Respuesta masiva en Latinoamérica contra la masacre indí­gena

Latinoamérica repudia el genocidio

Enfrentado a una crisis polí­tica por el saldo de personas muertas y heridas en la zona de conflicto, Garcí­a acusa a Morales de encender los ánimos de los manifestantes mediante una carta «con mensajes incandescentes» enviada a la Cuarta Cumbre Continental de los Pueblos Indí­genas, realizada el 29 de mayo en la ciudad peruana de Puno, fronteriza con Bolivia.

Aunque era el rincipal invitado de dicho encuentro, Morales sólo envió una comunicación que fue entregada por la senadora Leonilda Zurita, del gobernante Movimiento al Socialismo (MAS), una activista por los derechos de la mujer y las libertades polí­ticas y sindicales. La reunión realizada en territorio peruano, pero a sólo 200 kilómetros al oeste de La Paz, reunió a lí­deres de los pueblos originarios de América denominado en tiempos precoloniales como el Abya Yala. Evo Morales que llegó poco antes del mediodí­a a La Habana. Dijo que esperaba entrevistarse con Fidel y Raúl Castro y tení­a previsto salir poco antes de la medianoche, para continuar su gira en Paraguay. Ante preguntas de la prensa sobre las protestas indí­genas en Perú, respondió que el origen está en la defensa de la vida y el medio ambiente. Esperamos que esos problemas puedan ser una gran lección para atender sus demandas y entenderlas, añadió.Morales se refirió al conflicto indí­gena que tiene lugar en Perú. «No es posible», dijo, «que nuevamente los más vilipendiados de la historia latinoamericana sean humillados, como hemos visto en los últimos dí­as». «Esperamos que estos problemas sean una gran lección para (…) entender las demandas que tienen» los indí­genas peruanos, quienes, afirmó, sólo pretenden «defender la vida, el planeta Tierra para defender la humanidad, como dijo Fidel». A su juicio, «los problemas se resuelven cuando se presentan propuestas polí­ticas, no con muertos y heridos».Según el gobernante, si se compara lo ocurrido en ese paí­s con los sucesos acaecidos en los últimos años en Bolivia, «parece que la historia se repite. Espero que no sea así­, espero que de verdad las reivindicaciones del movimiento indí­gena sean entendidas y atendidas oportunamente».Después de la lucha contra el colonialismo viene la lucha permanente contra los imperios, expuso el mandatario boliviano en el Aula Magna. Añadió que en los últimos 20 años esos movimientos se han expresado en la lucha contra el neoliberalismo, que es el mejor instrumento de dominación, de sometimiento de los pueblos en mi paí­s.Veterano él mismo de acciones callejeras, valoró que tantas marchas y movilizaciones, yo dirí­a que no han sido en vano, porque ayudaron a crear conciencia.La violencia desatada por el gobierno nazi-fascista de Perú, en la provincia de Bagua, en el norteño departamento de Amazonas, es interpretada por organizaciones indí­genas de Bolivia, Colombia y Ecuador como un acto de agresión contra pueblos que defienden la vida, la naturaleza, los derechos humanos y el empleo racional de los recursos naturales. Se trata, dijeron, de la resistencia de los habitantes de la región selvática a un conjunto de decretos promulgados por el gobierno de Garcí­a, que promueven la inversión de empresas privadas y transnacionales, en aplicación del Tratado de Libre Comercio (TLC) suscripto con Estados Unidos, Las movilizaciones, que se suceden desde hace casi dos meses por considerar entre otras cosas que son anticonstitucionales, derivaron en una masacre el viernes tras la acción policial por levantar bloqueos en caminos de acceso a la zona. En una carta pública a los mandatarios de la región, la Confederación de Nacionalidades Indí­genas del Ecuador (Conaie) llamó a defender a los pueblos originarios y ratificar su vocación de paz y justicia en el continente. Desde el vecino paí­s del sur, un congreso de la Confederación de Indí­genas del Oriente Boliviano (CIDOB) pidió al Alto Comisionado para los Pueblos Indí­genas de la Organización de las Naciones Unidas y a la Organización de Estados Americanos (OEA) el enví­o de un equipo de investigadores hasta la zona del conflicto para indagar sobre la muerte de nativos amazónicos.

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