Pocos días después de que Zapatero anunciara, a la vuelta de las vacaciones, que «lo peor de la recesión económica ha pasado», la publicación de los datos de paro de agosto nos ha devuelto la cruda realidad. 84.985 parados más, y una cifra de desempleo que se acerca cada vez más peligrosamente al 20%, duplicando con creces la media europea. Un solo dato explica con claridad las razones del pozo sin fondo en que se ha transformado la economía española. Mientras el PIB español decreció en el primer semestre un 4,2% -la peor cifra desde 1970-, los once principales bancos acumularon en ese mismo periodo de tiempo beneficios superiores a los 10.000 millones de euros. Todo para que la gran banca mantenga sus ganancias y su posición internacional. A cualquier precio, aún a costa de colocar al país al borde de la quiebra.
El anuncio de la amliación del subsidio por desempleo ha desvelado una vez más las “prioridades” de Zapatero. Los requisitos exigidos dejan fuera de esta medida al 80% del millón de parados que no cobra ningún subsidio. Y la mísera cantidad concedida -420 euros mensuales- supone para las arcas públicas un desembolso de 642 millones de euros, ¡el 0,18% de los 340.000 millones que ya nos ha costado el rescate bancario!Para salvar a la banca a cualquier precio, nos están trasladando una factura que tardaremos varias generaciones en pagar. Sólo en los siete primeros meses del año, el déficit público ha ascendido a 50.000 millones de euros, una cifra que quintuplica la registrada en el mismo periodo de 2008. Y el Banco de España acaba de anunciar que la deuda exterior alcanzará este año un inasumible 12% del PIB. Agujero que, como ya se ha encargado de anunciar el gobierno, será tapado con una subida generalizada de impuestos que, a pesar de los cantos de sirena propagandísticos sobre “la elevación de la presión fiscal a las rentas más altas”, acabaremos pagando los de siempre.Mientras ya se han subido los impuestos indirectos a la gasolina o el tabaco, que pagamos las clases populares, Hacienda ha dejado claro que las “sicavs” -los vehículos de inversión de las grandes fortunas, que tributan un ridículo 1% de sus ganancias- quedarán fuera de la subida de impuestos.Más dinero para la banca, más paro, más deuda y más impuestos. Este es el resumen de la “política anticrisis” de Zapatero. Desde que llegó a la presidencia, Zapatero ha sido fiel a una máxima: colocar todos los recursos del país al servicio de la acumulación de capital y la expansión internacional de grandes bancos y monopolios.Para ello se avivó más allá de cualquier límite el incendio inmobiliario, se transformó a España en el país más endeudado del mundo, o se impulsó -a través de abusivos precios de la vivienda, hipotecas interminables o sueldos jibarizados- un gigantesco trasvase de rentas desde los bolsillos de los trabajadores a las cuentas de resultados de bancos y monopolios.La crisis ha desvelado hasta que punto esta línea ha colocado al país al borde del precipicio.Nadie puede discutir hoy que España será el país desarrollado que más tarde saldrá de la crisis, y que con mayor rigor padecerá sus consecuencias.Y todo parece indicar que los efectos negativos de este legado se van a agudizar en los próximos meses. Otoño va a estar presidido por un nuevo incremento del paro, sucesivas oleadas de EREs y quiebras de pymes o un incremento de las dificultades para las familias. Ante esta perspectiva, es imprescindible preparar un “otoño caliente”, una movilización general de trabajadores, pymes, agricultores, pensionistas… que imponga una salida a la crisis favorable a los intereses de la mayoría.Es posible hacerlo, y dada la agudización de las consecuencias de la crisis se ha transformado en una tarea urgente.