«Sin duda, la guerra en Irak está llegando a su fin; el invasor está empacando maletas para regresar a casa. El número de efectivos de EEUU en Irak es actualmente de 77.500, el más bajo desde la invasión de 2003 y menos de la mitad del nivel máximo de 165.000. Esta caerá a 50.000 el 1 de septiembre, lo que sugiere que un promedio de aproximadamente 2.500 efectivos a la semana se retirarán durante julio y agosto. Con ello vamos a ver el final de la » misión de combate» de Estados Unidos en Irak.»
De que manera, más allá de ese momento decisivo, EEUU se ropone conservar la facultad de influir en los acontecimientos en Irak y la región sigue siendo un gran interrogante. Existe una continua especulación acerca de que Washington y Bagdad podrían renegociar los términos de la retirada de tropas a fin de que se puedan tomar disposiciones para algún tipo de acuerdo militar a largo plazo entre estadounidenses e iraquíes. El declive de la influencia de EEUU en Irak coincide también con el fuerte aumento de la influencia de los poderes regionales en ascenso rellenando el vacío político resultante de la disminución de la influencia de EEUU – en particular Irán Biden afirmó que EEUU no tiene un "agenda oculta" en Irak, pero el hecho es que hay grupos de presión en Washington tratando de frenar la reducción. La grandiosa Embajada de Estados Unidos en Bagdad y el personal de más de 1.200 diplomáticos, soldados y personal procedente de diferentes áreas del gobierno de EEUU, exudan un aire de permanencia. Sin duda, si los EEUU retiran sus tropas de Irak a finales de 2011, su capacidad para influir en el país disminuirá dramáticamente, y EEUU tendrá que redefinir su papel no sólo en el propio Irak, sino también en toda la región, incluyendo aliados claves que rodean a Irak como Arabia Saudita, Kuwait, Jordania o Turquía. (ASIA TIMES) Hong-Kong. Asia Times Lecciones que aprender en la otra guerra de Obama M K Bhadrakumar La misión del vicepresidente de Estados Unidos Joseph Biden a Bagdad durante el fin de semana del 4 de julio ha llamado nuevamente la atención sobre la "otra guerra de América" –, la de Irak que ha sido olvidado en medio del incesante derramamiento de sangre y el caos sembrado en Afganistán. Sin duda, la guerra en Irak está llegando a su fin; el invasor está empacando maletas para regresar a casa. Un país que se situó hace 20 años en el umbral de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) en términos de índices sociales y económicos apenas sobrevive. Ya no importa más quién ganó o quién perdió la guerra. El final en Irak tiene, en cierta manera, un significado para la guerra en Afganistán. Uno de los propósitos principales de la misión de Biden en un día que Estados Unidos celebra su independencia fue tranquilizar a los nacionalistas iraquíes de que el gobierno de Barack Obama tiene la intención de atenerse a los plazos para poner fin a la ocupación militar de su país. Biden dijo: "Espero que sepan que hemos mantenido nuestro compromiso hasta la fecha y el 31 de agosto vamos a cambiar nuestra misión militar por acercarnos más a todos ustedes, no para alejarnos más." El número de efectivos de EEUU en Irak es actualmente de 77.500, el más bajo desde la invasión de 2003 y menos de la mitad del nivel máximo de 165.000 durante la "oleada". Esta caerá a 50.000 el 1 de septiembre, lo que sugiere que un promedio de aproximadamente 2.500 efectivos a la semana se retirarán durante julio y agosto. Con ello vamos a ver el final de la " misión de combate" de Estados Unidos en Irak. De que manera, más allá de ese momento decisivo, EEUU se propone conservar la facultad de influir en los acontecimientos en Irak y la región sigue siendo un gran interrogante. La incertidumbre envuelve el destino del resto de las tropas de EEUU en Irak después del 1 de septiembre. Según los compromisos, deberían también retirarse de Irak a finales de 2011. Sin embargo, existe una continua especulación acerca de que Washington y Bagdad podrían renegociar los términos de la retirada de tropas a fin de que se puedan tomar disposiciones para algún tipo de acuerdo militar a largo plazo entre estadounidenses e iraquíes. Al contrario que en el caso de Afganistán, EEUU tiene bases militares bien establecidas y "puntos de asentamiento" en los barrios de Irak. Biden afirmó que EEUU no tiene un "agenda oculta" en Irak, pero el hecho es que hay grupos de presión en Washington tratando de frenar la reducción. Aquí es donde se vuelven importantes los alineamientos políticos en Irak y los cálculos de poder sobre el próximo gobierno que asumirá el poder en Bagdad después de las elecciones parlamentarias del 27 de marzo. La grandiosa Embajada de Estados Unidos en Bagdad de 750 millones dólares, extendiéndose a través de 42 hectáreas a lo largo de los antiguos bancales del Tigris y el personal de más de 1.200 diplomáticos, soldados y personal procedente de diferentes áreas del gobierno