'Maricones de antaño", de Ramón Martínez

Libertad con Orgullo

Ramón Martínez es autor de ‘Maricones de antaño’, en el que aborda la importancia de la cultura y la identidad LGTBI en la historia y la lucha por las libertades

El profesor y escritor Ramón Martínez le contó a un grupo de activistas una anécdota relacionada con la vida de García Lorca durante una cena. Un amigo le animó a compartir la historia en las redes y le enseñó a crear un ‘hilo’. Aquel fue el principio de un meticuloso ensayo, titulado Maricones de antaño (Egales), que incluye todo tipo de historias para recuperar la memoria  de personajes y autores LGTB que también forman parte de la Historia.

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No se puede entender la lucha por las libertades sin el movimiento LGTBI…

Cuando hablamos de la cuestión LGTBI estamos acostumbrados a tomar como referencia los años 60, Stonewall, que es cuando se configuró una nueva forma de entender las libertades sexuales, pero ya existía desde hace mucho antes.

La población LGTBI ha estado presente a lo largo de toda la historia de la humanidad. A pesar de que el discurso reivindicativo actual existe desde hace 50 años, existió otro que podemos situar a mediados del siglo XI, pero incuso antes siempre ha habido gente ensalzando otras formas de vivir.

La lucha por las libertades LGTBI es la lucha por la libertad de toda la Humanidad porque se trata del control del deseo. ¿Cómo aparece esto en tu investigación?

Todos los sistemas de poder tratan de normalizar a la población, porque así es más fácil de controlar. Cuando alguien se aparta se trata de reconducirlo o de hacerlo desaparecer.

Con los Reyes Católicos, las guerras de religión eran también una forma de encuadrar a la gente. En la esfera de la sexualidad, que se considera privada aunque no lo sea, esto ha pasado siempre. Cuando un sistema de poder intenta uniformizar a la población se pueden controlar muchas cosas, la religión, lo étnico y la sexualidad. No va una forma de control separada de las demás. La Inquisición perseguía otras religiones pero también la sodomía. No es casualidad.

Hay una relación muy clara entre el intento de controlar políticamente y el intento de apartar toda diversidad del cuerpo social.

¿Hay leyendas o mitos fundacionales de la lucha por las libertades LGTBI?

Hay muchos. Funcionamos con mitos para explicar la realidad. El mito que más usamos es la revuelta del 28 de junio del 69 de Stonewall, la que da paso al Orgullo. Mucho antes de esa hubo otras revueltas y hay muchos puntos de partida desde los que construir lo mítico: Ulrichs, el primer activista reconocido a mediados del siglo XIX, hace 155 años, la apertura del Instituto para la Ciencia Sexual en Alemania… son muchas cuestiones que se pueden narrar como mitos. Hasta el mito del banquete de Platón sobre cómo están configurados los seres humanos: Zeus dividió a los andróginos en hombres y mujeres, o en hombres y hombres, o mujeres y mujeres… lo que hace un mito es narrar la realidad de forma comprensible.

La población LGTBI ha estado presente a lo largo de toda la historia

Miguel Ángel, Goya, Nerón, Adriano, la relación de Cristo con el apóstol Juan…  son muchas las historias. ¿Por qué te lanzate a escribir este libro?

Lo vinculo a mi propia historia vital. Cuando salgo del armario con 27 años busco respuestas para explicarme, y mi intento fue analizar la historia y la literatura. Veinte años después acumulo muchas cosas y me dije que estaría bien narrarlo y compartirlo, y dar a conocer información que suele estar limitada al ámbito académico, e intentar desmontar mitos que no son ciertos; como que todo el mundo es heterosexual, todos hemos oído peroratas interminables sobre la heterosexualidad de los varones de Castilla, pero nunca hemos escuchado, aunque cada vez más, en el ‘insti’, una parte de nuestra historia que explica mejor el devenir histórico en la que no está excluida la gente LGTBI.

Igual que a mí me costó comprenderme y tuve que recurrir a la investigación, quiero que la gente no tenga que recurrir a estar horas en la Biblioteca Nacional para descubrir la historia de Adriano y Antino.

¿Puedes explicar la historia de Adriano y Antino, y la de Miguel Ángel con su aprendiz?

La relación de Adriano y Antino es la de un emperador romano que en uno de sus muchos viajes conoció a un joven con el que mantuvo una relación amorosa durante años. Hasta que Antino no se sabe si se suicidó o fue asesinado. La leyenda dice que se suicidó, porque creyó que así garantizaría una vida más larga al emperador. Adriano decidió deificarlo, construir una ciudad en su honor. Lo que hace que Antino sea uno de los rostros más conocido de la estatuaria romana, porque hay estatuas suyas por todas partes. Se convirtió en un símbolo del amor entre varones.

