Vuelve la agitación a Venezuela

¿Libertad de expresión para el imperialismo?

El cierre por parte del gobierno venezolano de la cadena de televisión por cable RCTI y las turbulentas movilizaciones en contra y a favor que ha provocado se ha sumado a la oleada de agitación provocada por la alta inflación, la devaluación del bolí­var y los cortes de electricidad en las grandes ciudades. Washington ha visto una nueva oportunidad y no ha dudado en lanzarse de lleno a intentar moverle la tierra bajo los pies a Chávez.

De “urga televisiva”, dictada por la negativa del canal a retransmitir el “tosco catecismo supuestamente izquierdista” de Chávez, han calificado los medios de comunicación occidental la decisión del cierre. Su objetivo es presentarlo como la desequilibrada lucha emprendida por un pequeño y heroico medio de comunicación, adalid de la democracia y la libertad de expresión. ¿Un pequeño y heroico “David” de la comunicación frente al “caudillista y totalitario Goliat” venezolano? Nada más alejado de la realidad. Para empezar, Radio Caracas Televisión Internacional es lo más alejado que pueda uno imaginarse a un valiente “David”, armado de poco más que una honda. Fundada en 1930 por el empresario norteamericano William H. Phelps, bajo el patrocinio de la multinacional RCA Victor, en la actualidad, la cadena está controlada por el imperio multimedia 1BC, poseedor de 40 canales de radio y televisión en Venezuela. La cadena estadounidense NBC, propiedad a su vez del gigante General Electric, es propietaria de un 20% de las acciones de 1BC. En diciembre del año 2000, RTCI trasladó su sede a Miami, convirtiéndose en una corporación organizada bajo las leyes de Estados Unidos, lo que le permitía burlar gran parte de las leyes venezolanas. En abril de 2002, RTCI jugó un papel determinante en el intento de golpe de Estado contra Chávez. Su participación fue tan abierta y de tal magnitud, que su mismo gerente de producción, Andrés Izarra, opuesto al golpe de Estado, dimitió ese mismo día para no convertirse en cómplice. Sus noticiarios no emitieron ni una sola imagen de los millones de caraqueños que se concentraron durante días ante el palacio presidencia de la capital para exigir la vuelta de Chávez. En sus retransmisiones aparecían metódica y sistemáticamente terroríficas listas con los nombres y apellidos de miles de luchadores populares, sindicalistas y dirigentes revolucionarios venezolanos. Lo sorprendente de este asunto no es el cierre de RCTI, sino cómo es posible que haya seguido emitiendo bajo el control de esos mismos golpistas durante casi 8 años. ¿Qué habría que hacer con un medio que, por ejemplo, hubiera participado activamente en el golpe del 23-F? ¿Cuánta libertad de expresión le hubiera permitido usted?

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