de EEUU, exudan un aire de permanencia. Hay de hecho pintorescas "pequeñas Américas " replicadas cuidadosamente dentro del perímetro de decenas de bases militares de EEUU dispersas por todo Irak. Sin duda, si los EEUU retiran sus tropas de Irak a finales de 2011, su capacidad para influir en el país disminuirá dramáticamente, y EEUU tendrá que redefinir su papel no sólo en el propio Irak, sino también en toda la región, incluyendo aliados claves que rodean a Irak como Arabia Saudita, Kuwait, Jordania o Turquía. Políticos inmanejable Países como Irak y Afganistán cargan con la maldición de la geografía, lo que los hace inevitablemente centros de la política regional. Hasta qué extremo Obama va a cumplir su compromiso de deshacer a América de una guerra a la que él siempre se opuso sigue siendo una cuestión abierta, no importa lo que Biden dijera durante su visita a Bagdad. En el caso de Afganistán, el dilema de Obama es más complejo, dado que hay otras cuestiones de la estrategia global de EEUU que forman parte de ella – el papel futuro de la Organización del Atlántico Norte (OTAN) como una organización de seguridad global, el enfoque de Estados Unidos hacia el ascenso de China, o simplemente la conveniencia de mantener su presencia militar en un área tan vital como el Sudoeste de Asia. Pero otros factores determinantes en última instancia, dictarán el resultado en Irak. En primer lugar, está la duda de si los EEUU tienen la capacidad para guiar las riñas de los políticos iraquíes pertenecientes a una gran cantidad de partidos y barajarlos para que estén dispuestos a consentir la perpetuación de la ocupación militar extranjera de su país. Todo lo que Biden dijo –y en un tono un tanto lastimero– fue: "En mi humilde opinión, para que ustedes [los iraquíes] alcancen sus metas, deben tener las voces de todas las comunidades en este nuevo gobierno – proporcionalmente … todos van a tener que desempeñar un papel significativo en este nuevo gobierno para que funcione, en mi humilde opinión." El primer ministro titular iraquí, Nuri al-Maliki, que cuenta con el apoyo de EEUU, está desesperadamente interesado en mantener su trabajo a la cabeza del nuevo gobierno, pero dirige una alianza chiíta –Estado de Derecho– que tiene un grave problema para trabajar con el próximo favorito de EEUU, Iyad Allawi, para formar un gobierno de coalición. El enigma es tal que a pesar de que Allawi, él mismo chiíta, es jefe de los Iraqia, una " coalición secular" –tan secular, podría decirse, como es posible encontrar en el Irak post-Saddam Hussein– que incluye también algunos grupos sunitas que la alianza Estado de Derecho podría considerar de mal gusto como aliados. La mejor apuesta de Maliki, en aras de la estabilidad política, sería la de formar una coalición con el Acuerdo Nacional Iraquí, una alianza de chiítas que son leales a Muqtada al-Sadr, el clérigo radical visceralmente opuesto a la ocupación de EEUU, y con el Consejo Supremo Islámico de Irak (ISCI). Pero, por otra parte, tanto los seguidores de Sadr como el ISCI rechazan el liderazgo de Maliki mientras EEUU también los mira con recelo por su proximidad a Irán. Curiosamente, EEUU ya está lidiando con una realidad de la política afgana que gira fuera de su control. Ya no es tan fácil para los virreyes de América controlar la microgestión del presidente Hamid Karzai y su hermano, en Kandahar, mucho menos con la plétora de grupos de interés que han surgido, han probado el poder y les ha llegado a gustar. Paradójicamente, la potenciación de los chiítas en Irak –como la potenciación de los pastún–, sin duda tiene una lógica política, y probablemente fue una necesidad histórica, pero los sunitas iraquíes no aceptarán un marco político que los excluye. De hecho, en vísperas de la retirada de las tropas de combate de EEUU, Irak sigue estando dividido también en otras líneas de falla, como ha revelado el estallido de combates a principios de julio entre las tropas del ejército iraquí y la milicia kurda peshmerga en las regiones del norte. Las fuerzas de EEUU se han estado introduciendo hasta ahora entre los antagonistas patrullando conjuntamente con las unidades del ejército iraquí y con los peshmerga kurdos. Es significativo que el comandante saliente de las tropas de EEUU en Irak, general Ray Odierno, haya advertido sobre el peligro muy real de una nueva guerra civil iraquí con la participación de kurdos y árabes, y ha sugerido que podría ser necesario introducir fuerzas de mantenimiento de la paz cuando EEUU desalojen la ocupación. ¡Sombras de Afganistán! Oleada de regionalismo En segundo lugar, el declive de la influencia de EEUU en Irak coincide también con el fuerte aumento de la influencia de los poderes regionales en ascenso rellenando el vacío político resultante de la disminución de la influencia de EEUU – en particular Irán. Washington necesitará descomponer en factores tal eventualidad en lo que respecta