EE UU y Europa no se ponen de acuerdo sobre las medidas para la crisis

Las recetas del latrocinio

La reunión de Londres, preparatoria a la próxima cumbre del G-20 se salda con una duplicación de los fondos del FMI. Prácticamente es el único acuerdo alcanzado entre EEUU y sus socios europeos, en una cumbre en la que se ha puesto de manifiesto que más allá de un denominador común -la necesidad de que el Estado intervenga en la economí­a de acuerdo a los intereses de los grupos monopolistas más poderosos, para proceder a una destrucción de capital sobrante y a la concentración del mismo-, Washington y Europa llevan una receta distinta. Si la economí­a norteamericana, donde la desregulación está implantada desde hace décadas, recurre casi por completo a mastodónticas inyecciones de dinero público, Europa -además de recurrir a multimillonarios planes de rescate- se centra en la regulación de los mercados.

En Londres, la reparación de la cumbre que congregará por segunda vez a los países que representan el 80% de la economía mundial acabó con pocas medidas tangibles, a excepción del de la ampliación de los fondos del FMI. Por mucho que Pedro Solbes insistiera en el “gran grado de consenso" que detectó en la reunión preparatoria del G-20 "para lo que es habitual en estos casos”, lo cierto es que se pusieron de relieve como entre las principales economías hay dos recetas acerca de cómo encarar la crisis.Estados Unidos –seguido por Reino Unido- sigue insistiendo en la necesidad de coordinar nuevos y megamillonarios paquetes de estímulo fiscal. El secretario del Tesoro norteamericano Timothy Geithner, ha recordado en la reunión que los planes de estímulo aprobados el mes pasado por la casa Blanca, de 787.000 millones de dólares, casi doblan los fondos comprometidos por los 27 países de la Unión Europea. China y Japón –los dos mayores poseedores de bonos de tesoro norteamericanos- de momento aprueban las medidas, pero Pekín ha advertido a Washington que ese camino tiene un límite: si el Estado norteamericano sigue endeudándose y el valor de su deuda pública –que todavía cotiza fuerte- emprende un camino descendente, China puede empezara desprenderse de una parte de los títulos, lo que sería desastroso para la superpotencia.En cambio, potencias europeas como Alemania o Francia –que también han inyectado ingentes cantidades de dinero público en el sistema financiero- insisten en que el esfuerzo debe centrarse en reformar las regulaciones de los mercados de valores, y se previenen de seguir con el desembarco masivo de dinero en las economías nacionales. Haciendo un frente común Merkel y Sarkozy insistieron en la capital británica que las economías europeas arrastran el lastre de los “Estados del Bienestar”, que implica un gran gasto público en “prestaciones de desempleo y pensiones”, algo que no funciona en EEUU. Aún así, Merkel recordó que el paquete de estímulo fiscal aprobado por su gobierno para 2009 y 2010 representa el 4,2% del PIB alemán, por lo que la cancillería esperará a comprobar los resultados de las medidas antes de decidir inversiones adicionales. "Los contextos estadounidense y europeo no se pueden comparar; nosotros tenemos que hacer frente a un fuerte gasto público por el aumento del pago de los prestaciones sociales". De una forma parecida se manifestó el presidente francés.Sin embargo, a pesar de las diferencias, todos coinciden en una característica fundamental. La actuación de los gobiernos busca garantizar los intereses de las oligarquías financieras de cada país, dilapidando las horas de vida y de trabajo arrancadas a los trabajadores no ya en concepto de plusvalía, sino de impuestos. La “receta contra la crisis” de EEUU y de Alemania puede ser distinta, pero sus ingredientes son los mismos.

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