Obama afirma que no se investigarán las torturas de la CIA

Ley de punto final de Obama

«He dejado claro que se debe cerrar Guantánamo pero creo que es importante mirar hacia adelante y seguir recordando que ahí­ fuera existen amenazas muy reales a nuestra seguridad», ha dicho el presidente norteamericano, Barack Obama, antes de anunciar que no perseguirá a los responsables de las torturas en la base ni en otras prisiones secretas de la CIA. Para Obama, quienes realizaron estos interrogatorios «actuaron de buena fe basándose en las opiniones del Departamento de Justicia», y no son responsables. «Es hora de reflexionar y no de castigar», reitera el presidente estadounidense, convertido en los escasos tres meses que lleva en la Casa Blanca en un nuevo gurú de la cara amable del hegemonismo.

"Es hora de reflexionar y no de castigar", asegura Obama en una carta enviada a los agentes de la CIA. En ella garantiza a los agentes que la nación rotegerá sus identidades –y su impunidad- "tanto como ellos protegen nuestra seguridad". Obama utiliza los mismos argumentos que los que dieron carpetazo a la ignominia en las dictaduras de Latinoamérica, promulgando las `leyes de punto final´ y `obediencia debida´. Quienes realizaron estos interrogatorios, afirma el presidente "actuaron de buena fe basándose en las opiniones del Departamento de Justicia". La actos de buena fe de los `mandaos´ de la CIA incluyen prácticas tales como el `waterboarding´, que consiste en arrojar un chorro de agua sobre la boca abierta del prisionero indefenso, creando en el sujeto –según los propios memorándum oficiales- “la incontrolable sensación física de que se está asfixiando". Amnistía Internacional ha lanzado en Reino Unido un impactante spot publicitario muy ilustrativo acerca de esta práctica.Otros actos sin mala fe son por ejemplo: usar un collar de plástico para mantener a los detenidos sujetos por el cuello a los muros de las celdas de interrogatorio, para mantener a los sospechosos de pie contra la pared,y luego golpearles en el estómago, la privación prolongada de sueño o la utilización de insectos sobre los cuerpos de los prisioneros. Es un trabajo desagradable, pero alguien tenía que hacerlo, claro. "Sería injusto procesar a los entregados hombres y mujeres que trabajaban para proteger América por una conducta que fue autorizada por el Departamento de Justicia", ha defendido también Eric Holder, el fiscal general del Estado. Leon Panneta, nuevo director de la CIA, no iba a ser menos –sobretodo cuando no está precisamente bien visto en los despachos de Langley- , y ha defendido que la agencia está para lo que se le mande: "la CIA responde según el deber lo requiere".Sin embargo, en la intocable Agencia Central de Inteligencia no todo el mundo debe de tener la conciencia tranquila, y más vale prevenir que curar. Una carta enviada por los abogados del Estado a las organizaciones de derechos humanos que persiguen los crímenes de Guantánamo y la CIA, revela que la dirección de la inteligencia ordenó destruir hasta 92 vídeos de interrogatorios secretos conducidos en los últimos años, donde se perpetraban todo tipo de torturas, eso sí, sin mala fe. Pero concedámosle la razón a Obama y sus ministros. Las órdenes no salieron de los verdugos, sino de las manos níveas de los despachos de Washington. Los documentos sobre las torturas de Guantánamo que han visto la luz, fechados en agosto de 2002 están redactados por el abogado de la Casa Blanca Jay Bybee. Considera cosas como que “el uso de la asfixia simulada representa una amenaza de muerte inminente”, pero concluye argumentando que, "ante la ausencia de un prolongado daño mental (…) el uso de estos procedimientos no constituiría tortura". Otro Documento de 2005, escrito por el funcionario Stephen Bradbury, del Departamento de Justicia, defiende la utilización de un cóctel de métodos de tortura para alcanzar resultados más efectivos en los interrogatorios.Si seguimos con la argumentación de “obediencia seguida” que nos propone Obama… ¿llegamos al Despacho Oval?. Hay que juzgar a los matarifes y a la cabeza de todos ellos. Sin embargo Washington ya está trabajando para que la denuncia de la Audiencia Nacional, que ha admitido Baltasar Garzón contra los crímenes de Guantánamo, se abortada rápidamente. ¿Y que se pensaban?. Una cosa es una operación propagandística, de lavado de cara, para mostrar lo suave que puede ser el yugo de la superpotencia. Otra cosa es abrir una investigación en un organismo tan vital para la hegemonía norteamericana cono es su Agencia Central de Inteligencia. Y más en un momento donde EEUU debe ir con pies de plomo ante un doblemente endemoniado problema: la crisis económica y su declive geoestratégico. Hay razones de Estado que la razón no entiende –o no quiere entender-

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