a Afganistán también. Teherán ya se ocupa de Irak como un país "normal" con el que está en manifiestos términos "fraternales". Las exportaciones iraníes, que se situaron en mil millones de dólares en 2007, circula con comodidad hacia la marca de los 10 mil millones. Irónicamente, son los contrabandistas iraquíes los que pueden sabotear letalmente las sanciones patrocinadas por Estados Unidos contra Irán. Pakistán es capaz de jugar un papel similar en Afganistán, pero la cuestión es si tiene la sabiduría política para hacerlo. Una alianza político-económica entre las dos mayores potencias chiítas mayoritarias en la región tendría profundas implicaciones para la geopolítica de todo el Oriente Medio. Una confederación entre Afganistán y Pakistán –posiblemente junto con Uzbekistán– tiene, del mismo modo, el potencial para volver a dibujar la geopolítica de Asia meridional y central en términos de vías de comunicación, la seguridad energética, el comercio y la inversión. Como el conocido autor y experto en el Medio Oriente Patrick Seale dice, "Irak, Irán, Turquía, Siria, Qatar y otros ya están haciendo negocios y formando alianzas fuera de la órbita norteamericana." EEUU ha trabajado duro contra la percibible influencia iraní en los asuntos iraquíes, pero ha fracasado. Los EEUU han reconocido tácitamente la inevitabilidad de una influencia iraní preponderante y están dispuesto incluso a consentirla si sigue siendo favorable y cooperativa. Un enfoque similar de EEUU hacia el papel de Pakistán en Afganistán es completamente concebible. Por otra parte, los iraquíes –como los afganos– son grandes nacionalistas. Es posible que estén preparados para contemplar favorablemente a Teherán como un aliado regional y se felicitan de tener la ayuda iraní en su reconstrucción, pero, como el académico estadounidense bien conocido en el Medio Oriente John Cole ha argumentado recientemente, "ellos [los iraquíes] no es probable que tomen sus órdenes de marcha" de Teherán. En resumen, la estrategia de Obama para Afpak podría sacar moralejas del papel de Irán como un factor de estabilidad en Irak. Los estrategas pakistaníes tendrán que ser cautelosos acerca de la viabilidad de su deseo de ganar "profundidad estratégica" en Afganistán – encuadrar a Kabul en los anillos de la amistad y la cooperación es una cosa, pero ninguna expectativa de ejercer el "control" sobre la estructura de poder en el largo plazo puede resultar verosímil. Biden prometió a los iraquíes, que todavía carecen de servicios esenciales, incluso rudimentarios o de infraestructura, que Washington mantendrá su compromiso. Él dijo: "A medida que continúen levantándose y construyendo su democracia, aquí estaremos con ustedes económica, política, socialmente, en ciencia, en educación. He estado a cargo de los esfuerzos de nuestro gobierno para unir a todos los elementos de nuestro gobierno, desde el Departamento de Educación hasta el Departamento de Comercio pasando el Departamento de Ciencia y Tecnología – para que trabajen con ustedes si ustedes quieren que lo hagamos." Es extremadamente dudoso que los iraquíes tomen estas palabras en serio. Habrá escepticismo sobre la capacidad de Estados Unidos para entregar nada cuando su propio estímulo económico no produce los resultados esperados en el país. La era “Post-Americana” Este síndrome también se puede repetir en Afganistán. EEUU y los países europeos montados en la recesión puede estar poco dispuestos a financiar a Afganistán en una situación posterior al conflicto. Es aquí que los países de la región, como China, Arabia Saudí o la India pueden jugar un papel que no necesita ser visto en las capitales rivales –Moscú, Teherán o Islamabad– como un juego de suma cero. La próxima conferencia internacional en Kabul, será una ocasión para reflexionar sobre las políticas de asistencia para Afganistán. De hecho, Irak está mucho mejor situado que Afganistán en una era "post-americana". Las patrullas militares iraquíes en las ciudades y en Irak pueden generar ingresos. El 29 de junio, Bagdad aprobó un acuerdo con Shell para desarrollar 25-30.000 millones de pies cúbicos de reservas de gas en la región de Basora. Seale concluye: "El dinero fluirá lentamente e Irak se reconstruirá de la devastación de la guerra. Una fórmula política para gobernar el país se encontrará finalmente." Sin embargo, en la raíz de este optimismo se encuentra una realidad sorprendente, lo que tendría una enorme relevancia para la estrategia afgana de Obama, incluso mientras se prepara para trabajar por el regreso a fin de año: los iraquíes tienen un gobierno que funciona razonablemente bien, lo que sólo fue posible porque EEUU dejó que Irak buscara su hábitat natural, y, en segundo lugar, porque Washington trazó una línea de tiempo sobre la arena para el fin de la ocupación – y los deslumbrantes vientos del desierto en las dunas rehusaron hacer desaparecer esta línea. ASIA TIMES. 15-7-2010