Es un mito que recogió Miguel Ángel en su relación con Tommaso Cavalieri, un aprendiz que tuvo. En vida todo el mundo sabía que no era solo su aprendiz. A su muerte un sobrino cambió los poemas sustituyendo el género para disimular la relación con Tommaso. A día de hoy a Tomaso lo podemos reconocer porque su rostro es el del Cristo del Juicio Final de la Capilla Sixtina. Cada vez que un Papa es elegido, lo hace delante de uno de los mayores símbolos de amor homosexual.

El Papa es elegido delante de un mito del amor homosexual

Ponme algún ejemplo de cómo la lucha LGTBI es la lucha por las libertades de toda la sociedad.

Primero, todo avance de un colectivo supone el avance de las libertades de toda la población. Siempre es así.

Pero un ejemplo de ida y vuelta es el del aborto, que ahora está en peligro. El derecho al aborto supone que la sexualidad no tiene como único fin la reproducción. El derecho al aborto de las mujeres reconoce que la sexualidad tiene otros fines y permite que existan sexualidades no reproductivas. Los LGTBI nos jugamos mucho.

Otro, de ida, es el de las parejas de hecho. Era una forma previa al matrimonio igualitario para reconocer, aunque con menos derechos, a las parejas del mismo sexo. Esa reivindicación no solo era para personas LGTB, sino que también era un mecanismo para, en un momento en el que el divorcio era muy difícil de conseguir, que las parejas heterosexuales formadas después de un matrimonio, tuvieran determinados derechos. Podías encontrar que una pareja casada se había separado pero no divorciado, y se podía mantener así muchos años, pero uno de los componentes había vivido muchos años con otra persona que no tenía ningún tipo de derecho. Esto fue una iniciativa del movimiento LGTBI que benefició increíblemente a la población heterosexual, porque le reconoció derechos que no sabían cómo configurar.

¿A que se debe la invisibilidad de las lesbianas?

El control de las mujeres es histórico. No se sabe muy bien qué fue antes si el capitalismo o el patriarcado. Hay un estudio, que está muy bien, que dice que el patriarcado dio origen al capitalismo porque alguien se dio cuenta que podía hacer negocio al ofrecer a su hija a cambio de dinero.

Se puede historiar las relaciones entre varones porque, al ser una población visible y presente en lo público, ha dejado rastro y ha sido perseguida con testimonios escritos. Pero la historia de las mujeres es complicado, y más la de las relaciones entre mujeres. No han podido acceder al testimonio escrito y luego han sido recluidas a lo privado. Se ha dado entre muros. Podríamos pensar que es algo del pasado pero se puede mirar cuánto tiempo ocupa la L (lesbianas) en el discurso LGTBI. La G (gays) está clara. La T (trans) ha hecho una revolución, pero las lesbianas están desaparecidas.

Una parte es el machismo, otra el machismo del movimiento LGTBI, por último, esa estructura global de lo privado y lo  público. Incluso quien podría estar en tercer lugar, como lo trans, avanzan por encima de ellas.

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Dices que hace falta una nueva generación de activistas…

El movimiento tiene 50 años. Si te pones a analizar, siempre los protagonistas es gente de la misma generación que ahora tienen 60 años. Los de los 40 años, hemos servido como reforzadores de la gente que ya estaba, pero ahora hay una gran población con 20 años que están llegando con ideas diferentes, porque se han criado en un mundo un poco mejor. Tienen conciencia de que no han vivido en una España sin matrimonio igualitario. Son nuevas sensibilidades y la responsabilidad que tenemos no es ordenar su discurso para que se parezca al nuestro, sino aportarles lo que hemos aprendido para que utilicen su discurso, porque les permitirá enganchar con su grupo social y con sus problemas, que no son los nuestros.

Hace falta una nueva generación de activistas

¿Por qué es importante la unidad en el movimiento LGTBI?

Este es otro problema, la batalla por lo específico. En todo movimiento participa gente que tiene un objetivo muy claro, como el matrimonio igualitario, la adopción, una ley trans específica… el problema no es una unidad cerrada en torno a una idea única, como pasó con el matrimonio igualitario, sino tratar de construir un discurso que permita incluir los discursos particulares.

En el Orgullo de este año habían 50 pancartas, cada una con una especificidad. Encontrar este discurso es algo que nos toca hacer.

Yo siempre he propuesto que debe ser la lucha contra la violencia, o contra la gente LGTBI o la que sufrimos la gente que quiere expresar su sexualidad de forma no normativa. Esta unidad en la lucha contra la violencia es lo que nos puede permitir especificarse de muchas maneras, y al mismo tiempo nos puede aglutinar en un cuerpo de trabajo reivindicativo más unido.

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