La decisión de Turquía de no prorrogar uno de los contratos del gas con Rusia fue previsible e incluso esperada.La economía siempre está muy vinculada a la política cuando se trata de petróleo y de gas. La dependencia del gas ruso (Ankara compra más de 60% del gas al consorcio gasístico ruso Gazprom) contradice a los planes estratégicos y geopolíticos del primer ministro turco Tayyip Erdogan.