Der Spieguel entrevista a Ahmadinejad

Las potencias no son «el mundo entero»

La entrevista realizada por el diario alemán al presidente iraní­, Mahmud Ahmadinejad, no tiene desperdicio, por eso ha sido distribuida profusamente por el New York Times a los principales periódicos mundiales, entre ellos al español EL PAIS. En ella, el entrevistador pregunta de forma audaz -rozando en algunos tramos la impertinencia- a uno de los lí­deres mundiales más controvertidos. Las relaciones con EEUU, el programa nuclear iraní­ o el lugar de Teherán son interpelados, colando una nada solapada valoración, al conservador presidente persa. Ahmadinejad, acérrimo defensor de algunos de los preceptos más reaccionarios del régimen de los ayatolás, se ha convertido sin embargo en un punto de referencia antihegemonista y antiimperialista no sólo en el mundo musulmán -donde la influencia de Irán se ha multiplicado en los últimos años- sino entre las naciones y pueblos del Tercer Mundo.

El entrevistador desenfunda refiriéndose al conocido video que Obama envió a en el mes de enero a la oinión pública iraní. -¿Ha visto usted ese vídeo?- le pregunta a Ahmadinejad, conociendo de sobra su respuesta afirmativa. “Me produjo sentimientos opuestos”, responde el iraní, “me sorprendió que Obama tuviese un concepto tan elevado de la civilización iraní, de nuestra historia y cultura”, y elogia que el presidente norteamericano hablara de respeto y de cooperación con Teherán, y de que admitiera que la posición de EEUU en el mundo no puede depender en exclusiva de su fuerza bélica. “El gran error de George W. Bush”, dice Ahmadinejad, “fue el de querer resolver todos los problemas por la vía militar. Los tiempos en que un país podía dar órdenes a otros ya han pasado”.Los desacuerdos ocupan las siguientes respuestas del presidente persa. EEUU debe probar con hechos, y no sólo con palabras, que ha cambiado de actitud con respecto a Irán y al mundo, insiste Ahmadinejad, reafirmándose en la posición –a medio camino entre la disposición al diálogo y el fundado recelo- que ha mantenido el régimen de los ayatolás desde que Obama ganó la Casa Blanca y tendió la mano a Teherán.El periodista decide pasar a la ofensiva, y mete una valoración llena de intención: “Usted dice que la reputación de EE UU en el mundo se ha resentido durante la presidencia de Bush. Pero, con el debido respeto, señor presidente, la reputación de Irán también se ha resentido durante su mandato”. La respuesta de Ahmadinejad es tajante, no se deja arrinconar: “¿Dónde? ¿Con quién? ¿Con quienes están en el poder, o con la gente? ¿Con qué gente y con qué Gobiernos? Contamos con el apoyo de 118 miembros del Movimiento de Países No Alineados. Estoy de acuerdo en que nuestra reputación no es buena entre el Gobierno estadounidense y algunos europeos. Pero ése es su problema. Todos los pueblos están hartos del Gobierno de EE UU.”, responde el iraní, evidenciando la posición prohegemonista del entrevistador. Lo cierto es que durante los ocho años de mandato de Ahmadinejad, la influencia y posición de Irán –a pesar del aislamiento de Washington y de sus aliados de las oligarquías de los países árabes- han ganado un terreno considerable.“Usted ni siquiera le está dando una oportunidad a la nueva Administración. Su actitud se caracteriza por la desconfianza”, persiste el entrevistador, rozando la insolencia. Ahmadinejad le contradice: Irán está dispuesto a colaborar con EEUU incluso en el punto nodular de su estrategia en Asia Central: el frente afgano. Sin embargo, explica, a ojos de Teherán la estrategia de Washington debe cambiar radicalmente: “hasta la fecha se han gastado más de 250.000 millones de dólares [190.000 millones de euros] en la campaña militar en Afganistán. Con una población de 30 millones de personas, eso equivale a más de 8.000 dólares por persona”, replica el iraní, y añade “se podrían haber construido fábricas y carreteras, creado universidades y cultivado los campos para el pueblo afgano. Si se hubiera hecho eso, ¿habría quedado sitio para los terroristas? La solución para Afganistán no es militar”. El periodista alemán no da crédito. -“¿Está insistiendo en serio en que EE UU se retire de la región?”- replica. Ahmadinejad lo tiene muy claro: “Lógicamente hace falta un plan. Una retirada sólo puede ser una de las medidas. Debe ir acompañada por otras acciones simultáneas, como el refuerzo del Gobierno regional”. “Occidente debería escucharnos por su propio bien”- añade -“si no lo hace, nos lavamos las manos en el asunto”.Cambian de tema, adentrándose en el espinoso asunto del programa nuclear iraní, fuente principal de roces con EEUU. El alemán insiste: el mundo entero está preocupado porque ustedes estén desarrollando el arma nuclear. El iraní se lo vuelve a repetir: las potencias imperialistas no son “el mundo entero”. Hasta 118 países del Tercer Mundo (los Países No Alineados) “nos apoyan de forma unánime”, concluye Ahmadinejad, que pasa a la ofensiva: “Si una tecnología es beneficiosa, todo el mundo debería tenerla. Si no lo es, nadie debería tenerla. ¿Es justo que EE UU tenga 5.400 cabezas nucleares y que Alemania no tenga ninguna? ¿Y que ni siquiera se nos permita investigar el uso pacífico de la energía nuclear? Nuestra lógica está completamente clara: los mismos derechos para todos”.El dirigente iraní lanza un guiño a los lectores de Der Spieguel, pinchando en el orgullo teutón “La composición del Consejo de Seguridad y el veto de sus cinco miembros permanentes son consecuencias de la II Guerra Mundial, que terminó hace 60 años. ¿Deben las potencias vencedoras dominar a la humanidad para siempre? La composición del Consejo de Seguridad debe modificarse”. El periodista entra al trapo: “Se refiere a India, Alemania y Suráfrica? ¿También Irán debería ser miembro permanente?”. Ahmadinejad ya lo tiene donde quería. “Si en el mundo se hiciesen las cosas de forma justa, Irán también tendría que ser miembro del Consejo de Seguridad. No aceptamos la idea de que un puñado de países se vean a sí mismos como los dueños del mundo.”, dice, rompiendo la idea de un Irán marginado de la comunidad internacional. Teherán aspira a ser reconocida como potencia regional emergente en un orden mundial multipolar. El periodista intenta acabar la entrevista en tablas, y lanza una estocada a fondo: “El mundo desconfía de ustedes, y la mayor preocupación del mundo es que estén fabricando la bomba”. Ahmadinejad bloquea y avisa a navegantes. “No tenemos interés en fabricar un arma nuclear”, dice, dejando claro que si bien mantiene la versión oficial del régimen de las intenciones pacíficas del programa nuclear iraní, es sólo una cuestión de interés, y no de capacidad, porque ésta ya se ha demostrado.

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