El Valencia no solo ha resucitado y anda sino que parece que corre y casi vuela. El empate de del partido del sábado se dibujó en torno a los esfuerzos de un Barcelona que no solo se vió incapaz de superar a los ches, sino que tuvo que sudar para poder igualarlos. Cuando se pone serio, el equipo Valenciano ejecuta un sistema que juego contundente y audaz.
El trabajo defensivo fue concienzudamente defensivo y talentosamente ofensivo. Silva le dio la vuelta a un artido que se auguraba difícil tras la sentencia de Iniesta. Todo giró en los últimos 5 minutos de la primera parte: acoso y derribo constante dirigido por Silva encabezando al conjunto como si les gritara ¡adelante, adelante!.La primera parte acabó con un Barcelona cabizbajo, desmoronado e incrédulo de lo que en breves minutos había pasado en el terreno de juego. Habiendo llevado la batuta y, cuanto mínimo el “tam-tam” del juego, un agujero en el centro del campo echó al traste la articulación de la estrategia blaugrana en un pestañeo.Después del descanso el Barcelona se esmeró en movimiento aún sin poder con la contundencia física de un “todo” valenciano; nadie estaba desaparecido y todos estaban en su sitio, sin parar.Emery flanqueó el campo con dos velocistas, Pablo y Mata, que permitieron el segundo, y aireó la zona central con el cambio de Baraja por Michel. Lo cierto es que el Valencia sudó la posesión ante un Barcelona que no le permitía respirar más de dos veces seguidas. Excepto cuando Silva señalaba a portería. El gol del empate no tardó para tranquilidad del Barcelona.