleva en el cargo. A las palabras de la Comisaria europea de Exteriores, Benita Ferrero-Waldner, que declaró que no era el momento de fortalecer las relaciones UE-Israel por su posición ante los dos Estados, la cancillería israelí contestó con una amenaza: o Bruselas se recataba en sus críticas o sería apartada de cualquier papel mediador. “Israel pide a la UE que se mantenga en segundo plano y que adopte un diálogo discreto (…). Si tales declaraciones se repiten, Europa no podrá ser implicada en el proceso de paz”, dijo hace unos días el director adjunto del departamento Europa en el Ministerio de Relaciones Exteriores, Rafi Barak.Pero aunque es bien sabido en política internacional que Tel Aviv sólo es sensible –y no siempre como a la Casa Blanca le gustaría- a las presiones de Washington, Israel tiene en la Unión Europea el principal socio comercial, el principal destino de sus mercancías. Y aunque Bruselas ha privilegiado a Israel con un trato preferente, la crisis económica hace que el país hebreo necesite intensificar y mejorar sus relaciones económicas y comerciales con la UE.Pero evidentemente ése no es el aspecto principal de su gira. Hasta Israel necesita mejorar sus relaciones diplomáticas. Lieberman recaló ayer primero en Roma –quién sabe si por afinidades ideológicas-, entrevistándose con su homólogo Franco Frattini y con el primer ministro Silvio Berlusconi. La gira le llevará por París, Praga (que ostenta este semestre la presidencia de la Unión) y finalmente a Berlín. Nótese que no pasará por Londres: al fin y al cabo la posición inglesa no se separa en nada de la norteamericana. Lieberman busca que las potencias europeas “otorguen un plazo a Israel” hasta que Tel Aviv “revele las grandes líneas de su plan diplomático” a Barack Obama en la reunión que Netanyahu mantendrá en la Casa Blanca a mediados de mayo. Hasta entonces rogamos silencio y complicidad.

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