Corresponsalí­a Madrid

Lavapiés vigilado por 48 ojos

La medida que retende solucionar los problemas de trapicheo y delincuencia en el barrio madrileño de Lavapiés abre debate entre los vecinos que tienen diferentes visiones sobre el asunto. Un total de 48 cámaras de video vigilancia se instalarán, y las opiniones encontradas son principalmente referentes en primer lugar sobre la efectividad de esta medida y la falta de intimidad de los vecinos. La verdad es que las cámaras imponen un poco de respeto a quién con malas artes pretende trapichear o robar, pero no está claro que eviten este tipo de actividades delictivas, y si bien las grabaciones suponen una prueba que puede desvelar la identidad de los delincuentes, podríamos comparar la efectividad de este tipo de medidas que son ya normales en el Metro o en centros comerciales precisamente para el mismo fin. Pero los hurtos aunque disminuyen un poco lo que ocurre normalmente es que se siguen llevando a cabo solo que queda registrado en imágenes para la posterior i8nvestigación. Una alternativa sería más vigilancia directa mediante agentes, que diera una asistencia directa y cercana para los transeúntes, recuperar la antigua figura del sereno sería otra alternativa que podría dar solución en barrios como este, claro está, serenos que estuvieran preparados y que tuvieran capacidad de retener a los presuntos delincuentes hasta la llegada de la policía. En cualquier caso lo que está claro es que el conocimiento de los lugares donde se trapichea con objetos robados y otros menesteres similares así como los barrios donde los robos y hurtos están a la orden del día a menudo no se ataja por desidia de las administraciones, que ven como barrios populares y tradicionales comienzan a padecer problemas de este tipo y no se pone solución. No podemos dejar de mentar en este debate que se ha generado entre los vecinos, las consecuencias que la crisis deja y que están generando una situación de pobreza que provoca que el número de delitos relacionados con robos suba de manera directamente proporcional a las consecuencias que la crisis deja tras de sí. Por eso no se puede tratar la delincuencia sin tratar la raíz del problema que la genera, y que antagoniza las contradicciones hasta que sale irremediablemente a la superficie las consecuencias que lleva consigo. Por eso los vecinos no lo tienen nada claro, ya que principalmente y a pesar de que a nadie le gusta estar vigilado en su propio barrio, las opiniones en contra se dirigen en la dirección de la dudosa efectividad de estas cámaras de vigilancia.

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